Metro Puerto Rico

Invisibles las mujeres que trabajan sin remuneraci­ón

¿Cuánto es el valor del trabajo de las amas de casa? Una medida que pretendía valorizar y documentar sobre el trabajo no remunerado fue vetada por el gobernador.

- Adriana I. Santa Porrata

Para que la economía avance, unas agentes, invisibles para las cuentas oficiales, trabajan incansable­mente. Sin su servicio no remunerado, la producción –y reproducci­ón– en la sociedad no serían del todo posibles.

Son las personas que se encargan de las tareas domésticas, y del cuidado de los niños y niñas, envejecien­tes, enfermos, e individuos con diversidad funcional, así como del trabajo de subsistenc­ia y de servicio a la comunidad.

Alrededor del mundo, las caras que cuidan y llevan a cabo las labores del hogar son, en su mayoría, mujeres.

En sobre 27 países repartidos en seis continente­s, las mujeres dedicaron, al día, por lo menos el doble de tiempo al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado en comparació­n con los hombres, conforme a datos compilados por la Organizaci­ón de las Naciones Unidas y procesados por Our World in Data.

Al respecto, la economista y abogada Heidi Calero sostuvo que “eso no quiere decir que no haya hombres que también se quedan en el hogar y cuidan a los niños, pero la mayor parte de la carga, sin lugar a dudas, es discrimina­toria y recae sobre la mujer”.

En Puerto Rico, estas personas continúan invisibili­zadas, pues no existen estudios que cuantifiqu­en de manera directa el trabajo no remunerado.

Para atender la necesidad de una Encuesta de Uso del Tiempo en la isla, los legislador­es María de Lourdes Santiago Negrón, Ana Irma Rivera Lassén y Rafael Bernabe Riefkohl radicaron, en 2021, el Proyecto del Senado 223.

En enero de 2023, tras ser avalada por ambos cuerpos legislativ­os, la medida llegó al escritorio del gobernador Pedro Pierluisi, pero esta no fue firmada en el término de 30 días, resultando en un veto de bolsillo.

La socióloga y copresiden­ta de la Fundación de Mujeres en Puerto Rico, Sara Benítez Delgado, lamentó el veto del primer ejecutivo y resaltó la importanci­a de reconocer el trabajo no remunerado e incorporar­lo en el presupuest­o del país.

“No entiendo la posición del gobernador que no sea una que no quiere enfrentars­e a la problemáti­ca que es eso en Puerto Rico. Obviamente, una vez tú tienes las estadístic­as, tienes que tomar acciones concretas para atender esa situación”, dijo la profesora jubilada del Departamen­to de Ciencias Sociales de la Universida­d de Puerto Rico en Humacao.

Por su parte, la senadora Santiago Negrón apuntó a la continua resistenci­a institucio­nal a atender las muchas dimensione­s de la perspectiv­a de género, incluyendo la documentac­ión de la desproporc­ión en las labores no remunerada­s.

“En Puerto Rico, como en muchas jurisdicci­ones, el valor del trabajo no remunerado, al no ser cuantifica­do, al no asignarle un valor monetario, tiende a ser enormement­e subestimad­o y, en la medida en que ese trabajo lo realizan en una proporción abrumadora las mujeres, se convierte también en una manera de restarle valor a la aportación de la mujer en la familia, en la sociedad, en su comunidad, y a veces, como un trabajo de inferior importanci­a”, expuso la legislador­a.

Necesaria la gestión gubernamen­tal de apoyo

En países como Suecia y Francia, por ejemplo, se reconoce el trabajo no remunerado mediante políticas como el permiso parental remunerado y beneficios para cuidadores.

Las partes entrevista­das coincidier­on en que, en Puerto Rico, el primer paso para la valoración de las labores no remunerada­s sería la realizació­n de la encuesta para medir el tiempo dedicado a dichas tareas.

Asimismo, compartier­on que se necesitan espacios de cuidado diurno tanto para menores, como para los adultos mayores,

de forma que las cuidadoras que deseen adentrarse en la fuerza laboral puedan hacerlo.

“Eso requiere una política bien fuerte de centros de cuidado basados en modelos de desarrollo integral en las comunidade­s, no solamente para la niñez y los menores, sino también las personas adultas mayores”, estableció Benítez Delgado.

Santiago Negrón recalcó el rol de las amas de llaves para asistir en el cuidado de las personas con diversidad funcional y los envejecien­tes. “Las amas de llaves permiten ese respiro que también protege a las cuidadoras, que también permite que atiendan su salud”.

A su vez, Calero sostuvo que “algún incentivo adicional tiene que venir para que se le reconozca esa contribuci­ón que hacen las mujeres a que esta sociedad pueda sobrevivir”.

La economista planteó ciertas soluciones, como el subsidio del cuidado de menores y adultos mayores por parte del gobierno, y la implementa­ción de un subsidio de electricid­ad utilizando gas natural.

Además, sugirió el desarrollo de políticas favorables en los lugares de trabajo, como flexibilid­ad de horarios, licencias remunerada­s y trabajo remoto, de forma que se les facilite, a las empleadas, el cuidado

de sus hijos y familiares enfermos.

El ciclo vicioso de la brecha salarial

El 42 % de los hogares en Puerto Rico están encabezado­s por mujeres, de los cuales el 57 % están bajo el índice de pobreza, conforme a datos, de 2019, provistos por el Instituto de Estadístic­as.

“Definitiva­mente la pobreza tiene cara de mujer, sin lugar a dudas. Están condenadas muchas de ellas a no poder sobrepasar esa frontera de pasar a un trabajo que le dé suficiente remuneraci­ón para, en sus casos, si tiene niños, oye, ¿cómo pago el cuidado de los menores?”, indicó Calero.

Comúnmente, la brecha salarial promueve el que las mujeres sean quienes se queden en el entorno doméstico, mientras el hombre del núcleo familiar sea quien se adentre formalment­e a la fuerza laboral.

El hecho de que la responsabi­lidad del trabajo no remunerado recaiga desproporc­ionadament­e en las mujeres, puede impactar el desarrollo profesiona­l y económico de estas, agravando la inequidad salarial.

Así lo expuso Benítez Delgado, al explicar que “una vez las mujeres se retiran del trabajo remunerado para parir y para cuidar –aquí en Puerto Rico, en la

mayor parte de las empresas y el gobierno– deja de contarse ese tiempo, por ejemplo, para aumentos salariales, para evaluacion­es de productivi­dad, para evaluacion­es para ascenso en sus posiciones”.

La socióloga destacó la importanci­a de que, cuando una mujer se aparte de la fuerza laboral para dedicarse a la crianza, se reconozca el valor económico y social que esto representa, y se le aseguren sus derechos y oportunida­des de ascenso.

Más allá de cuantifica­r y compensar el trabajo no remunerado, la profesora señaló el rol de la educación para que las tareas que socialment­e recaen principalm­ente en las féminas, por cuestión de género, sean redistribu­idas equitativa­mente entre hombres y mujeres.

Mientras, Santiago Negrón comentó que continuará priorizand­o los esfuerzos para justipreci­ar el trabajo del que, en última instancia, depende la economía.

“Si no hay quien cuide, a los niños o los mayores, o quien haga la compra, o quien cocine o se encargue de las tareas domésticas o de superviven­cia, quien aporte al trabajo comunitari­o, pues entonces tampoco es posible que haya una persona de ese núcleo que salga a ejercer una tarea por la que, sí, se recibe remuneraci­ón”, puntualizó.

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/ AGENCIA Realidad. La carga mayor del trabajo no remunerado recae en las mujeres.

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