8M 2024: un buen momento para recordar que somos mujeres
Si ser mujer solo fuera sinónimo de fuerza, sacrificio, tristeza, dolor, persistencia, alegría, esperanza y amor, entonces ser mujer solo sería un acto sujeto a condiciones universalesquecaracterizanalahumanidaden general. Pero hay algo más, no existe civilización que no haya sido gestada en nuestros vientres, que nuestros senos no hayan amamantadoyquenohayancrecidoennuestras faldas, bajo nuestro arrullo y protección. En este tiempo posmoderno, repleto de contradicciones, y de ambigüedad, conservar y proteger nuestra identidad es arriesgado, pero imprescindible. Una batalla en la guerra moral y cultural, que no debemos soslayar, si es que pretendemos dejarle un legado superior a nuestras hijas.
La esencia de lo que somos, es una huella innegablementetalladaennuestroscuerpos
yennuestrasalmas.Intencionalmentecada rincónatestiguadenuestrasingularyexcepcionalidentidad.Hayideasque,aunquemuy vanguardistas parezcan, chocan estrepitosamente con la realidad biogenética; nuestro diseño es distinto y atestigua que somos dotadas para una labor singular y exclusiva. Lo deteste, quien lo deteste. No somos una mera o exclusiva construcción social. Nuestras evidentes e innegables diferencias sexuales y psicológicas no son opresivas. Son lo que son: naturaleza, identidad y verdad. Y abrazarlas nos hace verdaderamente libres.
Detantoentantomepregunto,¿cómoes quela“defensa”delamujerhaparadoenmanosdegruposqueatodaslucesdesprecianla condicióndemujer?¿Cuántonoscomienza a costar esta supuesta liberación y reivindicación?Sumemostodosloshijosasesinados
en nuestros vientres, la mutilación de nuestrashijasenlosquirófanospara darlesunsupuesto “género” masculino, la explotación y comercialización sexual con nuestro consentimiento y el desprecio a lo sexualmente natural. Añade el que ahora son los hombres los que tienen legitimidad a la hora de definirnos como mujeres, de decirnos qué podemos decir y por cuáles derechos debemos abogar. Vale la pena que las mujeres se pregunten seriamente si realmente nos ha beneficiado ese feminismo deconstructivo y rabioso que se pasea por nuestras calles. Su verdadero legado es una fragmentación de nuestra identidad e integridad. Dualismo que nos deshumaniza y nos lleva a despreciar nuestro telos o propósito.