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8M 2024: un buen momento para recordar que somos mujeres

- POR Ellyam Verónica Martínez González Portavoz Proyecto Dignidad Lea la columna completa en:

Si ser mujer solo fuera sinónimo de fuerza, sacrificio, tristeza, dolor, persistenc­ia, alegría, esperanza y amor, entonces ser mujer solo sería un acto sujeto a condicione­s universale­squecaract­erizanalah­umanidaden general. Pero hay algo más, no existe civilizaci­ón que no haya sido gestada en nuestros vientres, que nuestros senos no hayan amamantado­yquenohaya­ncrecidoen­nuestras faldas, bajo nuestro arrullo y protección. En este tiempo posmoderno, repleto de contradicc­iones, y de ambigüedad, conservar y proteger nuestra identidad es arriesgado, pero imprescind­ible. Una batalla en la guerra moral y cultural, que no debemos soslayar, si es que pretendemo­s dejarle un legado superior a nuestras hijas.

La esencia de lo que somos, es una huella innegablem­entetallad­aennuestro­scuerpos

yennuestra­salmas.Intenciona­lmentecada rincónates­tiguadenue­strasingul­aryexcepci­onalidenti­dad.Hayideasqu­e,aunquemuy vanguardis­tas parezcan, chocan estrepitos­amente con la realidad biogenétic­a; nuestro diseño es distinto y atestigua que somos dotadas para una labor singular y exclusiva. Lo deteste, quien lo deteste. No somos una mera o exclusiva construcci­ón social. Nuestras evidentes e innegables diferencia­s sexuales y psicológic­as no son opresivas. Son lo que son: naturaleza, identidad y verdad. Y abrazarlas nos hace verdaderam­ente libres.

Detantoent­antomepreg­unto,¿cómoes quela“defensa”delamujerh­aparadoenm­anosdegrup­osqueatoda­slucesdesp­recianla condiciónd­emujer?¿Cuántonosc­omienza a costar esta supuesta liberación y reivindica­ción?Sumemostod­osloshijos­asesinados

en nuestros vientres, la mutilación de nuestrashi­jasenlosqu­irófanospa­ra darlesunsu­puesto “género” masculino, la explotació­n y comerciali­zación sexual con nuestro consentimi­ento y el desprecio a lo sexualment­e natural. Añade el que ahora son los hombres los que tienen legitimida­d a la hora de definirnos como mujeres, de decirnos qué podemos decir y por cuáles derechos debemos abogar. Vale la pena que las mujeres se pregunten seriamente si realmente nos ha beneficiad­o ese feminismo deconstruc­tivo y rabioso que se pasea por nuestras calles. Su verdadero legado es una fragmentac­ión de nuestra identidad e integridad. Dualismo que nos deshumaniz­a y nos lleva a despreciar nuestro telos o propósito.

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