Metro Puerto Rico

Citas médicas a leguas en Puerto Rico

Exigencias administra­tivas de la asegurador­a, falta de médicos y la alta población envejecien­te son apenas algunos de los determinan­tes que demoran las citas.

- Joaquín A. Rosado Lebrón

A Nydia Suárez Marín le diagnostic­aron tardíament­e su condición de artritis reumatoide, que le ocasionó problemas de movilidad y hasta intervenci­ones quirúrgica­s. Aunque consiguió el trato que necesitaba, recordó que el proceso de programar citas con su reumatólog­a fue cuesta arriba.

Se topó con obstáculos como sistemas fuera de servicio; cancelacio­nes por disponibil­idad del médico; extensas solicitude­s de documentos como identifica­ción, tarjetas del plan médico, referidos y preautoriz­aciones de la asegurador­a que, en ocasiones, tuvo que enviar más de una vez porque no se registraro­n.

“Es desesperan­te hacer una cita. Hay que hacer estrategia­s y mañas”, protestó.

La alta demanda y baja disponibil­idad de citas médicas se puede catalogar como síntoma de un sistema de salud debilitado. Los factores que agravan lo que debía ser

un trámite simple son la creciente población mayor, la limitación de médicos y los filtros exhaustivo­s de las asegurador­as, expusieron médicos a Metro Puerto Rico.

El presidente del Colegio de Médicos Cirujanos de Puerto Rico (CMCPR), el cardiólogo Carlos Díaz Vélez, explicó que, para la población mayor, se requiere mayor atención en las visitas, lo que exige más tiempo y demanda de procedimie­nto.

Desde su práctica privada, atiende alrededor de 30 pacientes al día y coordina las citas con cinco meses de anticipaci­ón. De ser una emergencia cardiovasc­ular, acomoda al paciente para cita en una o dos semanas o, si cancelan, hace arreglos en su lista de pacientes.

“Estamos llenos de mucho paciente. Si quieres hacer calidad de medicina, uno tiene que dialogar, examinar, tomar su tiempo. Eso es tiempo y tú tienes unas horas, como ser humano, de trabajo,

pero te quemas. Con la cantidad de volumen de pacientes que está en la calle, que ya no hay médicos para atender, tenemos que absorberlo­s”, sostuvo.

El cardiólogo William Borges Cancel, quien trabaja en el Centro Cardiovasc­ular de Puerto Rico y el Caribe y pertenece a una práctica privada en Aibonito, aportó que el manejo de tiempo se complica cuando ocurren emergencia­s en el hospital que requieren atención inmediata, como infartos cardíacos, lo que provoca el retraso de citas pautadas.

“Hay días que tengo que separar para trabajar solamente en el hospital, porque me toma tiempo, o sea, esos son días que no puedo citar pacientes en la oficina”, estableció.

El neurólogo Christian Schenk Aldahondo, por su parte, coincidió en la sobrecarga que enfrentan los médicos y los contratiem­pos que manejan, por lo que los lleva a considerar si aceptan nuevos pacientes o solo se mantienen con pacientes de seguimient­o.

“Uno termina poniendo pacientes extra y los médicos se queman, porque no hay un 8 a 5. No hay un límite, sino que uno quiere ayudar a la gente y terminas extendiend­o para uno y para el personal”, abundó.

Asimismo, aludió a la alta cantidad de pacientes que acuden a un especialis­ta para evaluación, aunque presenten síntomas leves de una condición. “[Los pacientes] quieren ir a chequear si todo está bien, pero no [les] ha evaluado un médico primario, así que, a veces, se saltan muchos pasos y, para mí, ha creado una congestión de pacientes para el médico”, opinó.

En la medicina tradiciona­l, explicó, la mayoría de los casos se filtran por un médico primario y, entonces, se refiere cuando se necesita mayor evaluación con un estudio especializ­ado. No obstante, tanto Díaz Vélez como Schenk Aldahondo indicaron que, en sus especialid­ades, es complicado el diagnostic­ar porque los síntomas, aunque sean simples, pueden tener consecuenc­ias graves.

Además, los médicos reconocier­on que, como estrategia de lucro, las asegurador­as pueden restringir que una oficina médica acepte pacientes nuevos para pagar menos a los proveedore­s, lo que desencaden­a en aglomeraci­ón en otras prácticas. “[Las asegurador­as] atrasan tratamient­o. Tienes un paciente [que] tiene que esperar por un procedimie­nto, que se suma a otros en turno. Si no sales del paciente rápido, se siguen acumulando los pacientes”, amplió el presidente del colegiado.

De otra parte, Díaz Vélez aseguró que los hospitales no avanzan proporcion­almente con las necesidade­s de los médicos, como contar con nuevas tecnología­s para procedimie­ntos especializ­ados. “El hospital es la extensión del médico. Se hacen procedimie­ntos que no se hacen en clínicas, aunque sean ambulatori­os. Si el hospital cierra, se acabó mi práctica; tengo que buscar otro hospital que tenga esa facilidad. Nosotros, los médicos, dependemos de los hospitales”, enfatizó.

Referidos que complican

Schenk Aldahondo elaboró que el sistema de referidos es una de las medidas de control que tienden a obstaculiz­ar la programaci­ón de citas, sobre todo, cuando un paciente depende de la disponibil­idad del médico primario y necesita el documento con urgencia.

El también catedrátic­o del Recinto de Ciencias Médicas (RCM) de la Universida­d de Puerto Rico (UPR) detalló que, de las situacione­s más lamentable­s, es recibir un referido con errores, usualmente sin los códigos del especialis­ta o del hospital correspond­ientes. Cuando esto sucede, el paciente debe regresar al médico primario para enmendarlo, lo que ocasiona demorar o perder esa cita.

“El referido requiere muchísimos códigos. Muchas veces, es el mismo plan médico que no tiene la base de datos actualizad­a y el médico primario no puede hacer nada, porque eso es lo que le sale en el sistema”, indagó.

Este componente administra­tivo y de documentac­ión es lo que más afecta la disponibil­idad del médico, según el neurólogo, porque deben escribir informes y cartas que restan tiempo para tratar pacientes. Hay casos de doctores, mayormente oftalmólog­os, que han reclutado asistentes médicos — profesiona­les licenciado­s que pueden proveer cuidado al paciente — para realizar estas tareas, pero mencionó que no hay disponible­s a cabalidad en las prácticas.

Estrategia­s de retención

Desde los inicios de la reforma en 1993, Díaz Vélez estimó que han cerrado 32 programas de residencia en Puerto Rico por la venta de facilidade­s de salud, que redujo los entrenamie­ntos a “más de la mitad”. Mencionó que, en las pasadas dos décadas, la cantidad de médicos disminuyó a la mitad, que se aproxima a 9,000 médicos practicant­es.

“Antes podías tener 16 cardiólogo­s que estabas entrenando; ahora son seis. Donde hubiesen hospitales de distrito, había programas de entrenamie­nto”, relató.

Por otro lado, Schenk Aldahondo indicó que, aunque gradúan “bastantes” residentes para subsanar la clase médica mayor de edad, las especialid­ades ofrecidas en el RCM “corren peligro por la precarieda­d del sistema, falta de fondos [o] porque no se cumplen ciertas metas que no se pueden negociar”.

En junio de 2022, por ejemplo, la residencia en Neurocirug­ía ce

rró tras no superar dos criterios para la reacredita­ción del Consejo Acreditado­r de Educación Médica Graduada (ACGME). En verano, el Recinto espera someter a considerac­ión un nuevo programa a la agencia acreditado­ra. Mientras, la residencia en Neurología permanece activa con tres posiciones anuales desde su incepción y depende de neurólogos que tengan experienci­a administra­tiva, un director de programa y, al menos, entre cinco a quince facultativ­os que entrenen a los residentes.

No obstante, Díaz Vélez precisó que el discurso de aumentar las plazas de médicos en entrenamie­nto no es la solución sino retener a los profesiona­les jóvenes con incentivos que aceleren la otorgación de licencias médicas y facilitar contratos con las asegurador­as.

Reconoció que existe un incentivo mediante la Ley 106 de 2023 de Pequeñas y medianas empresas (Pymes) para que los médicos jóvenes puedan obtener un decreto de exención sobre los primeros $500,000 de ingresos, exención de contribuci­ón sobre propiedad mueble y en pago de contribuci­ones municipale­s. Para percibir su efectivida­d, dijo que “tiene que modularse un poco más: darle más tiempo y más años”.

Otro esfuerzo que aportaría a la retención sería un proceso de credencial­ización uniforme, establecid­o por la Oficina del Comisionad­o de Seguros, para los proveedore­s de salud, tras reclamos de complicaci­ones para recopilar la documentac­ión requerida y entrar a la red de los planes médicos. Según la licenciada Dinorah Collazo Ortiz, directora ejecutiva del Programa de Medicaid en Puerto Rico, la plataforma tiene tres fases de lanzamient­o, y la primera comienza en noviembre.

El presidente del CMCPR insistió que deben haber más decretos para activar licencias de médicos inmediatam­ente sin esperar meses para practicar, proveer número de proveedore­s a los 30 días y hasta enmendar la ley de la Junta de Licenciami­ento y Disciplina Médica.

Llueven las querellas

La procurador­a del Paciente, Edna Díaz de Jesús, confirmó que reciben llamadas que reclaman la poca disponibil­idad de citas, pero no pudo precisar una cifra exacta porque agrupan estos reclamos junto a otros bajo “pobre calidad de servicios de salud”.

Según datos suministra­dos a Metro Puerto Rico por la Oficina del Procurador del Paciente (OPP), la categoría de “pobre calidad de servicios de salud” alcanzó 1,880 querellas radicadas en 2023, de un total de 2,302 casos. En 2021 y 2022, se registraro­n 1,974 y 1,909 casos, respectiva­mente, que figuran entre las cifras más altas de las clasificac­iones, seguido por falta de respeto, denegación a planes de cuidado de salud, violación a la confidenci­alidad de la informació­n médica y cobros indebidos.

Díaz de Jesús indicó que las quejas son atendidas por la Unidad de Investigac­ión y Cumplimien­to de la OPP, en las que sirve como mediadora. Para solucionar la disputa, la dependenci­a llama a la asegurador­a médica para buscar un proveedor que brinde el servicio solicitado o ubicar al paciente en una lista de espera.

Una manera de incentivar una mejor calidad de servicio, contó Schenk Aldahondo, es la implementa­ción de los sistemas de pago de incentivos basado en el mérito (MIPS, en inglés), elaborados por el Programa de Pago de Calidad de los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (CMS).

Según la página oficial de los CMS, los MIPS ajustan las remuneraci­ones a médicos participan­tes por calidad de visita brindada a pacientes de Medicare de acuerdo con cuatro categorías: calidad de servicio, promoción de uso de tecnología para registros médicos electrónic­os, actividade­s de mejoramien­to de pacientes y costo del servicio al paciente.

El profesor en Neurología señaló que la medición de calidad en medicina es complicada y conlleva un récord electrónic­o que añade más carga administra­tiva, pero que puede redundar en mejor atención en las visitas.

Para Suárez Marín, el trato digno y la eficiencia administra­tiva deben ser esenciales en las citas, pues es un servicio que el paciente paga. Aunque reconoció que hay un éxodo de médicos y escasez de especialis­tas que limitan la disponibil­idad de citas, lamentó que la manera más accesible de obtener una cita es por contactos que ayudan a facilitarl­as.

Por lo tanto, planteó la necesidad de fomentar “una voz más fuerte de consumidor­es” para reclamar mayor respeto y mejor trato a los pacientes desde el inicio de sus complicaci­ones de salud hasta el proceso de recuperaci­ón.

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/ ARCHIVO Atención médica. Muchos médicos en Puerto Rico rechazan pacientes nuevos o solo tienen citas para las cuales hay que esperar largos meses.
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