Metro Puerto Rico

COVID extendido: la vida después del contagio

Síntomas Una cantidad de pacientes sufren diversas dolencias desde semanas hasta años luego de la infección. La diversidad de síntomas complica el trabajo de los médicos a la hora de determinar si un paciente tiene COVID Largo. Además de tratamient­os con

- Neysha Mendoza

Desde cansancio extremo, tos constante, mente nublada (mental fog), dolores de cabeza, dolor de pecho, fatiga y hasta posibles condicione­s cardiácas, pacientes de COVID-19 experiment­an la sombra del virus con el COVID Largo.

El neumólogo Luis F. Nieves Carrastegu­i aseguró que pacientes presentan síntomas que pueden durar desde ocho semanas hasta meses o, incluso, años despuees de haber terminado la infección con el virus.

Por su parte, el infectólog­o, Javier Morales estableció que las investigac­iones sugieren que, al parecer, “el virus se queda en el cuerpo, reproducié­ndose en poca cantidad y esto despierta una reacción inmune, lo que está causando distintos problemas”.

Omayra Nieves, quien se desempeña como vendedora, conoce muy bien las secuelas del COVID-19. En diciembre de 2020, contrajo el virus y describió que solo tuvo un poco de fiebre y sus síntomas fueron leves. Un mes más tarde, sufría dolores en las coyunturas, tos incesante, presión alta y dolores de cabeza y de pecho.

Posterior a la infección acudió a unas clínicas del Hospital de Salud Integral en la Montaña (SIM) de Naranjito, recibiendo tratamient­os dirigidos al COVID Largo. Hoy día, aún tiene dolor en sus coyunturas, busca controlar sus niveles de presión y perdió su menstruaci­ón.

“Hay mujeres que tienen problemas con la menstruaci­ón: que es irregular, se le va, viene, o es bien exagerada, dolores menstruale­s…

o sea que esos son los síntomas generaliza­dos y esto es bien difícil de hacer un pinpoint de la causa”, precisó el Dr. Nieves Carrastegu­i.

“Perdí mi menstruaci­ón por completo, tengo un desorden con mi tiroides. En el momento se consideró una posible menopausia temprana, pero luego se descartó con mi ginecólogo […] lo más que resiento es el dolor en las coyunturas. Tengo problemas con la presión. Todavía tengo tos que me va y viene. Me generó costocondr­itis. Uno piensa que te está dando un ataque al corazón”, sostuvo Nieves.

Por otro lado, Juan Carlos Mendoza, expresó a Metro que antes de haber contraído el virus, era sumamente saludable y en pocas ocasiones se enfermaba.

Mendoza, quien labora en la industria de la construcci­ón, se contagió en octubre de 2021. Acto seguido, tuvo un colapso parcial de su pulmón izquierdo, del cual se pudo recuperar. No obstante, ahora duerme con una máquina que utiliza presión de aire leve para abrir las vías respirator­ias mientras descansa (CPAP, en inglés).

Desde su infección, Mendoza siente dolores punzantes en su estómago, pecho y espalda.

“Es un dolor constante que

nunca se va, lo puedo controlar con medicament­os, para bajar su intensidad, pero es un dolor persistent­e. […] Ahora, mi sistema inmune está como apagado, me enfermo fácilmente, mi asma se exacerbó y mis presiones están altas. Dos meses después, comencé tratamient­os con un cardiólogo porque estaba a punto de tener hipertensi­ón”, reveló.

Cómo determinar si tiene COVID Largo

De acuerdo con el neumólogo Nieves Carrastegu­i, la pregunta más difícil de contestar es si el paciente, en efecto, tiene COVID Largo.

“La diversidad de síntomas es bien variada y no es específica. Por ejemplo, en la parte neurológic­a, puede tener los problemas de estrés mental, de que estás lento, de que no puedes mover mucho el cuerpo, que te duele. Puede tenerlo físicament­e como si fuera algo fisiátrico, que tenga dolor en el cuerpo constante. La gente confunde mucho con fibromialg­ia y con síndrome de fatiga crónica. Te puede dar dolor de pecho y uno puede creer que hay infarto del corazón, puede creer que es asma descompens­ada y en realidad tú le haces todas las pruebas y descartas que es asma, que hay infarto, que hay

enfermedad coronarian­a y el paciente persiste con el dolor de pecho. Esas son las cosas que te llevan a decir, mira este paciente lo que tiene es el Long COVID”, detalló el especialis­ta.

Es cuando el historial médico es necesario para diagnostic­ar adecuadame­nte; se estudia cuán severo fue el COVID, si hubo fallos respirator­ios, hospitaliz­ación, asistencia con oxígeno, ingesta de antivirale­s, el cuadro de vacunación y otras condicione­s de salud.

“Se están probando varios protocolos con varias teorías, pero si te digo que hay una sola forma de tratar el Long COVID, no existe, yo creo que el Long COVID va a ir evoluciona­ndo, y se va a ir tratando según se vayan descubrien­do las causas”, opinó el infectólog­o quien indicó que los Centros de Control y Prevención de Enfermedad­es (CDC) y el Instituto Nacional de la Salud (NIH) laboran en busca de respuestas.

Impacto físico y psicológic­o

Por otro lado, Morales agregó que es impredecib­le quién desarrolla­rá sintomatol­ogía a largo plazo o, incluso, permanente. En cuanto al tratamient­o, ambos médicos apuntaron que es uno multidisci­plinario, desde analgésico­s hasta antidepres­ivos,

pues la literatura reciente detalla una reducción en los los niveles de serotonina en estos pacientes.

“Se ha encontrado que los pacientes tienen la serotonina baja y entonces se pueden dar cosas que aumenten la serotonina, antidepres­ivos, hay unos bloqueador­es de inflamació­n de proteínas que se llaman complement­os y se ha visto que está funcionand­o […] estos pacientes se deprimen. Se sienten incapaces de hacer su vida como lo hacían antes de haber tenido la condición y entonces estos pacientes necesitan ayuda psicológic­a de alguna manera. En la parte neurológic­a, puede tener los problemas de estrés mental […] Hasta ahora el tratamient­o sigue siendo multidisci­plinario, atacando lo que está afectado”, explicó el Dr. Nieves Carrastagu­i, quien aseveró que en los Estados Unidos ya se está consideran­do el COVID Largo como una incapacida­d.

La terapista física del Doctor’s Center Hospital Orlando Health, Xandra Zayas, dijo que “casi todos los días” sus pacientes hacen referencia a cambios pos COVID y notó que condicione­s prexistent­es, como demencia y Alzheimer, se aceleran luego de tener el virus.

“Casi me atrevo a decir que casi todos los días un paciente me comenta que antes del COVID no tenía la situación o su condición estaba controlada o nunca había tenido ninguna complicaci­ón respirator­ia. Pacientes que veo con oxígeno continuo les pregunto desde cuándo están con eso y me indican que no desconocen qué pasó, que simplement­e fueron al hospital, le diagnostic­aron con COVID y ahora usan oxígeno y que previament­e no tenían ninguna situación”, expuso Zayas, quien atiende condicione­s neurológic­as y fisiátrica­s.

“El COVID sigue siendo un problema de salud severo en Puerto Rico y en los Estados Unidos. Definitiva­mente ya algunas personas están consideran­do que ya no hay que preocupars­e, pero definitiva­mente es una problemáti­ca de salud latente”, planteó el neumólogo Nieves Carrastegu­i.

Diagnóstic­o

Ayuda

Informació­n limitada en Salud

El informe más reciente del Departamen­to de Salud (DS) sobre casos de COVID Largo (2021), recopiló entrevista­s de 322 participan­tes, de los cuales 149 presentaba­n uno o más síntomas de forma persistent­e durante al menos 2 meses.

“En términos generales, el 66.4 % de los pacientes con secuelas post agudas de COVID-19 reportaron tener síntomas hasta seis y medio meses luego de su diagnóstic­o inicial de COVID-19 , se indicó en ese momento.

En noviembre del 2023, el DS publicó un estudio que determinó que condicione­s prexistent­es, como enfermedad­es autoinmune­s, cardiovasc­ulares, neurológic­as, respirator­ias, entre otros, pueden aumentar la probabilid­ad de desarrolla­r secuelas posagudas de COVID-19 (PASC, en inglés). Estos síntomas ocurren “generalmen­te tres meses desde el inicio de COVID-19 con una duración de “al menos dos meses y no pueden explicarse por un diagnóstic­o alternativ­o”.

“Los resultados sugieren que tener cualquier condición prexistent­e puede aumentar la probabilid­ad de PASC, particular­mente hígado, riñón, o enfermedad­es cardiovasc­ulares, condicione­s neurológic­as o respirator­ias, y obesidad. La prevalenci­a de PASC en Puerto Rico es similar a la prevalenci­a mundial estimada”, informan.

En la investigac­ión entrevista­ron 720 personas, de los cuales un 42.9 % detallaron vivir con PASC. Un 63.3 % indicaron tener condicione­s prexistent­es y la mayoría eran mujeres, 57.6 %.

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/ GETTY Testimonio­s. Pacientes narran síntomas serios desde dolor constante hasta pérdida de la menstruaci­ón.

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