De Keila Zarí Pérez Quiñones

A + K,

Cuando tuvo que diseñar una pieza para utilizarse en un espacio público, Pérez no quería nada que fuera rígido ni permanente. Los lugares que llegaban a su mente eran la playa y el bosque y ella no quería ser quien dejara huella en ellos. Empezó a hacer dibujos hasta que se dió cuenta de que todos terminaban teniendo la forma de una hamaca. “Me despertó el interés por ser algo que tiene que ver con nuestro entorno y nos pertenece porque su origen fue en el Caribe. Además, desde pequeña siempre he usado las hamacas”, indica la joven. Precisamente, esos recuerdos de su niñez playera en el oeste fueron muy útiles para crear su versión de la pieza, más ligera, de apariencia moderna y cómoda para cargar. “Quería que fuera más práctica, más portátil y también impermeable”, relata.

Con el diseño terminado, Pérez se dió a la tarea de buscar quien fabricara la hamaca. Sólo entonces entendió por qué sus profesores le recalcan el reto que es ser diseñador en Puerto Rico. Visitó desde tapizadores hasta diseñadoras de moda y costureras pero nadie quiso coser su patrón. “Fue frustrante porque no es que no haya el personal adiestrado es que la gente no quiere salir de su zona de confort”, lamenta la estudiante quien, finalmente, consiguió ayuda de su mamá para sacar adelante el proyecto que ya más de una persona ha querido comprar. Pérez entiende que su trabajo se relaciona con la temática del bienestar porque promueve el disfrute y la contemplación de los espacios naturales. “Una de las ideas iniciales es sacar a la gente del uso de tanta tecnología y el apego a celulares y tablets. Escapar un poco de eso y empezar a usar estas otras tecnologías que te ayudan a comunicarte pero contigo mismo”, precisa la alumna de último año cuyo interés principal es el diseño de exhibiciones y escenografías.