No sufra en silencio
Aunque lo mejor es acudir al médico si las molestias son tan intensas, algunas medidas pueden ayudar a sobrellevar los cólicos.
Caliéntese. El calor relaja músculos y mejora la circulación en la pelvis. Una bolsa de agua caliente, compresas de agua tibia y hasta las mantas térmicas y duchas calientes son bienvenidas en estos días.
Hidrátese. Aunque la idea no es tomar líquidos a granel, se ha demostrado que las bebidas calientes inhiben la sensación molesta de dolor. Sopas, caldos, aguas aromáticas, preferiblemente de canela o de anís, al igual que el té son recomendables.
Dieta ligera. Una dieta suave, en la que la fibra, las frutas y las verduras estén en buenas proporciones, es la indicada. Elimine el café, merme la sal, evite el alcohol y el azúcar por el tiempo que duren los síntomas.
Relájese. Descansar, meditar o procurar sesiones de masajes o de yoga son una bendición.
Muévase. El ejercicio leve para promover la circulación y la eliminación de sustancias dañinas es recomendable. También, las caminatas cortas y estiramientos sin resistencia.
Evacúe. Procure no dejar que la vejiga se llene demasiado. Desocúpela ante la primera sensación. Eso quitará presión sobre los órganos vecinos afectados.
Por último. Use medicamentos conocidos y preferiblemente formulados. No dude en consultar y no se avergüence en caso de necesitar ayuda. Ese malestar tiene solución.
El síndrome premenstrual y síndrome disfórico premenstrual son otros problemas que giran alrededor de la menstruación dolorosa. En ocasiones, el dolor se asocia a molestias físicas y mentales que se repiten en cada menstruación, que tienden a ser progresivamente más severas y que impactan aspectos de la calidad de vida y relaciones sociales, sexuales y laborales de las pacientes. EL DIAGNÓSTICO. Se han definido de forma estandarizada los criterios diagnósticos de estos síndromes por parte de sociedades médicas mundiales, con el fin de diagnosticar de mejor forma estos problemas y, más aún, de tratarlos tempranamente y de forma adecuada, para impactar en la calidad de vida de estas pacientes.
Existen estudios realizados en varios países que han descrito la frecuencia de los trastornos de este tipo asociados al ciclo menstrual.
Sabemos hoy día que los latinoamericanos nos diferenciamos de las poblaciones de otras latitudes. Hace unos años se realizó un estudio entre mujeres latinoamericanas y europeas (más de 4,000) que mostró que por lo menos 96 por ciento de las mujeres latinoamericanas en edad fértil experimentan al menos una molestia previa a la menstruación. De otro lado, cerca del 71 por ciento de las mujeres reportan la forma más severa de este síndrome y, por consiguiente, ven afectadas sus relaciones de pareja y familiares, así como el desempeño laboral. El 65 por ciento de las encuestadas con los síntomas de la forma más severa del síndrome premenstrual tienen ausentismo laboral o estudiantil.
Las consecuencias derivadas no solo son para las pacientes, sino para el sistema económico y de salud de cada país. En Estados Unidos se ha cuantificado el impacto económico del síndrome premenstrual (SPM), determinando los costos médicos directos (demandas administrativas y honorarios) y los costos indirectos (días de ausencia laboral femenina y disminución de la productividad).