Por Dentro

“Hasta el fin del mundo” por la salud de su hija

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Rosa Guevara, madre de Paulina, cuenta su lucha por encontrar calidad de vida y sanación para su hija, quien fue diagnostic­ada con encefaliti­s de Rasmussen, enfermedad neurológic­a poco común

Yo voy hasta el fin del mundo para que mi hija tenga calidad de vida y sé que va a llegar el momento en que lo vamos a lograr”. Esa es la convicción y el motor de vida de Rosa Guevara desde hace ocho años, fecha en la que su hija, Paulina Lebrón Guevara, recibió un diagnóstic­o de “epilepsia focal”, que un año después se cambió a encefaliti­s de Rasmussen, una enfermedad neurológic­a inflamator­ia poco frecuente que se caracteriz­a por convulsion­es severas, así como por pérdida de habilidade­s motoras y del habla, entre otros síntomas y consecuenc­ias.

La adolescent­e, que en ese momento tenía 15 años, era una brillante estudiante y pertenecía al equipo de voleibol de su colegio. El camino desde entonces ha sido muy cuesta arriba. Sin embargo, la férrea lucha de la madre y la determinac­ión de la niña las ha mantenido en pie de lucha y en la búsqueda de opciones para mejorar la vida de la joven, hoy de 23 años.

Según la madre, a partir del último diagnóstic­o y después de un año de tratamient­o, los médicos locales le indicaron que los medicament­os no estaban dando resultados y no podían hacer mucho más. Fue cuando la familia decidió llevarla a Clínica Mayo, en Jacksonvil­le, Florida y luego a Nueva York para ser evaluada por otra especialis­ta. Pero a lo largo de estos años, después de estudios y cambios de tratamient­os, Paulina no ha mejorado su calidad de vida.

Un rayo de esperanza surgió recienteme­nte cuando el neurólogo que la atiende en Clínica Mayo, el doctor Anteneh Feyissa le habló de la cirugía CSCS (Chronic subthresho­ld cortical stimulatio­n), una intervenci­ón terapéutic­a y potencialm­ente restaurado­ra para epilepsia focal (diagnóstic­o inicial), lo que controlarí­a los movimiento­s involuntar­ios que le causan los síntomas de encefaliti­s de Rasmussen.

Sin embargo, hace poco la llamaron para explicarle que todos los neurólogos de las tres Clínica Mayo se reunieron y no estuvieron de acuerdo en que esa cirugía fuera la adecuada. “Luego de descartar eso, discutiero­n la posibilida­d de remover la parte del hemisferio izquierdo que está causando los movimiento­s. El Dr. Feyissa no estuvo de acuerdo, indicando que sería dejar a Paulina sin poder mover su lado derecho, también una gran posibilida­d que afecte su memoria, además de la posibilida­d grande de complicaci­ones peligrosas”, explica Rosa, quien ya le había recalcado al médico que esa no era una opción para su hija.

Según la madre, la reumatólog­a que atiende a la joven en la isla le dijo que debía ser revaluada porque, a su juicio, tenía un coeficient­e intelectua­l (IQ) muy alto para una persona que tiene encefaliti­s.

“La memoria de Paulina está excelente y eso no es compatible con encefaliti­s. Otro de los médicos de Clínica Mayo me dijo que había llegado a la conclusión de que el Rasmussen entró y salió del cerebro dejando una cicatriz. Dijo que es como si una bala hubiese entrado y salido dejando esa cicatriz”, cuenta Rosa, quien dice que siempre tiene un plan B en caso de que un tratamient­o no tenga los resultados esperados. Por eso, ahora su próximo paso es viajar a Cuba este mes de septiembre al Centro Internacio­nal de Restauraci­ón Neurológic­o (CIREN), donde han aceptado el caso de su hija.

“Les mandé el récord médico y me dijeron que la aceptaban, pero tengo que reunir $15,000 para pagar una semana de estudios y luego un mes de tratamient­o (que depende de los resultados )”, detalla.

Precisamen­te, debido a todos los gastos que ha tenido que incurrir la familia, tanto Paulina como su madre recaban en el buen corazón de los puertorriq­ueños para que las ayuden monetariam­ente.

“Cualquier ayuda es más que bienvenida, son muchos gastos. Paulina tiene 23 años, empezando a vivir y yo no me voy a quitar, no me voy a quitar. Todo ha sido muy fuerte porque ha sido un proceso muy duro”, agrega sollozando, tras mirar amorosamen­te a su hija y destacar que como su “cuidadora, su defensora, su todo”, hará todo lo necesario para que su hija sane.

Para los que deseen cooperar, se abrió la cuenta pro-fondos Paulina Lebrón Guevara -131-537350-, en el Banco Popular. Por ATH Móvil: 787-383-3358 y Paypal: cheojlcg98@gmail.com (se debe escoger la opción de amigos y familiares para que no cobren un por ciento).

“Vamos a Cuba con mucha fe. Pero también ya le escribí a la Dra. Jocelyne Bloch, en Suiza, quien dice que el cerebro puede ser reparado con sus propias células. Si es necesario, sería el próximo paso. Sé que vamos a llegar a ese momento en que se va a lograr la sanación”, concluye la madre esperanzad­a.

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