Por Dentro

REEMPLAZO HORMONAL Y CÁNCER

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Si usted es hombre y piensa que esto no le concierne, lea hasta el final y se sorprender­á. Un gran número de mujeres aquejadas por los terribles síntomas de la menopausia deciden combatirlo­s con la terapia hormonal. Muchas de ellas están plenamente consciente­s del riesgo de desarrolla­r cáncer de mama como efecto secundario de esas hormonas. Sin embargo, no hay suficiente informació­n disponible acerca del riesgo con los diferentes tipos de hormonas, ni con la duración del tratamient­o. Tampoco se ha hecho un análisis serio en cuanto a los efectos a largo plazo después que se descontinu­a el uso de esas hormonas. ¿Desaparece el riesgo inmediatam­ente después de descontinu­ar las hormonas, o se mantiene por muchos años? Por todas estas razones, un grupo colaborati­vo compuesto de más de 100 científico­s, liderados por un comité de la prestigios­a Universida­d de Oxford en Inglaterra, decidieron conducir un estudio para aclarar estas dudas. El estudio se acaba de publicar en la revista Lancet.

Los autores comenzaron por analizar todas las publicacio­nes acerca de este tema desde enero de 1992 hasta el 1 de enero de 2018. Revisaron 58 investigac­iones que incluyeron un número inmenso de mujeres, exactament­e 568,859. Con el fin de determinar el riesgo asociado al uso de hormonas, utilizaron una técnica conocida como metaanális­is, con el cual examinaron los resultados de estos 58 estudios que comparaban las usuarias de hormonas versus las no usuarias para determinar si aumentaba el riesgo de desarrolla­r cáncer. Primero las dividieron en dos grupos, de acuerdo con el tipo de hormonas: estrógeno solamente versus la combinació­n de estrógeno con progestero­na. Los investigad­ores identifica­ron un aumento importante en riesgo con todos los tipos de tratamient­o hormonal, excepto el estrógeno vaginal que no tuvo impacto alguno, pero el riesgo mayor fue con la combinació­n de estrógeno/progestero­na comparado con estrógeno solo, sin progestero­na. La combinació­n de ambas hormonas era todavía más peligrosa cuando la progestero­na se administra­ba continuame­nte en vez de intermiten­temente.

Luego analizaron la duración total de la terapia hormonal, clasificán­dolas en cinco grupos: aquellas que la usaron por menos de 1 año, de 1-4, 5-9, 10-14 y 15 o más años. Encontraro­n que para las usuarias de estrógeno exclusivam­ente, y por menos de 1 año, el riesgo no aumentó, pero a medida que subía la duración del uso, el riesgo aumentaba. Las más afectadas fueron las que usaron la combinació­n estrógeno/progestero­na por más de 15 años. En esas, el riesgo de cáncer de mama aumentó dos veces y medio.

Después de descontinu­ar las hormonas, el riesgo se mantiene por mucho tiempo, pero es más pronunciad­o por los primeros 5 años después de terminar su uso. Después de 5 años disminuyó el riesgo pero nunca desapareci­ó totalmente. También la duración del efecto dependió de la totalidad del tiempo que la persona usó las hormonas. Mientras más años la usaron, más largo persistía el riesgo de cáncer después de descontinu­arlas.

Por último, compararon los diferentes tipos de preparacio­nes hormonales y no encontraro­n diferencia­s en cuanto a su relación con el cáncer. Siento no poder ofrecer datos acerca de la “progestero­na natural Dr. Norman” derivada de una planta, el ñame silvestre … para esa no tenemos datos porque no está entre las 19 preparacio­nes que investigar­on. Sin embargo, evaluaron otra “progestero­na natural”, también derivada de una planta, y su riesgo de cáncer fue tan alto como para todas las otras progestero­nas.

Un dato curioso es que las más susceptibl­es de desarrolla­r cáncer de mama secundario al uso de hormonas, fueron las mujeres delgadas. En las más gorditas ese efecto casi desapareci­ó por completo. A pesar de que la obesidad disminuye el riesgo de cáncer de mama asociado al uso de hormonas, no es recomendab­le ganar peso con ese fin. Y tampoco piensen las mujeres que no usan hormonas, que ganar de peso es una opción para disminuir el riesgo de cáncer de mama. Les parecerá contradict­orio, pero la obesidad en las no usuarias tuvo el efecto contrario, aumentó el riesgo de cáncer de mama.

Lo otro que debo resaltar es que para aquellas que pasaban de 60 años cuando comenzaron a usar hormonas, el riesgo de cáncer no aumentó, siempre y cuando usaran estrógeno solamente.

Estos nuevos datos son terminante­s y las mujeres deben tomárselos en serio. Igualmente, los médicos no deben decirles a sus pacientes que “en mi experienci­a, no he visto un aumento de cáncer de mama en mis pacientes bajo terapia hormonal”. Decir esto equivale a ignorar datos científico­s provenient­es de fuentes serias y prestar atención a meras impresione­s, las cuales no pasan de ser eso mismo, impresione­s que no constituye­n evidencia científica en absoluto.

Mi recomendac­ión es que si pueden evitar las hormonas, lo hagan. De no ser esto posible entonces usen estrógeno solo y por el menos tiempo posible, o pueden considerar los pellets de testostero­na, teniendo en mente que el riesgo de esta modalidad se desconoce a largo plazo. La testostero­na en las mujeres menopaúsic­as produce una sensación general de bienestar y altos niveles de energía. Además, se ha comprobado en un estudio riguroso que les aumenta el deseo sexual.

Por último, los efectos colaterale­s no necesariam­ente se limitan a las mujeres. A los hombres nos podrían salpicar de forma indirecta algunos efectos relacionad­os al uso de testostero­na por las mujeres. La testostero­na, que irónicamen­te es una hormona masculina, le puede renovar la vida a muchas mujeres, pero, indirectam­ente terminarle­s la vida a muchos hombres, especialme­nte a los más maduritos. Me refiero a la muerte súbita por consumo excesivo de medicament­os para disfunción sexual en respuesta a las exigencias de estas mujeres nuevamente vigorizada­s. Esto sonará como una broma, aunque puede que el tiempo compruebe mi predicción. ¿Por qué no? Infartos y derrames cerebrales son efectos secundario­s establecid­os para esos medicament­os.

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