EVITA EL CONTAGIO
Desde muy pequeños, los niños pueden ser introducidos al mindfulness y a la meditación, prácticas que les darán las herramientas para tener una vida plena. “La idea es trabajar con el área emocional del niño, para que tenga calma y serenidad en las acciones que lleva a cabo a diario y que sean clave en su vida como adulto”, aconseja la doctora Vidamaris Zayas Velázquez, psicóloga clínica.
Beneficios de por vida
Les brindan las herramientas para autorregularse y autocontrolarse para no hablar fuera de turno, quedarse sentados en sus asiento o comportarse de una manera más adecuada en la vida.
Los niños aprenden a estar más conscientes de su conducta y sus acciones. Reconocen que hicieron algo mal y sus impulsos disminuyen.
Aprenden a escuchar a los adultos, especialmente a los padres y los maestros.
Tienen claro cuáles son las acciones que se esperan de ellos.
“Introducir a los niños a la meditación y al mindfulness se puede llevar a cabo desde muy temprano en la vida, incluso a partir de los tres años”, añade la psicóloga. “El proceso tiene que trabajarse por fases y se debe llevar a cabo tanto en la escuela como en el hogar, para que sea efectivo. Además, deben ir de la mano con la ayuda de un profesional de la salud mental”.
Padres y madres, sigan estos pasos:
Visiten a un profesional de la salud mental especializado en niños. Oriéntense (y los maestros también) sobre qué es el mindfulness, para que puedan guiar a los niños durante la semana. Enseñen al niño a respirar. Pídanle que se ponga la mano en el estómago y a comenzar conteos de 5 y 10 segundos inhalando. Se hace sentado, en posición digna y de respeto. Lo ideal es que haga el ejercicio de respiración tres minutos antes de comenzar la clase. Identifíquenle al niño una “mascota mindful”, perro, gato u otro animal, que pueda servir como pacificador en caso de que se salga de control. También se podría usar un silbido, un cuento o lectura, para que cuando la escuche o la lea, pueda ayudar a reducir el sentimiento del chico.