INSECTICIDAS Y ENFERMEDADES CARDIACAS
LLas estadísticas sugieren que un total de 52 mil millones de personas han perecido por causa de una criatura muy diminuta, el mosquito. Considerando que la población mundial en este momento es de 7.6 mil millones habitantes, estas cifras son asombrosas. Las víctimas fatales de este insecto, a lo largo de la historia, representan siete veces la población actual. Esta minúscula plaga ha derrumbado ejércitos y matado a poderosos líderes. La mayor parte de los insectos contribuyen algo a la ecología, ya sea polinizando plantas como lo hacen las abejas, sirviendo como fuente de alimento para otros animales, o comiéndose otros animales para así controlar y mantener un balance en la población. La excepción parece ser el mosquito. El consenso entre expertos en este tema es que su contribución es nula, a menos que su papel en la ecología sea enfermarnos y matarnos para mantener la población mundial humana bajo control. Esta columna no pretende ser un tratado de ecología. Realmente es otra mi preocupación.
Veamos. Al leer esto me imagino que muchos sentirán urgencia por rociar su casa con el primer frasco de insecticida que encuentren. Pero ¿es esta la mejor forma de enfrentar el problema? ¿Cuán seguros son estos pesticidas? Sabemos de algunos que causan cáncer. Existen varias clases de insecticidas, pero uno de los más populares pertenece a la familia denominada piretroides. Su uso residencial ha aumentado drásticamente en las últimas décadas, debido a que el uso de otros mucho más tóxicos, como el DDT y los organofosforados se han prohibido. Un dato curioso es que estos piretroides se derivan de un insecticida natural que se encuentra en la flor conocida como crisantemo. Quizás debido al hecho de que son derivados de una flor, se consideran inocuos. Muchas personas piensan que “si es natural tiene que ser bueno”, olvidando que el tabaco y la cocaína son de origen natural también. Por décadas los piretroides se han considerado entre los insecticidas más inocuos y representan aproximadamente el 30% del mercado mundial de pesticidas. Los piretroides se encuentran en una variedad de productos, incluyendo no solo los insecticidas domésticos y agrícolas, sino también en champús para mascotas, tratamientos para piojos y en repelentes de mosquitos. Estos se metabolizan rápidamente y se eliminan en la orina. Por esta razón, la concentración urinaria de estos productos se considera como un marcador perfecto de la magnitud de exposición a la sustancia. Los datos indican que dos de cada tres personas en EE.UU. tienen niveles medibles de estos productos en sus muestras de orina. En un reciente número de la revista JAMA Internal Medicine, un grupo de investigadores del Colegio de Salud Pública de la Universidad de Iowa comparó las muertes totales, incluyendo las cardiovasculares, entre los participantes de un prestigioso estudio. La singularidad de este estudio es que no solo recopila datos utilizando un cuestionario, sino que recolecta muestras de orina para medir la concentración de insecticidas piretroides. Los investigadores siguieron a los participantes hasta 17 años después de la medición urinaria. Los resultados fueron sorprendentes porque revelaron una elevación del riesgo de muerte en un 56% en
El consenso entre expertos en este tema es que su contribución (el mosquito) es nula, a menos que su papel en la ecología sea enfermarnos y matarnos