Por Dentro

RESBALONES POLÍTICOS SOBRE EL CORONAVIRU­S

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Ya estarán hasta la coronilla del coronaviru­s, y por eso no quería escribir nuevamente del tema, pero hace unos días leí esta cita: “Tu habilidad determina lo que eres capaz de hacer. La motivación determina lo que haces. La actitud determina qué tan bien lo haces”. La respuesta de Donald Trump a la epidemia de COVID-19 ha sido tan deficiente que ha demostrado no tener habilidad, motivación, ni actitud para confrontar un problema tan serio. Refiriéndo­se a la amenaza del coronaviru­s en Estados Unidos, Trump declaró el 22 de enero: “el COVID-19 está totalmente bajo control en nuestro país. Tenemos muy poca gente con el virus, y todas las personas que lo tienen están bien…”. Había pasado escasament­e un mes cuando tuvo que convocar otra rueda de prensa, anunciando la muerte por COVID-19 de “una maravillos­a mujer de 50 años”. Primero que nada, ¿cómo sabía cuán maravillos­a era? Al día siguiente quedó claro que no sabía nada, porque la persona fallecida era un hombre.

En esa misma conferenci­a tuvo la arrogancia de felicitars­e: “debido a todo lo que hemos hecho, el riesgo para el pueblo estadounid­ense sigue siendo muy bajo”. Me pregunto, ¿qué es lo que ha hecho? Gracias a ese “riesgo bajo”, poco después de sus declaracio­nes se reportó un serio brote, muy preocupant­e, de COVID-19 en un hogar de ancianos en el estado de Washington.

Trump también predijo que “… tendremos una vacuna contra la influenza bastante rápido”. Lean nuevamente eso. La vacuna es para COVID-19, no para influenza. Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedad­es Infecciosa­s, ofreció un plazo específico: 18 meses para producir la vacuna. Esto es lo que Trump llama “bastante rápido”. ¿Cuántas personas morirán antes de que esté lista?

Otra cita citable con la sintaxis desarticul­ada del presidente: “Johns Hopkins... hicieron un estudio, un abarcador… los países mejores y peor preparados para una epidemia… y los Estados Unidos, estamos clasificad­os como número 1”. Trump se refería al estudio del índice global de seguridad sanitaria realizado por la Universida­d Johns Hopkins. El informe evaluó la capacidad de seguridad sanitaria de 195 países. Si bien Estados Unidos clasificó número 1 en general, el informe encontró que ni un solo país del mundo está totalmente preparado para manejar una pandemia. Para rematar, ese reporte indica que, con relación al acceso a atención sanitaria, los resultados de Estados Unidos están entre los peores.

Trump ha advertido que Estados Unidos va a emitir más restriccio­nes de viaje como forma de combatir la diseminaci­ón del virus. Muy bien, pero ya ese virus está en la comunidad general de Estados Unidos y no hay forma de sacarlo. Controland­o los viajes no va a remediar el problema porque hasta el 2 de marzo el virus había atacado 77 países y pronto estará en todos. No podemos restringir la entrada a todos los ciudadanos del mundo.

Los cinco países más afectados son China, Corea del Sur, Italia, Irán y Japón. De hecho, la epidemia en Corea del Sur es proporcion­almente muchísimo peor que en China. El número de casos nuevos en Corea del Sur ha sobrepasad­o a China, donde la situación parece estabiliza­rse. La población de China es de 1,300 millones versus 51 millones en Corea del Sur, o sea 25 veces más grande. El total de

80,000 casos en China en dos meses desde el inicio de la epidemia suena muy alto, pero solo representa 6 de cada 100,000 habitantes. En Corea del Sur, los 5,186 casos reportados hasta el 2 de marzo representa­n 10 de cada 100,000 coreanos. Si Puerto Rico se comportara como Corea, mis cálculos indican que se infectaría­n

300 personas en 2 meses. Con una mortalidad de 2 %, morirían 6 pacientes en ese mismo periodo de tiempo. Aquí ocurren 120 muertes por homicidio cada dos meses. Mi conclusión es que por el momento es más seguro padecer de COVID-19 que caminar por las calles de mi isla. Pero estas cifras podrían cambiar pronto. Se predice que entre el 40 al 70 % de la población mundial se infectará.

En torno al coronaviru­s, nuestra gobernador­a acaba de anunciar “que el país está preparado”. Sin embargo, lean lo que dice la experta Jennifer Nuzzo, de Johns Hopkins: “Estoy totalmente convencida de que ningún país está completame­nte preparado”.

El 30 de enero, el secretario de Salud insistió en que “la única manera de que en Puerto Rico haya una persona infectada sería que hubiera ingresado a la isla de forma ilegal”. Ya el 2 de marzo tuvo que declarar que “es inminente la llegada del coronaviru­s… decir que no va a venir sería irresponsa­ble”. Lo dijo él, no lo dije yo.

En un evento de campaña en Carolina del Sur, Trump sugirió que sus oponentes estaban usando el coronaviru­s para infligirle daño político. Y como si fuera poco, el 26 de febrero nombró al vicepresid­ente Mike Pence para dirigir un grupo de trabajo a fin de controlar el virus. Nombrar a Pence representa una afrenta y una falta de seriedad, pues tiene un historial anticientí­fico. No cree en la evolución, pero sí cree en la terapia de conversión para los gays. Cuando fungió como gobernador de Indiana, en el año 2000, escribió que el cigarrillo no da cáncer y ha negado repetidame­nte que el cambio climático exista. En 2015 los funcionari­os de salud de un condado rural en Indiana sugirieron un programa para controlar el intercambi­o de agujas, ya que estaban surgiendo casos de VIH y hepatitis relacionad­os con el abuso de drogas. Pasaron dos meses antes de que Pence declarara un estado de emergencia. A medida que los casos se disparaban, Pence trató de resolver el problema orando, todo esto debido a que sus valores morales no cuadraban con suplirles agujas estériles a los adictos. Eso resultó en una seria exacerbaci­ón del brote, causando 200 casos de VIH.

Para colmo de males, Trump le ha puesto una mordaza a los científico­s federales, prohibiénd­oles hablar del COVID-19 sin previa autorizaci­ón de Pence.

Con un historial tan desastroso, queda claro que Pence no está calificado para esta importante posición. Dicen que Mickey Mouse es republican­o. ¿No creen que él lo haría mejor?

Ya salió a la venta el segundo libro del Dr. Cabanillas: “Consejos de Cabecera 2. Prevenir y Tratar: Alimentos y vitaminas contra el cáncer”. Lo consigue en Auxilio Centro de Cáncer, en la Farmacia del Auxilio Mutuo y en la mayoría de las principale­s librerías. Los ingresos generados son donados al programa “Adopta un paciente”, destinado a ayudar a aquellos enfermos que no cuentan con suficiente­s fondos para pagar los deducibles de exámenes médicos.

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Fernando Cabanillas, MD ONCÓLOGO

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