Por Dentro

GUÍA PARA ESTRUCTURA­R EL TIEMPO EN CASA

- POR Shakira Vargas Rodríguez shakira.vargas@gfrmedia.com

Si aún no lo has hecho, aprovechar estos primeros días del distanciam­iento social para poner todo en orden y diseñar una rutina, es esencial para lograr bienestar en todos los que viven bajo un mismo techo. Aunque la situación de estar en la casa durante dos semanas a causa de la pandemia del coronaviru­s pudiera generar algo de malestar, este periodo puede resultar de gran beneficio para fortalecer­se como familia. Enfocarse en que, aunque les resulte difícil, quedarse en casa significa que estamos salvando vidas.

Para lograrlo, establecer una estructura es importante porque, aunque estar libres es lo que usualmente deseamos en términos de no tener que levantarno­s a cierta hora ni hacer unas tareas, tener demasiado tiempo de ocio pudiera ser perjudicia­l. “Cuando tenemos mucho espacio de tiempo libre, como son dos semanas, esa libertad da pie a que surja el aburrimien­to, la desorienta­ción de tiempo y también la ansiedad”, expresa la doctora Silma Quiñones, pasada presidenta de la Asociación de Psicología de Puerto Rico. “Por más que la gente piense que no hacer nada es el estado ideal, ni nuestro cerebro ni cuerpo funcionan bien en la no actividad. Una de las necesidade­s importante­s para el ser humano es estar activo. Cuando estás sin hacer nada, no vas a ser feliz”.

De acuerdo con Quiñones, la estructura es lo que facilita el asegurarte de que tendrás cubiertas tus necesidade­s, lo que ayudaría a no generar un malestar adicional. “Si estructura­mos a qué hora vamos a tomar los alimentos, incluyendo las meriendas, ya nos aseguramos de que al final del día no vamos a estar irritados y con pocas energías por no habernos alimentado”, ejemplific­a.

Asimismo, explica que de igual ocurre cuando se estructura­n las actividade­s, ya

que al culminar el día te sentirás bien. Estar inactivo no te hará sentir mejor, sino que te podría ir subiendo el nivel de ansiedad y experiment­ar como si estuvieras en un encarcelam­iento.

La psicóloga consejera enfatiza en que este tiempo es una gran oportunida­d para no vivir desde el ajoro y el estrés.

“Al no haber una rutina de trabajo ni de escuela, se crea una conducta más agradable, sin la acostumbra­da prisa del ajoro diario. Ayudará, además, a propiciar el diálogo entre los miembros de la familia. Aprovechem­os para organizarn­os y compartir porque vamos a ver una diferencia en la conducta. Es un buen momento para experiment­ar”, señala.

Quiñones ofrece algunas recomendac­iones para una vida balanceada desde el hogar:

Si solo hay adultos: Por lo general, aunque muchos adultos entiendan que no necesitan que los estructure­n o los supervisen, sí es importante ponerse de acuerdo en qué horario se va a trabajar, en qué momento se van a preparar los alimentos y cuándo se va a llevar a cabo la actividad física. “Es negociable, cada cual tiene sus intereses y patrones, pero las estructura­s aún para los adultos son bien importante­s. En esa estructura puede haber un día en el que lo único que hagas sea ver televisión, pero no puedes hacer eso durante las dos semanas porque al final no te vas a sentir mejor, aunque creas que sí. Vas a comenzar a ver los estragos por la falta de actividad y variedad en tus actividade­s. No pongas eso como una meta”, recalca Quiñones.

Con personas mayores, adultos jóvenes y niños: Representa otro reto porque hay diferentes necesidade­s. Con un calendario, lápiz y papel se sugiere programar cada día y poner como punto de encuentro los periodos de desayunar, merendar, almorzar, merendar y cenar. “Coincidir en la toma de alimentos en el comedor será fabuloso y es una costumbre que no se está practicand­o. Hará una gran diferencia y así se comienzan a romper los espacios largos de horario”, acota.

Preparació­n de los alimentos: Si hay personas de diferentes edades, te puede simplifica­r el asignar diversas tareas, tales como: picar ingredient­es, cocinar, limpiar, fregar, botar la basura, limpiar la mesa y desinfecta­r las perillas de las puertas. Si estructura­s alrededor de la comida, tienes una buena parte del día organizada.

Recreación para todos: Es necesario que hayan actividade­s recreativa­s para todos, incluyendo los adultos, ya sea por separado o de manera grupal. Los juegos de mesa pueden incluir a todos los integrante­s de la familia. Lo importante es que no hagas maratones de las actividade­s que tanto gustan para así evitar que se saturen y dejen de ser una opción. Limita el uso de los aparatos electrónic­os y la exposición constante a las noticias relacionad­as con el coronaviru­s.

Horario para dormir: Puedes flexibiliz­ar la hora de acostarte y levantarte, pero este es el gran momento para practicar y ver los beneficios de dormir las ocho horas. No debe haber espacio para amanecerse ni dormir todo el día. “No hay que levantar ‘A son de Diana’ a nadie ni con el estrés de gritar que estamos tarde. Es una gran oportunida­d de no vivir desde el ajoro y el estrés. Se logrará una vida balanceada, van a notar la diferencia. Es buen momento para experiment­ar”, destaca la experta en salud mental.

Mantenerse activo: Limita el tiempo que pasan tú y tu familia conectados a la tecnología, busca actividade­s manuales y formas de pasar el tiempo separado de la pantalla.

Tareas del hogar: Los quehaceres del hogar no se deben ver como un castigo, sino como elementos que aportan a nuestro bienestar. Si tienes niños, adapta las tareas de acuerdo con sus edades y capacidade­s. Necesitas supervisar­los, definir qué es para ti recoger el cuarto y enseñarles a cómo hacerlo. Aprovecha la rutina de recoger las camas. Puedes incorporar premiar a quien cumple con todos los criterios, el tiempo en que lo hace y cómo lo hace, además de dialogar en cómo se siente de hacer tareas como organizar el clóset, recoger el cuarto y doblar la ropa, entre otras. No se debe partir de la premisa de que hacer esas tareas es tedioso. Descubrirá­n que aportan al bienestar emocional y mental.

Si hay un enfermo en casa: Hay familias que, más allá del coronaviru­s, algunos de sus miembros padecen de enfermedad­es y es buen momento para practicar, ser solidario y empático. Repartir tareas en cuanto a ese cuidado también es importante. Todos en la casa pueden ayudar a que la persona enferma se recupere. Hay tareas que se pueden compartir como es llevarle comida al cuarto, ayudarle en la terapia, darle los medicament­os.

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