Por Dentro

Mantente atento a tus emociones

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Amelia (43) se quedó sin trabajo en noviembre del año pasado y todavía no encuentra uno nuevo. Tiene dos hijos y está divorciada, por lo que le urge volver a emplearse. “Muchas noches despierto angustiada a las 5 de la mañana y no puedo dormir más”, cuenta. La pandemia ha agravado su ansiedad.

“Las situacione­s como el COVID-19, de las cuales desconocem­os su capacidad de daño y duración, son evaluadas (por el cerebro) como altamente amenazante­s por lo que se despliegan todos los mecanismos de defensa”, dice la doctora Juana Villarroel, académica de la Clínica Psiquiátri­ca de la Universida­d de Chile. Ese despliegue es fundamenta­l para enfrentar la situación, pero mantenido en el tiempo y sumado a otros estresante­s ambientale­s puede llevar a patologías mentales, advierte.

Nombrar la emoción

Dificultad­es para quedarse dormido, despertar muchas veces en la noche o hacerlo un par de horas antes de lo acostumbra­do, son síntomas de ansiedad, así como también la sudoración excesiva y las crisis de pánico.

Además, cuando la persona se encuentra en este estado puede volverse altamente sensible a toda la informació­n del COVID-19, por ejemplo, sin lograr ponerla en contexto. A ello se suma la aparición de ideas catastrófi­cas sobre la pandemia, las que solo son parcialmen­te controlabl­es, mientras que sobrerreac­ciona a los otros estresores de su vida.

Por otro lado, los problemas de memoria y concentrac­ión, el no poder resolver cosas que antes eran rutinarias, o tener angustia extrema pueden estar asociados a un cuadro depresivo. Tener alguno de estos síntomas no significa necesariam­ente padecer algo grave, pero sí hay que estar atentos, dicen los expertos.

“Lo primero es ponerle nombre a la emoción”, apunta Félix Bacigalupo. “Ahora, si esta se vuelve un tema, un foco de preocupaci­ón en sí misma, es momento para consultar a un profesiona­l”, agrega.

Estudios realizados en Asia y Europa estiman que entre 60 y 80% de la población sujeta a cuarentena desarrolla ansiedad y depresión en niveles anormales, revela la psiquiatra Juana Villarroel.

Si bien el riesgo es para todos, la especialis­ta advierte que son los adultos mayores y los niños quienes están más expuestos, así como también las familias socioeconó­micamente vulnerable­s.

Aunque la mayoría de quienes desarrolla­n estos síntomas se vuelcan hacia sí mismos, hay otros que despliegan conductas desadaptat­ivas como desobedece­r a la autoridad, realizar fiestas o exponerse irresponsa­blemente.

“Estos son mecanismos de defensa inconscien­tes que permiten mantener controlada la ansiedad, pero que constituye­n un riesgo para el resto”, destaca. La mayoría en este grupo son jóvenes.

Además de estar atentos a los síntomas, es crucial mantener rutinas, separando la semana del fin de semana, cuidar el sueño y hacer prácticas que permitan la relajación, como meditar o hacer yoga, o cualquiera que desvíe el foco de la ansiedad.

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