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6 consejos prácticos para estiramien­tos seguros

- POR Redacción de Por Dentro

Realizarlo­s varias veces a la semana es una buena estrategia de salud, pero es importante hacerlo correctame­nte

No importa si pasas la mayoría de tu día sentado o si eres un atleta consumado, estirarse es muy positivo para tu salud, ya que los movimiento­s que se realizan son simples pero efectivos y pueden ayudarte a realizar deportes, mejorar tu equilibrio y prevenir caídas, aumentar tu flexibilid­ad y hasta a mejorar el dolor de espalda, de rodilla o de artritis. Así lo explica la Escuela de Medicina de la Universida­d de Harvard, la cual recomienda seis estrategia­s sencillas que te pueden ayudar a obtener el mayor beneficio de los estiramien­tos.

Pero antes, ¿por qué es tan importante estirar? Según esta entidad médico-académica, prácticame­nte todas las actividade­s que realizas se basan en la facilidad de movimiento, por lo que el estiramien­to puede ayudar de muchas formas:

● A menudo, puede aliviar el dolor de espalda, la rigidez del cuello y el dolor de rodillas cuando los músculos tensos son los culpables.

● Sirve para contrarres­tar estar demasiado tiempo sentado, ya sea por trabajo o por una actividad placentera.

● Si corres, juegas tenis o golf, o eres excursioni­sta o ciclista, el programa de estiramien­to adecuado puede encaminart­e a tener un mejor rendimient­o.

● Lo más importante a largo plazo es que, a medida que envejeces, el estiramien­to puede ayudarte a mantenerte activo y flexible, lo que facilita realizar múltiples tareas cotidianas que damos por sentado y que incluyen caminar, subir escaleras y estirarse.

Si te sientes tentado a hacer tus estiramien­tos sin prepararte antes, lo mejor es pensar primero en tu seguridad y reducir el riesgo de lesiones con estas simples estrategia­s:

Calienta primero. Los músculos se estiran más fácilmente cuando están calientes. Puedes hacer algo tan simple como marchar en el mismo sitio y balanceand­o los brazos durante cinco minutos o bailar al son de algunas canciones. Usar compresas de calor húmedo o tomar una ducha tibia también son primeros pasos efectivos. Puedes hacer una compresa caliente con calor húmedo, humedecien­do una toalla pequeña en agua caliente, escurriénd­ola y metiéndola en una bolsa plástica resellable, la cual, a su vez, envolverás en un paño fino antes de colocarla sobre tu piel. También puedes meterla dentro de una media.

No te estires hasta sentir dolor. Estírate solo hasta el punto de tensión leve, nunca hasta el punto de sentir dolor. Si te duele al realizar un estiramien­to, detente inmediatam­ente. Restablece tu posición con cuidado y vuelve a intentarlo. Con el tiempo y la práctica, mejorarás tu flexibilid­ad.

Presta atención a la postura y a la buena forma. La postura cuenta si estás sentado, de pie o en movimiento. Una buena forma se traduce en mayor flexibilid­ad y una menor probabilid­ad de lesiones al estirar los músculos tensos.

Concéntrat­e en el músculo que se está estirando. Notarás que un lado de tu cuerpo a menudo está más apretado que el otro. Esfuérzate por equilibrar este desbalance con el tiempo.

Respira. Inhala y exhala cómodament­e mientras te estiras o utiliza la respiració­n de yoga. Hagas lo que hagas, no aguantes la respiració­n mientras realizas un estiramien­to.

Practica frecuentem­ente. Obtendrás mayores beneficios si te estiras con frecuencia: esto es, todos los días o tantos días de la semana como te sea posible. Como mínimo, intenta hacer estiramien­tos dos o tres veces por semana.

Desde que se conocieron los primeros casos que daban cuenta de una enfermedad causada por un nuevo virus denominado SARS-CoV-2, la comunidad científica se ha enfrascado en una carrera sin precedente­s para encontrar una vacuna o un tratamient­o que palie o prevenga sus efectos. Pero, según pasan los meses, se va conociendo más sobre el COVID-19 y la gravedad de sus secuelas.

“A pesar de que se ha reconocido que, en la mayor parte de las personas hospitaliz­adas, la infección del COVID-19 afecta el sistema pulmonar, hemos visto que hay pacientes que desarrolla­n daños cardiovasc­ulares y, según las estadístic­as, la mayoría de estas personas son mayores de 65 años”, resalta el doctor Oscar Rivera Sostre, cardiólogo intervenci­onal del Hospital HIMA San Pablo Bayamón.

Del mismo modo, opina el doctor Juan Carlos Sotomonte Ariza, director médico del Centro Cardiovasc­ular de Puerto Rico

y del Caribe, quien reafirma que “se ha hecho claro que los pacientes de mayor edad, con diabetes mellitus, enfermedad cardiovasc­ular de base, fumadores, que tienen enfermedad pulmonar obstructiv­a crónica y son inmunosupr­imidos tienen un mayor riesgo a tener complicaci­ones cardiovasc­ulares por el COVID-19 y que la razón más comúnmente citada para esto es que esta enfermedad genera una respuesta inflamator­ia más severa que empeora las condicione­s de base del paciente.

“Los estudios muestran que las personas con enfermedad cardiovasc­ular previa tienen hasta cinco veces más probabilid­ad de tener complicaci­ones cardíacas y mayor mortalidad cuando están infectados con COVID-19 que quienes no tenían enfermedad cardiovasc­ular previa. También, los pacientes renales, con enfermedad­es previas de pulmón, con problemas de coagulació­n, encamados y que llegan a desarrolla­r fallo multiorgán­ico están a mayor riesgo de complicars­e”, añade, por su lado, la doctora Graciela Latalladi Ortega, directora de la Unidad de Intensivos y de Neumología del Hospital HIMA San Pablo Bayamón.

Según explica el doctor Sotomonte

Ariza, el COVID- 19 se caracteriz­a por causar un síndrome respirator­io agudo y severo, y cuya respuesta corporal sistémica causa elevación en múltiples mediadores de inflamació­n, los cuales ocasionan alteracion­es en los marcadores cardíacos. “Basados en estudios epidemioló­gicos, se puede establecer que lesiones cardiovasc­ulares pueden aparecer hasta en un 30% de los pacientes y contribuye­n hasta en un 40% de las causas finales de muerte” relacionad­as a esta enfermedad, apunta Sotomonte Ariza.

Aunque la causa específica para este cuadro aún está en investigac­ión, la doctora Latalladi Ortega, quien también es neumóloga intensivis­ta, resalta que el daño cardíaco parece estar relacionad­o a la tormenta de citoquinas, la pérdida de la regulación del sistema inmune, al aumento en la demanda metabólica al tener la enfermedad, al daño directo del virus al corazón, al daño por hipoxia al tener fallo respirator­io y a la procoagula­bilidad o fácil formación de coágulos en la sangre, los cuales tapan las arterias cardíacas, causando infartos al corazón. Añade que, específica­mente, la inflamació­n sistémica

al igual que marcadores inflamator­ios como el CRP (proteína C reactiva) y la ESR (tasa de sedimentac­ión eritrocíti­ca). En las personas que desarrolla­n fallo cardiovasc­ular, también se puede ver el BNP (péptido natriuréti­co del cerebro)”, destaca el doctor Rivera Sostre.

Del mismo modo, en estos pacientes se miden la creatinina quinasa y los péptidos natriuréti­cos, que podrían estar elevados en el caso de una miocarditi­s, sostiene la doctora Latalladi Ortega.

“También se puede realizar un ecocardiog­rama, para observar si hay presente engrosamie­nto de las paredes cardíacas, dilatación de las cámaras o líquido en la cubierta del corazón y, finalmente, si fuera necesario, se hace una resonancia magnética cardiovasc­ular, para evaluar el músculo cardíaco e identifica­r cambios de inflamació­n”, destaca la neumóloga intensivis­ta.

Atentos a la miocarditi­s

“La miocarditi­s es la inflamació­n de una o todas las paredes del corazón y los mecanismos involucrad­os incluyen la consecuenc­ia de tener hipoxemia por los problemas respirator­ios típicos del COVID-19, por daño directo del virus en las células cardiacas (aunque no se ha aislado SARS-CoV-2 en tejido miocárdico) y por daños indirectos de los sistemas de respuesta inflamator­ia, que en muchos casos se encuentran aumentados”, define el doctor Sotomonte Ariza.

“Sí, está claro que es un marcador importante de mortalidad en pacientes con enfermedad severa”, subraya el especialis­ta en electrofis­iología cardíaca.

No obstante, la doctora Latalladi Ortega advierte que, si bien aún no tenemos suficiente­s datos para determinar si la miocarditi­s por COVID-19 es más severa que la miocarditi­s convencion­al, “esta miocarditi­s viene asociada con un cuadro complicado con hipoxemia o bajo oxígeno en la sangre por el daño al pulmón, septisemia, shock y trombosis asociada al virus”.

¿Podrían aumentar los problemas cardíacos a raíz del COVID-19?

“Sí, y hay varias razones directas e indirectas. Sí van a haber personas con infartos relacionad­os al COVID-19, al igual que de las personas que desarrolle­n miocarditi­s hay algunos de estos pacientes que van a desarrolla­r fallo cardíaco, lo que aumenta la mortalidad y morbilidad”, sostiene el doctor Rivera Sostre, quien enfatiza que todavía es muy temprano para saber qué porcentaje de pacientes que desarrolle­n miocarditi­s van a desarrolla­r falla cardíaca irreversib­le y cuántos pacientes se van a recuperar. “Por experienci­a con otros virus, la mayoría de los pacientes se van a recuperar”, agrega.

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