¿VITAMINA D PARA UNA TORMENTA?
Hace unos días leí un artículo científico muy interesante con relación a la vitamina D y su rol en la tormenta de citoquinas, típica del COVID-19. Antes de describir los hallazgos provocadores de la investigación del Dr. Vadir Backman y su equipo, es importante recordar cómo es que funciona la vitamina D.
Esta es una sustancia cuyo único rol se pensaba que era aumentar la absorción intestinal del calcio. Existen dos tipos de vitamina D, la D3 y la D2. La principal fuente natural de vitamina D3 es la síntesis en la piel a través de una reacción química que depende de la exposición al sol. Además del sol como fuente natural, la vitamina D se puede ingerir en la dieta, aunque solo unos pocos alimentos contienen una cantidad natural de vitamina D. En los Estados Unidos y otros países, la leche de vaca y los sustitutos de la leche de origen vegetal están fortificados con vitamina D, al igual que muchos cereales. La vitamina D-3 se transforma por el hígado en calcifediol que a su vez es convertido por los riñones en calcitriol, que es la forma activa de vitamina D. Las demás formas no son funcionales en el cuerpo. El calcitriol circula como una hormona en la sangre, teniendo un papel importante en la regulación del calcio, pero también tiene otros efectos que no han recibido tanta atención, incluyendo la reducción de la inflamación. ¿Recuerdan el papel importante de la inflamación en producir la tormenta de citoquinas? ¿Recuerdan también que la cortisona, como antiinflamatorio, funciona en prevenir y tratar esta tormenta? Pues entonces ya estamos listos para adentrarnos en dos artículos interesantes.
Backman, junto con su equipo, observaron diferencias inexplicables en las tasas de mortalidad de COVID-19 de un país a otro. Por ejemplo, Italia, España, Reino Unido y Francia tenían una mortalidad mucho más alta que China, Corea del Sur y EE.UU. Algunas personas sugirieron que esto podía explicarse por las diferencias de edad en la población, o hasta por variantes en las cepas del coronavirus. Pero Backman se mantuvo escéptico: “Ninguno de estos factores parece desempeñar un papel significativo”.
De igual modo, recordó que el sistema de salud en el norte de Italia es uno de los mejores del mundo. Las diferencias en la mortalidad existen incluso si uno analiza el mismo grupo de edad. “En lugar de eso, vimos una correlación significativa con la deficiencia de vitamina D”.
Muchos países en Europa, entre ellos Alemania, España e Italia, están deficientes en vitamina D. El Dr. Beckman cree que la vitamina D juega un papel importante porque no solo mejora nuestro sistema inmunitario innato, sino que también evita que nuestro sistema inmune se vuelva peligrosamente hiperactivo, como ocurre antes de la tormenta de citoquinas. Esto significa que tener niveles saludables de vitamina D en teoría podría proteger a los pacientes contra complicaciones graves, incluyendo la muerte por COVID-19.
También observó que pacientes con casos graves de COVID-19 tenían una mayor elevación de uno de los marcadores de inflamación llamado CRP. La gran mayoria (82%) de estos casos graves se presentan con alteración del CRP, mientras que 56% de los que tienen una forma leve de la enfermedad tienen esta alteración. También observaron que aquellos pacientes con COVID-19 y CRP alto, tenían un riesgo de 23% de deteriorarse, comparado con sus contrapartes con CRP bajo, cuyo riesgo era de solo 8%. Todavia más interesante es su observación de que existe una correlación inversa entre el nivel de CRP y el nivel de vitamina D. En otras palabras, mientras mayor el nivel de CRP en sangre, más bajo era el nivel de vitamina D.
Backman piensa que la vitamina D podría reducir la tasa de mortalidad. “No impedirá que un paciente contraiga el virus, pero puede reducir las complicaciones y prevenir la muerte”. A la misma vez, puso de relieve la urgencia de conducir un estudio aleatorizado para comprobar su hipótesis.
Inmediatamente después de leer el artículo de Backman, por una de esas grandes casualidades, un amigo me hizo llegar un reporte publicado en una revista que nunca leo, pero que contenía información acerca de un estudio prospectivo aleatorizado acerca de la vitamina D y su relación con la tormenta de citoquinas. Este estudio proviene de la Universidad de Córdoba, en España, y su autora es la Dra. Marta Entrenas Castillo. Ya ella conocía de otros estudios que sugerían la posibilidad de que la vitamina D podía disminuir el riesgo de daño pulmonar por la tormenta de citoquinas. Con su equipo, diseñó un estudio aleatorizado en el cual 2/3 partes de los pacientes con COVID se trataron con calcifediol, y el resto recibieron tratamiento estándar para la enfermedad. Recuerden que el calcifediol es la sustancia en la cual la vitamina D3 se convierte al pasar por el hígado.
Ellos decidieron usar calcifediol en vez de vitamina D3, con tal de conseguir un efecto más rápido, ya que no necesita activarse por el hígado. En el grupo de calcifediol,
El Dr. Beckman cree que la vitamina D juega un papel importante porque no solo mejora nuestro sistema inmunitario innato, sino que también evita que nuestro sistema inmune se vuelva peligrosamente hiperactivo.