ALGUNOS ANTICUERPOS SON BUENOS… Y OTROS TRAICIONEROS
Desde pequeños, todos sabemos que cuando nos contagiamos con una enfermedad viral, como por ejemplo sarampión, usualmente esto nos confiere inmunidad para el resto de la vida. Una notable excepción es la influenza, porque este virus todos los años sufre mutaciones que lo convierten para efectos prácticos en un virus nuevo. Por tanto, si nos da influenza en 2019, no estamos inmunizados para el 2020. Igualmente la vacuna no nos ayuda para nada de un año para otro.
En estos días observamos algo muy interesante en una paciente con COVID-19 manejada con nuestro protocolo en Auxilio Mutuo. Se había diagnosticado con COVID en una prueba de rutina, ya que había estado en contacto con una persona positiva, pero ella no presentaba síntomas. Debido a que todos sus marcadores de inflamación estaban normales, decidimos no tratarla con cortisona. Su primera prueba molecular fue positiva de entrada y luego de dos semanas, a insistencia de ella, le repetimos esa prueba, que esta vez cambió de positiva a negativa, como era de esperarse.
Después de 10 días del diagnóstico, le ordenamos la prueba rápida de sangre que mide los anticuerpos en contra del virus y esta prueba arrojó resultados negativos, indicando que todavía no había producido anticuerpos protectores. Tres semanas después del diagnóstico de COVID, cuando pensábamos que se había curado, pues seguía asintomática, la paciente súbitamente desarrolló síntomas severos de tos, fiebre, diarrea, falta de olfato y dolores musculares. Ninguno de estos síntomas estaba presente cuando se le diagnosticó el virus por primera vez. Le repetimos la prueba molecular y ahora estaba positiva nuevamente.
¿Qué paso aquí?
Pensamos que, debido a que no había producido anticuerpos, la paciente se había reinfectado o había sufrido una recaída, pues no había ninguna otra explicación. Como el COVID-19 es un virus nuevo, estamos todavía aprendiendo acerca de su comportamiento, especialmente en cuanto a si después de una infección, el virus nos proporciona inmunidad permanente. Existen datos preocupantes como por ejemplo, eventos de reinfección semanas o meses después de la infección primaria. Se ha reportado reinfección con COVID en al menos cinco individuos en todo el mundo. El primer reporte vino de Hong Kong, seguido de otros provenientes de Bélgica, Holanda, y más tarde uno de Ecuador y el más reciente en los Estados Unidos. Nadie ha dudado si realmente fueron reinfecciones, ya que estudiaron la composición molecular del primer y el segundo evento viral, resultando ser disímiles.
¿Por qué ocurre esto?
La razón obvia es que el sistema inmune del paciente no produjo anticuerpos en contra del virus, o produjo una cantidad insuficiente para protegerlo. Es importante señalar que en todos los cinco casos la primera infección fue leve. Es un dato bien conocido que las infecciones leves con COVID se asocian con una producción baja o nula de anticuerpos. Es importante estudiar cada paciente infectado por primera vez con este virus con el fin de determinar si producen anticuerpos, porque de no ser así, entonces el riesgo de una reinfección es muy alto. Durante el segundo episodio, la severidad fue igual en tres de los cinco casos, y en dos fue peor que en la primera infección.
Además de nuestro caso, que les describí anteriormente, tratado con nuestro protocolo, hemos identificado otros dos casos adicionales de posible reinfección de un total de 145 casos. Digo posible porque no conocemos si el segundo virus fue una cepa diferente al primero. La prueba molecular había estado positiva y luego se negativizó dos veces consecutivas en dos de los casos, pero en el momento en que desarrollaron síntomas nuevamente, meses después, la prueba molecular volvió a dar positiva. Estos dos casos, igual que el primero ya descrito, tuvieron una enfermedad sumamente leve y ninguno produjo anticuerpos, lo cual explicaría por qué se reinfectaron. En estudios publicados se ha estimado que hasta 20% de los pacientes infectados con COVID no producen anticuerpos.
En vista de todo esto, podemos concluir que la exposición previa a la enfermedad no se traduce necesariamente en una inmunidad garantizada. ¿Se reflejará también este fenómeno en aquellos vacunados contra COVID-19? En este momento podemos citar la buena noticia de que la vacuna de Astra-Zeneca ha estimulado la producción de anticuerpos neutralizantes en 100% de los pacientes después de la segunda dosis. La próxima pregunta lógicamente es: ¿cuán duraderos son estos anticuerpos producidos después de una infección y después de una
Podemos concluir que la exposición previa a la enfermedad no se traduce necesariamente en una inmunidad garantizada.
vacuna?
Científicos del Imperial College de Londres han rastreado los niveles de anticuerpos en la población británica tras la primera oleada de infecciones por COVID en marzo y abril. El estudio incluyó 365,000. Los hallazgos indicaron que los anticuerpos contra el coronavirus disminuyeron rápidamente. La disminución fue del 6% al 4.4%, para una caída del 26.5% sobre los tres meses del estudio. Los investigadores concluyeron que la protección después de la infección puede que no sea duradera.
Sin embargo, basándose en datos de 30,082 individuos examinados en Mount Sinai Health System, en la ciudad de Nueva York, los investigadores publicaron recientemente en la prestigiosa revista Science que 90% de las personas con infecciones por COVID-19 de leve a moderada, experimentaron respuestas robustas de anticuerpos contra el virus. Además, demostraron que los niveles de anticuerpos son relativamente estables durante el período del estudio, que duró cinco meses, por tanto, estos datos sugieren que contrario a la experiencia británica, los niveles de anticuerpos permanecen relativamente estables durante varios meses después de la infección. No nos olvidemos, sin embargo, del 10% que no produjo una respuesta robusta pues son los más preocupantes por su susceptibilidad a una reinfección.
En las recientes elecciones, el pueblo estadounidense ha comprobado que durante cuatro años ha estado produciendo un nivel alto de anticuerpos neutralizantes anti-Trump. Pero al momento que escribo esta columna, existe un gran peligro... y este yace en el potencial de que si pierde Trump, sus seguidores desarrollen un “shock” anafiláctico, que no es otra cosa que una reacción alérgica grave causada por otro tipo de anticuerpos llamados “IgE” dirigidos contra Biden. Esta reacción puede conducir a la muerte. Esperemos que este fenómeno no se desate en los próximos días si Trump alega que le robaron las elecciones. Aunque menos probable, igual puede suceder si Trump gana y los niveles de anticuerpos IgE de los seguidores de Biden se disparan. Esto no perfila bien. Debemos estar a la expectativa y prepararnos para manejar de una forma óptima el peor choque anafiláctico en la historia.
Por Jancee Dunn The New York Times
Una mañana reciente, mi familia estaba reunida en nuestros lugares de siempre en la mesa de la cocina: mi esposo, Tom, y yo frente a nuestras computadoras, mientras nuestra hija, con audífonos puestos, resolvía problemas de matemáticas para su clase remota. Cuando levanté la vista para hacerle una pregunta a Tom, mi vista quedaba bloqueada por una torre de objetos que había reunido y parecían estar apilados como piezas de Jenga.
Inhalé profundo y le expliqué, con mi mejor imitación de una persona calmada, que en este nuevo mundo surreal en el que los niños comparten nuestro espacio de trabajo es importante mantener el lugar relativamente libre de desorden.
Cuando terminé de hablar, él no respondió. Sin embargo, justo cuando empezaba a saltar una vena en mi frente, ofreció su propia interpretación de lo que había dicho.
“Te gustaría que me deshiciera de la basura que se acumuló sobre la mesa”, dijo Tom.
“Sí”, respondí, aliviada.
En vez de negar la existencia del desorden, o comenzar una pelea acerca de cómo, ante el panorama general de las cosas, los objetos sobre la mesa no eran importantes, como solía hacerlo, Tom estaba parafraseando, una técnica que consiste en repetir la perspectiva de tu pareja con tus propias palabras (o, según la frase inicial sugerida por la psicóloga neoyorquina Melissa Robinson-Brown: “Lo que te escucho decir es…”).
Es una técnica muy sencilla, pero, según mi experiencia con las relaciones, es la que con más probabilidad reducirá la tensión al poco tiempo, creará un poco de buena voluntad y despejará el camino para que se llegue a un consenso.
Parafrasear es uno de los componentes de la escucha activa, una técnica de varios pasos basada en prácticas terapéuticas sencillas y a menudo adjudicada a Carl Rogers, quien acuñó el término en la década de 1950. Requiere que el escucha absorba, entienda verdaderamente y responda con empatía a lo que se está diciendo.
Durante un conflicto, las personas solo quieren que las escuchen, comentó Robinson-Brown.
“Y ser escuchado implica que la otra persona valore tus sentimientos e ideas, aunque haya un desacuerdo”, comentó. “Por eso, simplemente escuchar a alguien y después ignorar lo que dijeron, o ni siquiera reconocerlo, puede crear sentimientos de invalidación, enojo o tristeza”.
Aunque los académicos no se ponen bien de acuerdo, al parecer hay al menos tres componentes de la escucha activa: expresar interés verbal y no verbal en lo que está diciendo la persona, parafrasear y pedirle a la persona que detalle lo dicho.
El confinamiento quizá sea la época perfecta para mejorar tus habilidades como receptor, lo cual posiblemente es más importante para tu relación que dominar el pan
los juicios, dijo Christopher Gearhart, profesor adjunto de Estudios de la Comunicación de Texas A&M de la Universidad Estatal de Tarleton, en Stephenville. “Ahora pensamos: ‘Por qué se molesta por eso; es una cosa de nada’, o algo así”, señaló. “El objetivo de la escucha activa es abordar los sentimientos del otro más allá de nuestras percepciones y valoraciones”.
Tampoco se debe idear una réplica mientras tu pareja está hablando. “Cuando el enfoque pasa de lo que está diciendo la pareja a la manera en que responderás, eso indica que la escucha ha terminado”, comentó Gearhart.
“La mayor parte del tiempo, las personas solo quieren expresarse o sentirse validados, tener a alguien que diga: ‘Yo me sentiría igual. Entiendo por qué te sientes así’”.
Mientras tu pareja está hablando, envía señales para que sepa que estás escuchando, pequeñas frases de continuación como “Ya veo”, “Sí” o “Entiendo”.