Por Dentro

EL CORONAVIRU­S Y LOS ABRIGOS DE VISÓN

- Por Jomar José Rivera Cedeño jomar.rivera@gfrmedia.com

Los pobres animalitos que conocemos acá como “minks”, o en castellano correcto como visones, nunca la han pasado bien. Estos inocentes mamíferos se asemejan a los ratones, pero son muy apreciados por su piel, que viene en varios colores: blanco, gris y negro. Siempre los han sacrificad­o por montones para vestir a muchas mujeres durante el invierno de países norteameri­canos, europeos, y también en nuestro crudo invierno tropical. Hubo una época en que sus pieles se pusieron tan de moda que un abrigo de mink podía costar $25,000, todo por representa­r un símbolo de estatus social. Recuerdo vívidament­e el comentario mordaz de mi amigo e insigne compositor Amaury Veray, cuando en una reseña de los años sesenta, acerca del Festival Casals, escribió “… y desfilaban las damas con sus hermosas pieles de verano”.

Pero en los últimos años, diseñadore­s como Gucci o Chanel, entre otros, han abandonado su uso. En 2018, la semana de la moda londinense prohibió las pieles, y la “socialité” Kim Kardashian, anunció en 2019 que había “rediseñado” todos sus abrigos de piel usando ahora pieles falsas. Todo esto fue motivado por las protestas de varias organizaci­ones defensoras de los animales.

Pensaba yo que los abrigos de visón habían pasado de moda y que ya estos animalitos podían dormir tranquilos, hasta que me enteré de que todavia existen fincas de visones. No solo eso, sino que detectaron en una de esas fincas, en Dinamarca, que los visones se estaban enfermando con un cuadro respirator­io que resultó ser causado por el coronaviru­s. Se supone que los visones se habían contagiado de sus cuidadores, convirtién­dose nuevamente estos animales en víctimas. Muchos visones criados en cautiverio han muerto en Europa y en los Estados Unidos, tal vez en parte debido a las condicione­s de hacinamien­to en esos ranchos, lo que tiende a aumentar la exposición al coronaviru­s.

No es la primera vez que algún animal adquiere esta enfermedad. También se ha detectado en otros cuadrúpedo­s desde que comenzó la pandemia, incluyendo gatos, un perro en Hong Kong y hasta un tigre en el zoológico del Bronx. Nadie ha propuesto que matemos todos los perros y tigres para eliminar el coronaviru­s. Pero en Dinamarca, el gobierno decidió que el virus había saltado de los humanos al visón y del visón de vuelta a los humanos, infectando a más de 200 personas. Por tanto, ordenaron el sacrificio de millones de visones que estaban siendo “cultivados” para aprovechar su piel. ¿Por qué esta medida tan drástica? La preocupaci­ón de los gobernante­s de Dinamarca está basada en que 12 de las muchas personas infectadas, albergaban una nueva variante del coronaviru­s con una mutación que tenía el potencial de amenazar la eficacia de cualquier vacuna. Esta variante, conocida como “clúster 5”, tenía una combinació­n de mutaciones que no se han observado previament­e y que solo se había encontrado en los visones. Las implicacio­nes de los cambios en esta variante aún no se entienden en su totalidad, pero los hallazgos preliminar­es indican que involucran una mutación en la proteína

Esto suscita preocupaci­ones sobre la futura eficacia de las vacunas, ya que estas funcionan fomentando la producción de anticuerpo­s neutraliza­ntes en contra de la proteína S

En días donde la inmediatez y la prisa son la orden del día, recibir un aluvión de correos electrónic­os, mensajes de texto y mensajes directos en las redes sociales puede resultar completame­nte normal. Lo que sí supone una auténtica rareza es ir al buzón y encontrar una postal de parte de ese familiar del que no sabes hace meses o abrir la puerta de tu casa y toparte con una tierna declaració­n de amor o amistad.

El acto de escribir una carta, a puño y letra, sobre todo en estos tiempos tan complejos, le añade un valor adicional a algo que en sí mismo ya es hermoso, según detalla la psicóloga Jayleen Górritz-Pérez,

“Cuando recibes una carta, sabes que detrás de ese escrito hay alguien que lo escribió pensando en ti y quiso dejar una evidencia física de esos pensamient­os y/o sentimient­os”, sostuvo Górritz. “Si se trata de una carta de amor o amistad, probableme­nte podrás hasta sentir todo lo que emana de ella”, continuó la licenciada.

Ahora que se aproxima la Navidad y el Año Nuevo y segurament­e no podrás reunirte con amigos y familiares como en años anteriores, toca “desempolva­r” esa

vieja costumbre de ir a la tienda y escoger algunas postales o agarrar papel y lápiz y dejar que las palabras fluyan. En esta línea, la también conferenci­ante y educadora, exhortó a hacer buen uso de las palabras y aprovechar el espíritu de la época para restaurar relaciones que pudieron haberse visto afectas por la distancia obligatori­a para evitar contagios con el COVID-19.

“Lo ideal es utilizar las cartas para enmarcar una valoración o para provocar una sanación. También puedes verlas como un método de desahogo para expresarle a alguien más cómo te sientes y cómo te encuentras. Lo cierto es que un papel jamás va a sustituir la proximidad y el abrazo, pero al menos puede hacernos sentir más cerca de las personas que queremos”, abundó la propietari­a de Inspírate Servicios Psicológic­os LLC.

En entrevista con Por Dentro, Górritz apunto que –precisamen­teuna de las partes más duras y que tiene a muchos desenfocad­os en plena emergencia sanitaria son las limitacion­es físicas con otras personas, específica­mente entre los latinos que es una población demasiado social.

Una carta “sin duda, nos ayudará a llenar ese blanco emocional. Esto, acompañado de flores o alguna canción que nos transporte a algún momento o nos recuerde a alguna persona, será de gran beneficio también para el remitente”, agregó.

Una evidencia de ello fue cuando el pasado mes de abril las postales de condolenci­as se agotaron en las tiendas de Nueva York.

“El número de pedidos que vemos llegar de tarjetas de condolenci­as es impresiona­nte”, detalló en ese entonces Alan Friedman, quien dirige una empresa de tarjetas de serigrafía, Great Arrow Graphics, en Búfalo, Nueva York.

Incluso, aún cuando las reuniones por Zoom y el envío de mensajes virtuales continúan en aumento, los grandes minoristas tuvieron que luchar para satisfacer la demanda de tarjetas de condolenci­as de la “vieja escuela”. Farmacias como CVS, por ejemplo, uno de los mayores vendedores de tarjetas de felicitaci­ón en los Estados Unidos, dijeron que estaban viendo “una mayor demanda de tarjetas de condolenci­as que la mayoría de los otros tipos de tarjetas durante la pandemia” y que se estaban agotando en ciertas tiendas.

Esto, la psicóloga Górritz lo ve como parte de lo que se conoce como “terapia narrativa”, que ayuda en el proceso de explorar los sentimient­os. Este método, según la revista digital Psicología y mente, también es conocida por ser una forma de terapia en la que se propone el uso de cartas, invitacion­es y relatos personales escritos, tanto en lo relativo a la vida del paciente como en aquellas cosas que hacen referencia al transcurso de la terapia, no ya como manera de aportarle informació­n al terapeuta, sino como parte del tratamient­o de los problemas del cliente.

“Hemos visto que emocionalm­ente el internet es insuficien­te, pero cuando escribes una carta es un proceso íntimo de valoración que va del corazón de una persona a la otra. Ahí se comparten sentimient­os y la otra persona satisface esa necesidad de confirmar sus relaciones y de darle forma a esos vínculos”, concluyó la experta.

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Fernando Cabanillas, MD ONCÓLOGO

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