EL CORONAVIRUS Y LOS ABRIGOS DE VISÓN
Los pobres animalitos que conocemos acá como “minks”, o en castellano correcto como visones, nunca la han pasado bien. Estos inocentes mamíferos se asemejan a los ratones, pero son muy apreciados por su piel, que viene en varios colores: blanco, gris y negro. Siempre los han sacrificado por montones para vestir a muchas mujeres durante el invierno de países norteamericanos, europeos, y también en nuestro crudo invierno tropical. Hubo una época en que sus pieles se pusieron tan de moda que un abrigo de mink podía costar $25,000, todo por representar un símbolo de estatus social. Recuerdo vívidamente el comentario mordaz de mi amigo e insigne compositor Amaury Veray, cuando en una reseña de los años sesenta, acerca del Festival Casals, escribió “… y desfilaban las damas con sus hermosas pieles de verano”.
Pero en los últimos años, diseñadores como Gucci o Chanel, entre otros, han abandonado su uso. En 2018, la semana de la moda londinense prohibió las pieles, y la “socialité” Kim Kardashian, anunció en 2019 que había “rediseñado” todos sus abrigos de piel usando ahora pieles falsas. Todo esto fue motivado por las protestas de varias organizaciones defensoras de los animales.
Pensaba yo que los abrigos de visón habían pasado de moda y que ya estos animalitos podían dormir tranquilos, hasta que me enteré de que todavia existen fincas de visones. No solo eso, sino que detectaron en una de esas fincas, en Dinamarca, que los visones se estaban enfermando con un cuadro respiratorio que resultó ser causado por el coronavirus. Se supone que los visones se habían contagiado de sus cuidadores, convirtiéndose nuevamente estos animales en víctimas. Muchos visones criados en cautiverio han muerto en Europa y en los Estados Unidos, tal vez en parte debido a las condiciones de hacinamiento en esos ranchos, lo que tiende a aumentar la exposición al coronavirus.
No es la primera vez que algún animal adquiere esta enfermedad. También se ha detectado en otros cuadrúpedos desde que comenzó la pandemia, incluyendo gatos, un perro en Hong Kong y hasta un tigre en el zoológico del Bronx. Nadie ha propuesto que matemos todos los perros y tigres para eliminar el coronavirus. Pero en Dinamarca, el gobierno decidió que el virus había saltado de los humanos al visón y del visón de vuelta a los humanos, infectando a más de 200 personas. Por tanto, ordenaron el sacrificio de millones de visones que estaban siendo “cultivados” para aprovechar su piel. ¿Por qué esta medida tan drástica? La preocupación de los gobernantes de Dinamarca está basada en que 12 de las muchas personas infectadas, albergaban una nueva variante del coronavirus con una mutación que tenía el potencial de amenazar la eficacia de cualquier vacuna. Esta variante, conocida como “clúster 5”, tenía una combinación de mutaciones que no se han observado previamente y que solo se había encontrado en los visones. Las implicaciones de los cambios en esta variante aún no se entienden en su totalidad, pero los hallazgos preliminares indican que involucran una mutación en la proteína
Esto suscita preocupaciones sobre la futura eficacia de las vacunas, ya que estas funcionan fomentando la producción de anticuerpos neutralizantes en contra de la proteína S
En días donde la inmediatez y la prisa son la orden del día, recibir un aluvión de correos electrónicos, mensajes de texto y mensajes directos en las redes sociales puede resultar completamente normal. Lo que sí supone una auténtica rareza es ir al buzón y encontrar una postal de parte de ese familiar del que no sabes hace meses o abrir la puerta de tu casa y toparte con una tierna declaración de amor o amistad.
El acto de escribir una carta, a puño y letra, sobre todo en estos tiempos tan complejos, le añade un valor adicional a algo que en sí mismo ya es hermoso, según detalla la psicóloga Jayleen Górritz-Pérez,
“Cuando recibes una carta, sabes que detrás de ese escrito hay alguien que lo escribió pensando en ti y quiso dejar una evidencia física de esos pensamientos y/o sentimientos”, sostuvo Górritz. “Si se trata de una carta de amor o amistad, probablemente podrás hasta sentir todo lo que emana de ella”, continuó la licenciada.
Ahora que se aproxima la Navidad y el Año Nuevo y seguramente no podrás reunirte con amigos y familiares como en años anteriores, toca “desempolvar” esa
vieja costumbre de ir a la tienda y escoger algunas postales o agarrar papel y lápiz y dejar que las palabras fluyan. En esta línea, la también conferenciante y educadora, exhortó a hacer buen uso de las palabras y aprovechar el espíritu de la época para restaurar relaciones que pudieron haberse visto afectas por la distancia obligatoria para evitar contagios con el COVID-19.
“Lo ideal es utilizar las cartas para enmarcar una valoración o para provocar una sanación. También puedes verlas como un método de desahogo para expresarle a alguien más cómo te sientes y cómo te encuentras. Lo cierto es que un papel jamás va a sustituir la proximidad y el abrazo, pero al menos puede hacernos sentir más cerca de las personas que queremos”, abundó la propietaria de Inspírate Servicios Psicológicos LLC.
En entrevista con Por Dentro, Górritz apunto que –precisamenteuna de las partes más duras y que tiene a muchos desenfocados en plena emergencia sanitaria son las limitaciones físicas con otras personas, específicamente entre los latinos que es una población demasiado social.
Una carta “sin duda, nos ayudará a llenar ese blanco emocional. Esto, acompañado de flores o alguna canción que nos transporte a algún momento o nos recuerde a alguna persona, será de gran beneficio también para el remitente”, agregó.
Una evidencia de ello fue cuando el pasado mes de abril las postales de condolencias se agotaron en las tiendas de Nueva York.
“El número de pedidos que vemos llegar de tarjetas de condolencias es impresionante”, detalló en ese entonces Alan Friedman, quien dirige una empresa de tarjetas de serigrafía, Great Arrow Graphics, en Búfalo, Nueva York.
Incluso, aún cuando las reuniones por Zoom y el envío de mensajes virtuales continúan en aumento, los grandes minoristas tuvieron que luchar para satisfacer la demanda de tarjetas de condolencias de la “vieja escuela”. Farmacias como CVS, por ejemplo, uno de los mayores vendedores de tarjetas de felicitación en los Estados Unidos, dijeron que estaban viendo “una mayor demanda de tarjetas de condolencias que la mayoría de los otros tipos de tarjetas durante la pandemia” y que se estaban agotando en ciertas tiendas.
Esto, la psicóloga Górritz lo ve como parte de lo que se conoce como “terapia narrativa”, que ayuda en el proceso de explorar los sentimientos. Este método, según la revista digital Psicología y mente, también es conocida por ser una forma de terapia en la que se propone el uso de cartas, invitaciones y relatos personales escritos, tanto en lo relativo a la vida del paciente como en aquellas cosas que hacen referencia al transcurso de la terapia, no ya como manera de aportarle información al terapeuta, sino como parte del tratamiento de los problemas del cliente.
“Hemos visto que emocionalmente el internet es insuficiente, pero cuando escribes una carta es un proceso íntimo de valoración que va del corazón de una persona a la otra. Ahí se comparten sentimientos y la otra persona satisface esa necesidad de confirmar sus relaciones y de darle forma a esos vínculos”, concluyó la experta.