LO QUE DEBES SABER SOBRE LA VACUNACIÓN PARA EL REGRESO A CLASES
Prepararse para el regreso a clases implica conseguir los materiales escolares requeridos, pero también asegurarse de que los niños y niñas estén protegidos de enfermedades infecciosas que podrían desembocar en problemas de salud serios a largo plazo.
El 25 de septiembre de 1983 se aprobó la Ley de Inmunización, también conocida como la Ley 25, que establece un mecanismo para que todo menor que vaya a comenzar su vida escolar esté debidamente inmunizado contra aquellas enfermedades que pueden afectar sus capacidades físicas o intelectuales.
Como parte del proceso, el Departamento de Salud debe identificar anualmente cuáles son las vacunas que debe tener un menor para poder estar en una institución educativa, ya sea privada o pública. Asimismo, las instituciones que estén a cargo de menores –entiéndase escuelas o centros de cuido– deben cumplir dicha ley. De no hacerlo, ya sea la institución o los padres de los menores, podrían tener una penalidad, como una multa o que no dejen entrar al niño a la institución educativa.
Y como ya se habla de un posible regreso a clases híbridas o presenciales, es vital que los padres sepan que entre las vacunas compulsorias que deben tener los menores está la del sarampión, tétano, neumococo y, desde el 2018, se agregó la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH), mencionó la gerontóloga Omayra Salgado, quien coordina el programa de prevención y detección temprana del cáncer de mama y cuello uterino en el Centro Comprensivo de Cáncer.
La vacunación es prevención contra ciertos tipos de cáncer
El VPH es una serie de virus que podrían causar diversos tipos de cáncer, como el cáncer cervical, de vagina, vulva, ano, pene, cabeza y cuello. Un 80% de las personas que están sexualmente activas contraerán el VPH, estiman los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). Con esta vacuna lo que se busca es prevenir estos tipos de cáncer causados por una infección de VPH antes de que las personas estén sexualmente activas.
“Los nueve virus del VPH son los responsables de un 70% a 90% de los casos de estos tipos de cáncer. La ventaja es que por medio de la vacuna se espera que en un tiempo se puedan eliminar algunos tipos de estos cánceres, como el de cuello uterino. Por ejemplo, en países como Australia, que la vacunación comenzó desde mucho antes, ya están viendo una reducción en la incidencia de cáncer de cuello uterino. Y en Estados Unidos ya se está viendo una disminución en la incidencia de lesiones precancerosas”, sostuvo la doctora Salgado.
Cuando una persona contrae VPH, puede estar expuesta a cepas de bajo riesgo o de alto riesgo. Las de alto riesgo pueden causar estos tipos de cáncer, y las de bajo riesgo pueden causar verrugas genitales.
“Sabemos que las verrugas genitales no son una condición que pueda poner en riesgo la vida, pero sí puede tener implicaciones en el órgano genital de la mujer o del hombre. También están los gastos que conlleva curar estas verrugas, algo que la vacuna también puede prevenir”, explicó la doctora Salgado.
La recomendación de los CDC y especialistas en cáncer es que esta vacuna se administre tanto a niñas como a niños, idealmente desde los 11 años hasta los 15 años. A estos menores les corresponden dos dosis. Vacunar a los niños y niñas dentro de esa edad tiene dos beneficios: su sistema inmunológico es más fuerte por lo que producirá una mayor protección y, al ser dos vacunas, es más fácil que cumplan con la serie y estén completamente inmunizados.
Para quienes se vacunen después de los 15 años hasta los 45 años, se recomienda la administración de tres dosis. En caso de que una persona haya estado expuesta al virus, indicó la doctora Salgado, se exhorta que se vacune como quiera, pues existen más de 150 cepas de VPH, siendo las de más alto riesgo aquellas cubiertas por la vacuna.
Los padres, madres o cuidadores que necesiten más información sobre esta y otras vacunas pueden comunicarse con el pediatra de sus hijos o con su médico primario. Asimismo, pueden visitar DondeMeVacuno.com para conocer los centros de vacunación disponibles en Puerto Rico, y completar el esquema de vacunas para toda la familia.
Por El Tiempo GDA
Es innegable que la pandemia y su evolución tan han incrementado la incertidumbre y el desaliento a nivel general, a tal punto que ahora las rutinas son agobiantes y hasta se extraña la ropa que se usaba antes para salir de la casa. Y es que vivir en armonía mientras el COVID-19 avanza es un desafío cada vez mayor, según Luz Marina Cano, médica paliativista y doctorada en pensamiento complejo.
Para Cano, el estrés es un mecanismo que se pone en marcha con mayor frecuencia en la actualidad, lo que promueve, además de tensión física, afectaciones emocionales que impiden llevar la vida de manera lúcida y tranquila.
De hecho, según la misma Organización Mundial de la Salud (OMS), la pandemia causada por el nuevo coronavirus ha configurado lo que desde hace algunas semanas se ha denominado fatiga pandémica. Cano explica que hay elementos que con solo pensarse pueden desencadenar una cascada hormonal que termina afectando todo el organismo. Por ejemplo, la susceptibilidad de enfermar y la percepción de la gravedad con la que se puede padecer la infección.
¿Qué es la fatiga pandémica? Cano la define como ese cansancio crónico que despiertan las reiteradas emociones promovidas por información excesiva, alertas, miedo, recomendaciones sobre el cuidado y la prevención, así como las noticias sobre el coronavirus, que en conjunto terminan bloqueando las acciones e inconscientemente, favorecer la negación y hasta el desinterés frente a la pandemia. “Esto es grave porque es una especie de reacción contraria a lo que se busca desde diferentes ámbitos, con consecuencias negativas que pueden afectar no solo al individuo, sino a la comunidad en general”, dice.
Rodrigo Córdoba, psiquiatra, expresidente de la Asociación Colombiana de Sociedades Científicas, afirma que esto podría interpretarse como un mecanismo de defensa emocional frente a elementos que se salen de las manos de los individuos y las sociedades. Además, estas situaciones y reacciones pueden incrementarse cuando los entes gubernamentales flexibilizan las restricciones y eliminan los confinamientos porque la gente puede interpretarlo como la desaparición del riesgo y la propia desaparición del virus, indica la psicóloga Sandra Herrera.