Dra. Filipa Godoy Vitorino
casos por cada 100,000 habitantes’. En Puerto Rico, estamos viendo unos 13 casos por cada 100,000”, lamenta la investigadora, mientras indica que en los países donde las mujeres tienen acceso a servicios de salud como aquí, el cáncer cervical está disminuyendo.
De hecho, dice que en Puerto Rico estuvo disminuyendo hasta finales de la pasada década. “Por eso nos llama la atención. Es un cáncer que, al tener pruebas de detección temprana, acceso a tratamiento para las lesiones precancerosas, además de que ahora tenemos vacunas, debería continuar disminuyendo”, agrega la investigadora, aunque aclara que el impacto de las y los jóvenes que se vacunan hoy día, se verá más adelante.
“Pero ahora estamos viendo un ascenso en cáncer de cuello uterino que es estadísticamente significativo. Hay varios aspectos que tenemos que monitorear. Lo primero es que las mujeres se estén haciendo las pruebas de detección temprana, la prueba del Papanicolau y la del VPH, que está recomendada para mujeres de 30 a
65 años”, explica la doctora Ortiz. Agrega que al analizar los datos de
2018 de la encuesta Behavioral Risk Factor Surveillance System, (BRFSS), el 79.3% de las mujeres de 21 a 65 años se habían hecho la prueba de cernimiento en los últimos tres años. Pero la meta que se estableció Estados Unidos para el 2020 fue de
90%, “así que, tenemos una brecha”. “En Puerto Rico, más del 90% de la población tiene servicios de salud, pero tenemos unas barreras por las cuales no se están haciendo esas pruebas, aunque tengan plan médico, no están llegando”, agrega la investigadora, quien cree que eso puede estar influenciando el aumento de cáncer cervical. Y enfatiza que una prueba de detección temprana -como es el Papanicolau- detecta células precancerosas, que son las que el médico trata antes de que se conviertan en cáncer.
“Eso me lleva a otro punto, que las mujeres se hacen la prueba, pero nos preocupa que las estemos perdiendo en esa parte del seguimiento médico. Sabemos que a veces no regresan para ver el resultado o no van a la cita para el tratamiento”, explica Ortiz. De hecho, ahora analizan datos de las aseguradoras de salud para entender qué porcentaje de mujeres que se hacen el Papanicolau completa el seguimiento.
Según la científica, en el estudio también se documenta que las mujeres más jóvenes tienen mayor incidencia de cáncer cervical. Por ejemplo, explica que en el análisis usaron como referencia el grupo de mujeres nacidas en 1961.“Pero en el gráfico pudimos observar que las nacidas en 1991 tienen cuatro veces mayor riesgo de un diagnóstico de cáncer cervical en comparación con las mujeres nacidas 20 años antes. Creemos que tiene que ver con cambios en estilos de vida, como un mayor número de parejas sexuales y que puede estar influenciando una mayor prevalencia de infección con virus del papiloma humano (VPH)”.
De hecho, se cree que la mayoría de la infección por VPH ocurre en la adultez temprana, alrededor de los 20 años. Pero la mediana de edad de un diagnóstico de cáncer cervical es a los 49 años. “En lo que te infectas y te da el cáncer transcurren varios años”, enfatiza la doctora Ortiz.
La relación entre el VPH y el cáncer cervical se ha comprobado en estudios de investigación alrededor de todo el mundo. De hecho, casi el 100% de los cánceres cervicales se atribuyen a este virus. De ahí la importancia de las pruebas de detección temprana, como el PAP en conjunto con la de VPH.
También se debe tener en cuenta que cuando las células precancerosas son detectadas en su etapa temprana, el pronóstico es muy bueno, con una sobrevivencia de más del 85%. Más aún, es de los pocos cánceres con los que se puede hacer prevención primaria (si te vacunas) y secundaria, cuando te haces las pruebas de detección, detectas a tiempo una condición premaligna y obtienes el tratamiento.