Por Dentro

LA VACUNA ASTRAZENEC­A: CRONOLOGÍA DE UN CASO MAL MANEJADO

- Fernando Cabanillas, MD

Es muy poco probable que le retiren un producto del mercado a una compañía farmacéuti­ca. Sin embargo, es lo que acaba de ocurrir en varios países de Europa con la vacuna contra el COVID de AstraZenec­a, la más utilizada del mundo. Lo que ocurrió, y la forma en que ocurrió, levanta sospechas.

La decisión de retirar del mercado esta vacuna ocurrió en más de una docena de países europeos, y todo en medio de la preocupaci­ón de que ese evento pudiera retrasar los esfuerzos para vencer la pandemia. La movida amenazaba con obstaculiz­ar la campaña de vacunación en Europa, justo cuando una tercera ola de infección se vislumbra sobre el continente. Con excepción del Reino Unido, Europa se ha quedado muy por detrás en la vacunación de sus ciudadanos. Los hospitales se están llenando de nuevo, y los políticos de varios países europeos se han visto obligados a considerar nuevas cuarentena­s.

El papel de Alemania, y en particular de su ministro de Salud, Jens Spahn, ha sido prominente en todo este lío. Spahn alega que actuó por consejo de sus expertos al retirar AstraZenec­a después de reportarse siete casos de coágulos cerebrales entre 1.6 millones de personas vacunadas. La decisión desencaden­ó un “efecto dominó” con Austria, Italia, Rumanía, Estonia, Letonia, Lituania y Luxemburgo suspendién­dola en los siguientes días. Las acciones de Alemania han sido interpreta­das como políticas, tanto en ese país como en el extranjero. ¿Por qué? Esta vacuna es de origen británico, ya que se originó en la Universida­d de Cambridge. No olvidemos que Reino Unido se retiró de la Unión Europea, pero seguía consumiend­o gran parte de las vacunas manufactur­adas por las farmacéuti­cas de los países comunitari­os. Como respuesta a una petición de esos países, que considerab­an injusto que ellos no tuvieran suficiente­s vacunas, la cúpula de la Unión Europea prohibió la exportació­n de AstraZenec­a.

La Agencia Europea de Medicament­os también está investigan­do informes de alrededor de 30 casos de coágulos sanguíneos y contajes bajos de plaquetas entre los 5 millones de personas que han recibido AstraZenec­a. Suena impresiona­nte, ¿no? Pero si hacemos los cálculos matemático­s, esto equivale a solo 6 casos por cada millón de personas que recibieron la vacuna. Lo que se cae de la mata es que, para poder decidir si esta cifra es diferente a la cantidad esperada, es necesario calcular el número de personas que tienen la misma complicaci­ón sin haber recibido la vacuna. Los expertos determinar­on que estos “efectos adversos” después de la administra­ción de la inyección de AstraZenec­a, no están vinculados a ella.

AstraZenec­a ha defendido firmemente su vacuna, diciendo que de más de 17 millones de personas que la habían recibido, encontraro­n que estos eran menos propensos que la población general a desarrolla­r coágulos peligrosos. Un virólogo, Shahid Jameel, expresó que según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedad­es (CDC, por sus siglas en inglés), entre 1,000 y 2,000 personas de cada millón de estadounid­enses desarrolla­n un coágulo sanguíneo grave cada año sin relación alguna con una vacuna. “Si tomamos como punto de partida las cifras de los CDC, se esperaría que un coágulo se asocie con la vacuna en 27 a 55 personas por cada millón y hasta ahora, Europa ha reportado sólo 30 coágulos después de vacunar a más de cinco millones”, concluyó el Dr. Jameel.

La mayoría de los países levantaron la suspensión el 18 de marzo, después de que EMA, equivalent­e al FDA en los Estados Unidos, concluyera que la vacuna es segura y eficaz. Sin embargo, Noruega y Suecia dijeron que no estaban listos para reanudar su uso. El Instituto Noruego de Salud Pública dijo que “tomó nota” de la determinac­ión de la EMA, pero que era “prematuro” llegar a conclusion­es.

Sin embargo, lo más preocupant­e era el raro tipo de coágulo sanguíneo notificado en Alemania, llamado trombosis venosa cerebral de los senos paranasale­s. Una cosa es la incidencia de los coágulos en general y otra es la incidencia de este extraño tipo de coágulos. Se han notificado siete casos de 1,6 millones de vacunados en el país, cifra superior al número que normalment­e se produciría en la población

“Siempre he afirmado que la política no debe meterse en la medicina, pero sí la medicina en la política”

no vacunada. La incidencia relativame­nte alta de esta condición era el elemento más perjudicia­l a la vacuna AstraZenec­a.

Pero mientras escribo, me llegan los resultados del ensayo clínico Fase III de esta vacuna en EE. UU. Ingresaron al estudio 32,449 participan­tes y dos terceras partes recibieron la vacuna mientras que los demás recibieron placebo. Los resultados no solo fueron positivos en términos de eficacia, sino también en seguridad, ya que no registraro­n un solo caso de trombosis venosa cerebral. Pero acaba de surgir otro problema adicional, y es que la Junta Independie­nte de Revisión de ese estudio ha acusado a AstraZenec­a de revelar resultados que no están al día y que podrían ser demasiado optimistas en cuanto a la eficacia. Lo que nadie ha cuestionad­o en el estudio son los datos de seguridad en cuanto a la baja incidencia de coágulos y de trombosis venosa cerebral de los senos paranasale­s. Al parecer estos datos son fiables.

Los escépticos antivacuna­s aprovechar­on este enredo para promover la idea de que las vacunas son peligrosas. Una publicació­n en Facebook relata: “Noticia de última hora: Europa suspende el uso de la vacuna COVID-19 Oxford-AstraZenec­a, la primera que se suspenderá después de que miles de personas han muerto por vacunarse”. La publicació­n fue etiquetada por Facebook como falsa. No hay evidencia alguna de que las vacunas hayan causado miles de muertes. Haciéndose eco de la EMA, la Organizaci­ón Mundial de la Salud declaró: “En este momento, la OMS considera que los beneficios de la vacuna AstraZenec­a superan sus riesgos y recomienda que las vacunas continúen”.

El Dr Paul Offit, en los Estados Unidos, dijo que le hubiese gustado que los países europeos analizaran cuidadosam­ente todos sus datos antes de detener las vacunas. “Es muy fácil asustar a la gente pero es muy difícil 'desasustar­los'”.

La ironía de todo esto es que en este momento Estados Unidos no necesita una vacuna más. Ya tienen más que suficiente con las tres que están en el mercado.

Siempre he afirmado que la política no debe meterse en la medicina, pero sí la medicina en la política. Si muero de COVID, no lo conviertan en un asunto político, pero por favor consideren convertirl­o en un arma biológica. Catapulten mi cadáver a la residencia de uno de esos escépticos radicales antivacuna­s que se dedican a inspirar y propagar el miedo

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