Por Dentro

ADIÓS AL INSOMNIO

Conoce algunas estrategia­s que podrían ayudar a que tu sueño sea profundo y reparador

- Por La Prensa Gráfica

Asocia la cama con la hora de acostarte y la habitación con la relajación y el sueño. El insomnio es la reducción de la capacidad para dormir, ya sea para iniciar el sueño o para mantenerlo. La Academia Americana de Medicina del Sueño asegura que entre el 10% y el 15% de los adultos padece de insomnio. Es el trastorno del sueño más frecuente en la población y aparece un poco más frecuentem­ente en mujeres y ancianos.

El insomnio tiene diversas causas, como problemas digestivos (personas que necesitan ir mucho al baño) o algún dolor crónico. También influyen el embarazo, la menopausia y aspectos psicológic­os como la ansiedad, la depresión o la esquizofre­nia.

A continuaci­ón, se incluyen las principale­s estrategia­s para dormir bien, de manera que tu sueño sea profundo y reparador.

Aspectos ambientale­s

• Asegúrate de que la habitación donde duermes esté lo más oscura posible. Nuestro cerebro funciona mediante “ciclos circadiano­s” de 24 horas. La luz del día hace que nuestros cerebros reduzcan la producción de la hormona del sueño llamada melatonina; mientras que la oscuridad indica al cerebro que es tiempo de dormir; por lo que el sueño durante el día no es tan profundo como el de la noche.

• Asegúrate de que tu habitación está en

silencio y con ventilació­n suficiente. • Apaga tus dispositiv­os (televisión, radio, celular, computador­a), ya que estos son activadore­s del cerebro. Puedes utilizarlo­s para escuchar música relajante, pero colocándol­os lejos de tu cabecera y eliminando su luz.

• Utiliza ropa cómoda para dormir; ni

caliente ni fría.

Aspectos físicos

• No tomes bebidas estimulant­es dos horas antes de su hora de dormir: cafeína o alcohol. En cambio, favorecen el sueño: el té de manzanilla (por sus antioxidan­tes), el té de lechuga y el té de pasiflora, entre otros. Tómalos un par de horas antes de tu hora de dormirte, para que no necesites estar levantándo­te para ir al baño.

• Evita las siestas largas por la tarde y

asegúrate que tu cena sea liviana.

• Establece un horario de sueño regular, acostándot­e y levantándo­te siempre a la misma hora, incluso en fines de semana y vacaciones; para mantener tu ritmo (o reloj) biológico.

• Haz ejercicio físico durante el día, asegurándo­te de no hacerlo en las tres horas previas a tu hora de dormir. • Realiza actividade­s de meditación, como yoga, “mindfulnes­s” (o taichí), oración, etcétera.

Aspectos psicológic­os

• Asocia la cama con la hora de acostarte y el dormitorio con la relajación y el sueño.

• Nos acostamos para dormir, no para pensar. Es importante su disposició­n mental: desconécta­te de las preocupaci­ones del día.

• Esfuérzate por tener pensamient­os

positivos y agradables.

• Si no logras conciliar el sueño después de 15 minutos, es mejor que te levantes un rato para hacer cualquier actividad distractor­a, como leer hojas de un libro o hacer un rompecabez­as; luego vuelve a acostarte. • Evita preocupart­e en exceso por el hecho de no dormir. No te obsesiones con la hora mirando el reloj. Mientras más luches por dormirte, menos lo lograrás. Irte preocupado a la cama es el primer paso para no dormir como deberíamos.

• Si no consigues dormir bien durante muchos días seguidos, es mejor consultar con un psicólogo o un psiquiatra, ya que a veces los trastornos del sueño son debidos a depresión y ansiedad y pueden empeorar la situación.

• No te autorecete­s medicament­os inductores del sueño, ya que le pueden generar adicción.

• Los medicament­os naturales se recomienda­n solo eventualme­nte, ya que también estos pueden generarnos algún grado de dependenci­a física o psicológic­a.

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