UNA SENSACIÓN DE FATALIDAD INMINENTE
El 30 de marzo, durante una reunión informativa en la Casa Blanca, la directora de los CDC, Dra. Rochelle Walensky, declaró que hay “tendencias preocupantes” en el aumento del número de casos, hospitalizaciones y muertes por COVID-19. Le preocupaba sobre todo la anémica respuesta de la nación a la pandemia.
Walensky lanzó una sombría advertencia acerca de su sensación de “fatalidad inminente”, al tiempo que pedía a los estadounidenses que no abandonaran las medidas de precaución. “Voy a hacer una pausa aquí, voy a abandonar el guion y reflexionar sobre la sensación que tengo de fatalidad inminente”, dijo Walensky, alarmada. “Hay tantas promesas y tantas razones para la esperanza, pero ahora mismo tengo miedo”.
También dijo que los casos de coronavirus habían aumentado alrededor de 10% en esa última semana. Añadió que Estados Unidos podría enfrentar una oleada similar a la que los países europeos experimentaron hace unas semanas, si los estadounidenses no se comprometían a detener la propagación.
¿En qué consiste y cómo definimos esa sensación de fatalidad inminente (en inglés, “a feeling of impending doom”)? Es la impresión de saber que algo mortal o trágico está a punto de ocurrir. Es como una “intuición o una premonición”. Esa sensación puede preceder a eventos médicos potencialmente mortales como un ataque al corazón o una reacción alérgica anafiláctica. También puede ser un síntoma de condiciones psicológicas como ansiedad o depresión. Ya en los siglos XV y XVI se hablaba de una sensación de fatalidad inminente asociada con la gran pandemia de la peste bubónica.
Sea como sea, no es el comentario que uno esperaría de una científica de gran calibre que ocupa una posición cuasi política. Walensky es bióloga molecular y en 1995 se graduó como médico de la Escuela de Medicina Johns Hopkins. Más tarde se especializó en Infectología en la Universidad de Harvard, para luego completar una maestría en Salud Pública. Es catedrática de medicina precisamente en Harvard. Nadie cuestiona sus credenciales. Lo que sí me extraña es su comentario.
El Dr. Anthony Fauci ocupa una posición un tanto equivalente a la de la Dra. Walensky y nunca lo hemos oído hablar de esa forma.
¿Estará deprimida o ansiosa la Dra. Walensky? A menudo esa sensación de fatalidad inminente viene acompañada por sudores, palpitaciones, temblores y diPor
“La interpretación de datos objetivos puede variar dependiendo de si usted es pesimista, optimista o superoptimista”
ficultad respiratoria, típico de un ataque de pánico. En su caso, nadie la vio temblar, sudar o respirar con dificultad, pero ciertamente logró asustar a muchas personas que se preocuparon por su comentario, lo cual me lleva a cuestionar si los datos objetivos acerca de la pandemia justifican sus expresiones.
Recordemos que para el próximo verano, la gran mayoría de los estadounidenses deben de estar vacunados, lo cual mitigaría en parte el problema, aunque también pueda alegar Walensky que aún no se sabe si las cepas variantes resistirán a las vacunas.
el momento, existe la inquietud de que las actuales cepas, y otras variantes emergentes, puedan evadir los anticuerpos neutralizantes en contra del virus. De hecho, existe la preocupación de que estas mutaciones sean responsables de la eficacia reducida de la vacuna Johnson & Johnson en Sudáfrica, donde la cepa sudafricana es prevalente. Allí solo tuvo un 57% de efectividad, frente al 72% en los Estados Unidos.
La vacuna de Pfizer, sin embargo, se estudió en 12,000 personas en Sudáfrica, donde se observaron altos niveles de protección. Desconocemos cuán bien funciona en contra de la cepa brasileña, que en mi opinión es la más preocupante. Tanto la vacuna Moderna como Pfizer, funcionan muy bien contra la cepa británica. Los datos provenientes de Israel, por ejemplo, son alentadores, porque el número de casos nuevos ha descendido a prácticamente cero después de haber vacunado a casi toda su población.
Con respecto a las cepas variantes, hay un dato esperanzador que conviene mencionar ahora. Sabemos que nuestro sistema inmune es mucho más complejo de lo que pensamos.
Ese sistema tiene dos ramas: la humoral, que representa la producción de anticuerpos que son como misiles teledirigidos que bombardean a los gérmenes, y la rama celular, que no depende totalmente de los anticuerpos. Esta segunda rama está representada por las células que llamamos “linfocitos T”, capaces de atacar un microbio directamente como en un combate cuerpo a cuerpo. La forma en que lo logran es aferrándose a un sitio específico en el virus. Los anticuerpos sirven como la primera línea de defensa contra la infección, pero la respuesta de los linfocitos es esencial para controlar la enfermedad.
El dato esperanzador a que me refiero es que se ha determinado que todas las cepas variantes son susceptibles a la inmunidad celular.
Los investigadores concluyen que todas las cepas deben ser susceptibles a la inmunidad que da la vacuna, aunque los anticuerpos no sean muy eficaces. Dicho en otras palabras, las vacunas puede que no siempre protejan totalmente contra algunas cepas variantes, particularmente las de Sudáfrica y Brasil, pero la inmunidad celular puede ofrecernos una protección parcial en caso de que nos fallen los misiles.
Mi opinión es que la Dra. Walensky ni está deprimida ni actuó en un arranque emotivo, sino que su comentario fue muy bien pensado y tenía la finalidad de asustar a la población con el fin de que se tomen más en serio la pandemia, algo que es necesario. Con un aumento de 10% en la tasa de casos nuevos, su advertencia puede tener un efecto favorable, aunque muchas personas se hayan sentido atemorizadas. Claro que el miedo no es la mejor forma de convencer, y usualmente tiene un efecto de corta duración.
La interpretación de datos objetivos puede variar dependiendo de si usted es pesimista, optimista o superoptimista. Pesimista: el vaso está medio vacío; optimista: el vaso está medio lleno, super optimista: el vaso del pesimista realmente está repleto… la mitad con agua y la otra mitad con aire.
Obviamente la Dra Walensky no es una superoptimista. La impresión que causó en algunos círculos es que se nos está cayendo el cielo encima, que esta pandemia la sobrevivirán solo las cucarachas, y que la única alternativa que nos queda es empezar desde cero, quizá con otro “big bang”.