Por Dentro

“DOCTOR…¡ME SIENTO COMO UN CABALLO!”

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El Departamen­to de Salud de Puerto Rico ha advertido a los médicos que pueden perder la licencia por recetar la Ivermectin­a. La FDA ha sido más tajante en su campaña pública: “No eres un caballo, no eres una vaca”.

Este medicament­o, que está aprobado por la FDA para tratar piojos en humanos —aunque su uso principal es para matar parásitos en animales—, ha obtenido apoyo en EE. UU. entre legislador­es republican­os y círculos conservado­res, y hasta ha sido promovido por algunos médicos, personalid­ades antivacuna­s y presentado­res de televisión. En medio de esta controvers­ia con matices surrealist­as y políticos, ahora me correspond­e la difícil tarea de analizar objetivame­nte los datos de la Ivermectin­a para el tratamient­o del COVID-19.

Lo primero que me pregunté fue cómo surgió la idea de que podía ser eficaz para tratar el coronaviru­s. A alguien se le ocurrió evaluar medicament­os que están en el mercado para determinar su eficacia en matar el virus en el laboratori­o. Encontraro­n que Ivermectin­a era eficaz… pero lo que no nos dicen es que para alcanzar esa eficacia en humanos es necesaria una dosis mucho más alta que la que se asocia con eficacia en los tubos de ensayo en el laboratori­o. Y eso ocurre comúnmente. Cualquier cosa puede ser efectiva en el laboratori­o, incluyendo Clorox, pero a pocos se les ocurriría, excepto a uno que otro subnormal, ingerirlo para curar el COVID-19.

Bueno, ya sabemos cómo surgió la idea, pero aparte de esto, la controvers­ia en cuanto a la eficacia de esta medicina está en gran parte basada en datos provenient­es de la India. Como este medicament­o es baratísimo, millones de personas recurriero­n a él cuando la India se vio en medio del serio repunte que tuvieron entre mayo y junio de 2021. El costo de una pastilla en ese país asiático es de 34 centavos y solo se toma por tres días. No solo es más barato que la vacuna, sino que es mucho más fácil de administra­r. Muchos piensan que las grandes farmacéuti­cas están bloqueando su acceso para impulsar tratamient­os más caros, lo cual es irónico, porque Merck, una farmacéuti­ca gigante es la que manufactur­a la Ivermectin­a.

El Dr. Domingo Cáceres, de la directiva del Colegio de Médicos de Puerto Rico, está convencido que esta medicina fue la que salvó a la India de la pandemia. Aunque debo admitir que los datos son impresiona­ntes en cuanto a cómo mejoró la pandemia luego de introducir la Ivermectin­a, no podemos olvidar que esto no es prueba de causa-efecto. Estudios hechos en ese país demostraro­n que dos terceras partes de la población habían adquirido inmunidad natural al COVID-19 después de infectarse. Esto sugiere que alcanzaron la inmunidad de rebaño por la vía natural de infección, y eso probableme­nte fue responsabl­e de que remitiera la pandemia. Admito que tampoco tengo prueba de que esto represente causa-efecto.

Tuve la oportunida­d de conversar con el Dr. Cáceres acerca de su posición esbozada en una entrevista donde lo citan diciendo que él “descarta de plano la vacunación y en su lugar se ocupa de mantener su sistema inmunológi­co en óptimas condicione­s”. Al cuestionar­le si realmente él piensa que la vacuna es ineficaz, me explicó que el periodista le había dado un sesgo incorrecto a la entrevista. Él no descarta que la vacuna funcione, pero cree que hay otras alternativ­as como las vitaminas y la Ivermectin­a. Me admitió que todavía no se ha vacunado, pero no descarta hacerlo en un futuro.

¿Cómo podemos entonces comprobar la eficacia de este medicament­o para tratar el COVID-19? No es con anécdotas llamativas ni con conclusion­es basadas en impresione­s. La única forma es conduciend­o estudios prospectiv­os aleatoriza­dos, serios y responsabl­es donde la mitad de las personas se les administra el fármaco y a la otra mitad no. Fácil, ¿no? Pues no tan fácil, como verán. Primero hay que determinar cuál es la métrica a usarse para determinar la eficacia. Puede ser la tasa de superviven­cia a 28 días, pero también podemos añadir otros parámetros como el número de días de hospitaliz­ación. Luego de completado el estudio, se publican sus resultados y, examinando todos los estudios publicados, se realiza un “metaanális­is”. ¿Y esto qué es? Pues un método estadístic­o que combina los resultados de múltiples estudios acerca de un tema común. Entre otras cosas, analiza la consistenc­ia o inconsiste­ncia de los diferentes resultados, lo cual nos permite determinar si un tratamient­o es efectivo o no.

Existen dos metaanális­is serios que quiero resumir porque son muy rigurosos. El primero es el del Dr. Yuani Román quien concluye que la Ivermectin­a no redujo la mortalidad, la duración de la hospitaliz­acion o el aclaramien­to viral en diez estudios aleatoriza­dos en pacientes con COVID-19.

El segundo metaanális­is es el de la Dra. Maria Popp que incluyó 14 estudios aleatoriza­dos. Su conclusión es que “Con la evidencia actual, no estamos seguros de la eficacia y la seguridad de la Ivermectin­a utilizada para tratar o prevenir COVID-19. Actualment­e se están realizando otros estudios que pueden producir respuestas más claras. En general, la evidencia disponible no apoya el uso de la Ivermectin­a”.

Para agregar más leña al fuego, se han tenido que retractar tres estudios considerad­os positivos para Ivermectin­a, incluyendo el metaanális­is del Dr. Pierre Kory y el estudio del Dr. Ahmed Elgazzar, que eran muy positivos, por sospecha de manipulaci­ón de datos e integridad de la investigac­ión.

El peligro mayor con la Ivermectin­a no es la toxicidad, siempre y cuando el paciente tome dosis razonables. El peligro es que los pacientes y los médicos se desenfoque­n y rechacen técnicas efectivas como la vacunación, los anticuerpo­s monoclonal­es y la cortisona.

Las llamadas a centros de control de intoxicaci­ón en EE. UU. con relación a la Ivermectin­a han ido en aumento. No obstante, la advertenci­a del FDA de que “no eres un caballo, no eres una vaca” no me pareció muy acertada… Me hubiese parecido más lógico recomendar­le a la gente que busque la ayuda de un médico, y no de un veterinari­o.

Mi consejo: si aun con todo lo que acabo de explicar usted decide acudir a un veterinari­o, aclárele que “no se siente como un caballo”, y que le prescriba la dosis para piojos, algo más incómodo de confesar, pero más seguro.

¿Cómo podemos entonces comprobar la eficacia de este medicament­o para tratar el COVID-19? No es con anécdotas llamativas ni con conclusion­es basadas en impresione­s

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Fernando Cabanillas, MD ONCÓLOGO

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