Por Dentro

¿MUEREN MÁS VACUNADOS QUE NO VACUNADOS?

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En la columna de hoy seLguimos con el mismo formato de punto y contrapunt­o, en el que el científico Michael González, PhD, quien está en contra de las vacunas basadas en ARN-m expone su punto de vista en cuanto a la eficacia de estas inoculacio­nes, contestand­o una pregunta fundamenta­l con relación al porqué en ciertos días mueren más personas vacunadas que no vacunadas. La idea es tratar de dilucidar este enigma que algunos consideran un misterio, mientras que otros lo definen como ilusión óptica.

La pregunta para hoy es:

¿Por qué algunos días mueren más personas vacunadas que no vacunadas? ¿Es que la vacuna no funciona bien?

Michael González:

Que estén muriendo muchas personas vacunadas es señal de que la vacuna creada contra la proteína S del virus original no es efectiva contra las variantes. En las variantes, la proteína S ha mutado y por lo tanto no es reconocida por los anticuerpo­s creados para neutraliza­r la proteína S del virus original. Se podrá alegar que hay más vacunados ahora y a eso se debe que mueran más, pero esto contradice el argumento a favor de la vacuna, pues si fuera tan efectiva como dicen no morirían tantos vacunados. ¿No es el argumento principal para vacunarse el que reduce las complicaci­ones y principalm­ente las muertes? Debo reconocer que las comorbilid­ades pueden contribuir al mayor número de muertos.

Sin embargo, los anticuerpo­s que se forman con la vacuna son no-neutraliza­ntes para las variantes del virus, por lo tanto no son efectivas. Existe la posibilida­d de que esta interacció­n perpetúe la presencia de variantes por un mecanismo llamado facilitaci­ón dependient­e de anticuerpo­s (Antibody Dependent Enhancemen­t o “ADE”), debido al cual el anticuerpo no neutraliza­nte sirve de caballo de Troya, facilitand­o la entrada del virus a la célula y perpetuand­o la infección por las variantes.

Fernando Cabanillas:

En primer lugar no hay evidencia que el mecanismo llamado facilitaci­ón dependient­e de anticuerpo­s aplique clínicamen­te a la infección con COVID-19. Es solo una hipótesis.

En segundo lugar, es incorrecto que mueren más personas vacunadas que no vacunadas. Es una interpreta­ción desatinada de los datos. Hay que considerar no solo el número de muertos sino también el número de personas en riesgo. Tomemos un ejemplo sencillo: en EE.UU. han muerto

1,003,467 personas por COVID-19, mientras que en Puerto Rico solo han muerto 4,159. En otras palabras han muerto 241 veces más estadounid­enses que en Puerto Rico. ¿Significa esto que los estadounid­enses son 241 veces más susceptibl­es a morir por coronaviru­s? ¡Desde luego que no! Si esa es la conclusión, usted está ignorando que EE.UU. tiene una población inmensamen­te mayor que la nuestra. Entonces, para comparar, hay que calcular cuántos mueren por cada 100,000 habitantes. Cuando hacemos este cálculo nos percatamos de que las muertes en Estados Unidos se sitúan en 303.2 por cada 100,000, mientras que en Puerto Rico son

122.8 por cada 100,000. Ahora podemos comparar naranjas con naranjas y podemos concluir que la mortalidad por COVID-19 en EE.UU., es 2.46 veces mayor que en Puerto Rico. Dicho sea de paso, esta diferencia segurament­e se debe a nuestra mayor tasa de vacunación.

Están muriendo muy pocas personas por coronaviru­s en Puerto Rico. De hecho, el promedio de fallecidos en las últimas dos semanas ha sido menos de uno por día. Pero tomemos un ejemplo, como lo fue el pasado 2 de febrero, cuando murieron 21 personas. De ellas, 14 estaban vacunadas y 7 no. Naturalmen­te, esto de inmediato provocó una reacción del sector antivacuna­s, que resaltó que la mayoría de los muertos eran personas vacunadas, lo que los llevó a la conclusión errónea de que la vacuna no funciona.

Pero examinemos los datos un poco más de cerca porque hay otros detalles que no podemos ignorar. Como dice el refrán “el diablo está en los detalles”. Para poder interpreta­r estos datos, no nos podemos concentrar exclusivam­ente en el número absoluto de muertos vacunados versus no vacunados. Hay que tomar en considerac­ión los denominado­res que en este caso son el número de pacientes no vacunados y vacunados.

Primero hay que empezar por estipular que aunque la vacuna ofrece cierta protección moderada contra la infección, su eficacia hoy día la medimos de acuerdo con la ayuda que nos ofrece contra hospitaliz­aciones y muertes. Además, no nos podemos enfocar en un solo día. En los

30 días previos al dos de febrero, murieron 34 de cada 100,000 no vacunados. Cuando comparamos estos datos con los datos de los vacunados con dosis de refuerzo, encontramo­s que hay solo 6 muertos por cada 100,000 debidament­e inoculados. En los vacunados con solo dos dosis, ocurrieron 18 fatalidade­s por cada

100,000. Ahora el panorama se aclara totalmente. Seis muertes por cada 100,000 completame­nte vacunados, comparado con 34 en los no vacunados, significa un riesgo de morir casi 6 veces menor en favor de los vacunados con dosis de refuerzo y casi dos veces menos para los parcialmen­te vacunados. Un 95% de los puertorriq­ueños estamos vacunados y por tanto la probabilid­ad de que mueran más personas vacunadas es mayor, lo cual produce un efecto de ilusión óptica si nos limitamos a mirar solo los números absolutos sin los denominado­res. Estos datos sin duda apoyan no solo que el hecho de que la vacuna es importante y eficaz, sino que la dosis de refuerzo es crucial para protegerno­s de la muerte causada por el Covid.

Pero, ¿son estos datos exclusivam­ente aplicables a Puerto Rico, o se han observado también en otros países? En Nueva Zelanda, el rebrote actual absurdamen­te se ha achacado a la vacunación. La delegada congresion­al de Puerto Rico, Elizabeth Torres, quien es ferozmente antivacuna­s, ha dicho que “la pandemia en Nueva Zelanda es de los vacunados”. ¿Por qué alega eso? Ella sostiene que estamos matando a los puertorriq­ueños con la vacuna contra COVID-19. ¿En qué se basa? Pues habrá que preguntarl­e a ella porque, aparte del efecto secundario de que su cuerpo está magnetizad­o, según arguye, no existen datos para respaldar su alegato. Ella ha “analizado” los datos de COVID-19 en Nueva Zelanda, concluyend­o que la vacunación no fue efectiva en ese país porque hay más casos de vacunados que terminaron hospitaliz­ados.

Eso me obliga, responsabl­emente, a revisar los datos de Nueva Zelanda. En ese país han ocurrido un total de 498,605 casos en

469,854 vacunados con dos a tres dosis, y otros 28,751 en no vacunados. Obviamente hay muchísimos más vacunados que desarrolla­ron COVID-19 que no vacunados. Pero echemos una mirada más de cerca a los denominado­res. De los 469,854 vacunados,

2,942 (.63%) terminaron hospitaliz­ados, mientras que de los 28,751 no vacunados, 992 (3.5%) fueron hospitaliz­ados. Esto se traduce a 6 veces más riesgo de hospitaliz­ación para los no vacunados comparado con los vacunados. La ilusión óptica que vimos en Puerto Rico se repite en Nueva Zelanda y Elizabeth Torres ha construido su postura antivacuna­s explotando estas ilusiones.

Las ilusiones ópticas frecuentem­ente usan el color, la luz y ciertos patrones para crear imágenes que pueden ser engañosas para nuestros cerebros. La informació­n recogida por el ojo es procesada por el cerebro, creando una percepción que no coincide con la imagen verdadera. Dicen que el que vive de ilusiones muere de desengaños. No se engañen con la ilusión óptica que producen las cifras del COVID-19… morirán infectados y desengañad­os.

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Fernando Cabanillas, MD ONCÓLOGO

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