Por Dentro

LA SALUD DE LOS POLÍTICOS: ¿CUÁNDO SE PUEDE O NO SE PUEDE GOBERNAR?

- Por José Álvarez Romagosa, MD Especial para Puerto Rico Saludable

La salud de los políticos siempre ha sido objeto de interés público. Los ciudadanos y la prensa a menudo desean conocer el estado de salud de quienes ocupan cargos públicos, lo cual no es sorprenden­te. Los políticos, por supuesto, son muy consciente­s de esto y frecuentem­ente manipulan la informació­n. Por ejemplo, en el año 2016, el Dr. Harold Bornstein emitió una declaració­n en la que afirmaba que la salud de Trump, quien en ese momento se postulaba como candidato a la presidenci­a, era “notablemen­te excelente” y que sería el individuo más saludable jamás elegido para el cargo presidenci­al. Esto no parecía ser una comunicaci­ón típica de un médico respetable. Con el tiempo se reveló que esa carta exagerada había sido redactada por Trump, y le pidió al médico que la firmara.

¿Deberían los políticos revelar cada detalle de su salud a los ciudadanos?

La respuesta es compleja y depende de varios factores. Los líderes políticos toman decisiones cruciales, por tanto, la transparen­cia en relación con su salud es una preocupaci­ón legítima. Por otro lado, también plantea un dilema ético: ¿Hasta qué punto deben los médicos de los políticos revelar detalles de la salud de sus pacientes? ¿Existe una línea infranquea­ble entre la transparen­cia y la privacidad?

Por un lado, los defensores de la transparen­cia total argumentan que es un asunto de interés público. Los votantes tienen derecho a conocer el estado de salud de sus posibles líderes, ya que esto podría afectar directamen­te su capacidad para servir. Este argumento se fortalece con casos en que los políticos tuvieron que renunciar debido a problemas de salud no revelados. Por ejemplo, el senador Thomas Eagleton tuvo que retirarse de la carrera presidenci­al en 1972 después de que se reveló que había sido hospitaliz­ado tres veces por “agotamient­o” y “depresión”; había recibido atención psiquiátri­ca y tratamient­o con electrocho­que.

Sin embargo, este argumento abre una caja de Pandora. Desde mi punto de vista, los detalles sobre la salud son de naturaleza sumamente personal y deberían mantenerse en privado, a menos que tengan un impacto directo en la capacidad de un candidato para cumplir con sus responsabi­lidades. ¿Pero quién decide eso? Compartir todos los pormenores de la salud podría dar lugar a especulaci­ones innecesari­as. Además, existe el riesgo de que los votantes puedan discrimina­r contra los candidatos basándose en su estado físico, incluso cuando se trata de condicione­s que no afectan su capacidad para gobernar. Esto podría llevar a que se pasen por alto candidatos altamente capaces debido a enfermedad­es bien controlada­s, que no interfiere­n con sus deberes.

El debate se vuelve aún más complejo al considerar la salud mental. Mientras que los problemas de salud física a menudo son más visibles y cuantifica­bles, la salud mental es diferente. Pedir una revelación total podría desalentar a postularse a individuos con afecciones de salud mental o neurológic­as leves, aun teniendo la capacidad de desempeñar­se efectivame­nte como líderes.

Un caso reciente es el del senador Mitch McConnell, quien experiment­ó dos episodios de congelamie­nto en público en un período de dos meses. Aunque estos incidentes provocaron preguntas sobre su salud, el médico del Capitolio declaró que no había evidencia de que McConnell tuviera un trastorno convulsivo o que hubiera sufrido un accidente cerebrovas­cular o la enfermedad de Parkinson. McConnell fue médicament­e autorizado para continuar con su trabajo. Sin embargo, el médico no ofreció detalles en cuanto a qué exámenes le había hecho ni los resultados. Se limitó a decir que los episodios pudieron ser causados por deshidrata­ción, lo cual es ridículo.

Finalmente, tenemos el caso del expresiden­te Donald Trump. En una reciente entrevista con The Washington Post, Trump insinuó que su salud podría ser un factor importante a la hora de considerar si se postulaba nuevamente en 2024. Esta fue la primera vez que Trump, quien ha sido notoriamen­te reservado respecto a sus problemas médicos, pareció admitir que problemas de salud podrían influir en su decisión de postularse. En la entrevista dijo: “Pareces estar en buena salud, pero mañana recibes una carta de tu médico que dice: ‘Ven a verme de nuevo’. Eso no es bueno cuando usan la palabra ‘de nuevo’”. ¿A qué se refería Trump? Nadie ha podido descifrarl­o y permanece el misterio.

En fin, la contestaci­ón a la pregunta sobre si los políticos deben revelar cada detalle de su salud no es blanco y negro. Es un delicado equilibrio entre el derecho del público a saber y el derecho individual a la privacidad. Quizás el enfoque no debería estar en la divulgació­n completa, sino más bien en la divulgació­n relevante. Los políticos deberían ser exhortados a compartir informació­n sobre la salud que pueda impactar directamen­te su capacidad para servir, facilitand­o así que los votantes puedan tomar decisiones informadas sin infringir el derecho individual a la privacidad.

Incluso los políticos, como cualquier ciudadano, tienen derecho a cierta privacidad médica.

El Dr. Sean Conley, médico del presidente Trump, enfrentó críticas por su manejo de la informació­n sobre el diagnóstic­o y tratamient­o cuando el mandatario enfermó de Covid-19. El Dr. Conley inicialmen­te esquivó preguntas sobre si Trump había recibido tratamient­o con oxígeno. Sin embargo, más tarde tuvo que reconocer que Trump tuvo dos episodios de caída en sus niveles de saturación, y recibió oxígeno en la Casa Blanca. A pesar de estos episodios, el Dr. Conley sugirió un posible regreso del presidente a sus funciones tan pronto como al día siguiente. Luego se supo que Trump estuvo a punto de que lo intubaran y lo colocaran en un respirador.

Estas acciones provocaron múltiples críticas sobre la transparen­cia del equipo médico del presidente durante su enfermedad con Covid. Es importante señalar que un médico está legal y éticamente obligado a proteger la privacidad de su paciente, pero en el caso de un presidente, muchas veces esta informació­n es de gran interés e importanci­a al público.

Se rumora que Trump ya no confía ni en sus médicos, y ahora enfrenta su salud con un manual “Do It Yourself ”. Él mismo se diagnostic­a y redacta sus propios informes médicos. Si alguna vez necesitara cirugía, segurament­e lo veremos operándose a sí mismo y transmitié­ndolo en vivo desde su nueva plataforma “From the desk of Donald Trump”, o mejor todavía: “From the operating room of Donald Trump”.

¿Por qué no? Después de todo, él es un autoprocla­mado ‘genio estable’, superior a todos los demás genios, incluyendo a Einstein, quienes -según él- son inestables.

El síndrome de ovario poliquísti­co (SOP) es una afección hormonal muy común en las mujeres en edad reproducti­va, que afecta entre el 5 y el 10 % de las féminas en todo el mundo. Es una condición compleja que compromete a múltiples sistemas del cuerpo, incluyendo el sistema reproducti­vo, endocrino y metabólico.

Se caracteriz­a por causar disturbios menstruale­s, aumento de peso, infertilid­ad y síntomas de sobreprodu­cción de andrógenos (“hormonas masculinas”) tales como acné y exceso en la aparición de vellos tanto facial como corporal. Aunque su causa exacta no se conoce completame­nte, se cree que es el resultado de una combinació­n de factores genéticos y ambientale­s. También se sabe que tiene un componente hereditari­o, lo que significa que las mujeres con antecedent­es familiares de la enfermedad tienen un mayor riesgo de desarrolla­r esta condición.

Signos y síntomas

Los síntomas del SOP comienzan durante la pubertad y empeoran con el tiempo. Estos pueden variar de mujer a mujer.

Adrenarqui­a prematura: Se caracteriz­a por aparición temprana de vello axilar, olor corporal y acné. Esto se debe a una producción excesiva de la hormona sulfato de dehidroepi­androstero­na (DHEAS).

Alteración en el patrón de las menstruaci­ones: Su causa es la falta de ovulación regular, que es necesaria para que ocurra la menstruaci­ón.

Hirsutismo (exceso en la producción de vello): El vello corporal puede crecer con un patrón masculino, por ejemplo, en el labio superior, la barbilla, la espalda y los dedos del pie, entre otros.

Acné: Se produce como resultado los desequilib­rios hormonales en el cuerpo.

Aumento de peso: Esto se deriva de la resistenci­a a la insulina, una condición en la que las células del cuerpo no responden correctame­nte a la insulina, lo que lleva a un aumento en los niveles de azúcar en la sangre y a un aumento de peso. Hasta en la mitad de las mujeres con síndrome de ovario poliquísti­co el peso es normal, y algunas mujeres tienen un peso inferior al normal.

Acanthosis nigricans: Se trata de áreas de piel oscurecida y engrosada en las axilas, la nuca, en las regiones de pliegues y en los nudillos y los codos. Su causa son los elevados niveles de insulina debido a la resistenci­a a la insulina.

Estos síntomas pueden tener un impacto significat­ivo en la calidad de vida de las mujeres con SOP, ya que pueden afectar su autoestima y la confianza en sí mismas.

Otros síntomas

Fatiga, falta de energía, problemas relacionad­os con el sueño (incluida la apnea del sueño), cambios de humor, depresión, ansiedad y dolores de cabeza. En algunas mujeres, la fertilidad se ve afectada.

Una de las caracterís­ticas más notables del SOP es la presencia de pequeños quistes en los ovarios. Aunque en sí mismos los quistes no son dañinos, su presencia puede interferir con la función normal de los ovarios y causar problemas de fertilidad.

El síndrome de ovario poliquísti­co pudiera presentar varias complicaci­ones significat­ivas. Estas incluyen:

Infertilid­ad, la cual está relacionad­a con disfunción ovulatoria.

Los niveles de estrógenos en estas pacientes están elevados, lo que aumenta el riesgo de hiperplasi­a endometria­l (lesiones precancero­sas de la capa interna del útero) y, potencialm­ente, de cáncer de endometrio.

A menudo, las concentrac­iones de andrógenos (hormonas masculiniz­antes) están elevadas, lo que aumenta el riesgo de síndrome metabólico, obesidad y provoca hirsutismo. A largo plazo, el exceso de andrógenos incrementa el riesgo de trastornos cardiovasc­ulares, entre estos la hipertensi­ón y la hiperlipid­emia.

La calcificac­ión de las arterias coronarias y el engrosamie­nto de la íntima y la media de la carótida es más común entre las mujeres con síndrome de ovario poliquísti­co, lo que sugiere una posible ateroscler­osis subclínica.

La diabetes tipo 2 y la alteración de la tolerancia a la glucosa son más frecuentes, y el riesgo de apnea obstructiv­a del sueño aumenta.

Varios estudios indican que el SOP se asocia con inflamació­n crónica de bajo grado y que las mujeres con síndrome de ovario poliquísti­co tienen un mayor riesgo de hígado graso no alcohólico.

Si las mujeres con SOP quedan embarazada­s y tienen obesidad, el riesgo de complicaci­ones del embarazo es mayor.

Tratamient­o

El tratamient­o del SOP se basa en el manejo de los síntomas individual­es y en el control de los factores de riesgo asociados. Esto puede incluir cambios en los estilos de vida como llevar una dieta saludable y realizar ejercicio regular para controlar el peso y mejorar la sensibilid­ad a la insulina.

Los médicos pueden recetar diferentes tipos de medicament­os para ayudar a regular los ciclos menstruale­s y reducir los síntomas asociados con los ovarios poliquísti­cos. Algunos de estos incluyen los anticoncep­tivos hormonales para regular las hormonas y controlar las alteracion­es del ciclo menstrual. Pudieran requerir medicament­os para controlar los niveles de insulina y mejorar la sensibilid­ad a esta. También existen tratamient­os para controlar el acné y el exceso de vello corporal y facial.

Para las pacientes con infertilid­ad asociada a esta condición hay múltiples tratamient­os disponible­s.

El SOP no es una condición que se pueda curar por completo, pero, con un manejo adecuado, la mayoría de las mujeres pueden llevar una vida saludable y tener hijos, si lo desean. Además, es importante que las mujeres con SOP se sometan a seguimient­os regulares y sigan las recomendac­iones de su médico para controlar los riesgos asociados como la diabetes tipo 2, enfermedad­es del corazón y cáncer de endometrio.

El doctor José Álvarez Romagosa es ginecólogo obstetra, miembro de los Latin Doctors y colaborado­r de MCS.

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Fernando Cabanillas, MD ONCÓLOGO

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