Primera Hora

A CAMINAR CON RAYMOND

Se confiesa antes de la salida hoy en Humacao

- RAYMOND ARRIETA / COMEDIANTE pRAY@ PRTC.NET

Estoy despierto desde muy temprano. La realidad es que anoche no dormí pues me la pasé pensando todo el tiempo en la caminata.

Estuve rezando que no se me olvidara nada de lo que me tenía que llevar en mis tres bultos. Repasaba la lista en mi memoria durante toda la noche. Aquí se las digo: son tres pares de tenis, ocho pares de media, toallas, medicinas, los uniformes y lo más importante la vaselina.

Luego pensaba en la ruta de casi 80 millas, en el calor que hace y en lo peor (y lo más que sufro) el ‘rash’. Esos odiosos puntitos de sangre que me salen en los muslos, en la barriga y en otras partes que no vale la pena mencionar. Ese ‘rash’ es bien molestoso pues pica demasiado. Lo peor es que no tiene solución y hay que bregar con eso.

En toda la noche me preguntaba: ¿Qué me encontrarí­a en el camino?, ¿Qué historias conmovedor­as me encontraré? Y lo más importante... ¿cómo las tomaré?

Cuáles serán mis recuerdos en la noche donde todo lo veo como si fuera una película. Siempre me digo “no voy a llorar”, pero es imposible al ver tanto dolor. Y aunque también se llora de felicidad, solo los que caminan conmigo y escuchan las historias en la ruta saben de lo que estoy hablando. Me preguntaba anoche... ¿qué sorpresa me llevaré? Ya que siempre hay una, cada año créanme hay muchas sorpresas. Recuerdo que el año pasado llegó una persona, tocó mi puerta del trailer y me dijo: “Hola Raymond. Estaba viendo tu caminata por internet y arranqué para acá. Vengo de España y mi papá es sobrevivie­nte”.

Yo no lo podía creer, les cuento que le regalé mi camisa y caminó todo un día al lado mío. Créanme esta persona caminó conmigo y yo iba con los pelos de punta por las lindas montañas de Puerto Rico y con nuestra linda gente.

Otra sorpresa que me llevo todos los años es cuando llegan los artistas, pues yo solo digo “que el que quiera cami- nar que llegue”. De verdad me hacen muy feliz cuando se unen pues ayudan a llevar el mensaje y viven la experienci­a que yo vivo con el pueblo.

¡Qué muchas fotos me tomo en el camino! Estoy segura que debemos tener un récord de fotos y de abrazos al igual que de besos.

También anoche me reía porque me acordaba de todas las frutas que me como en el camino y luego no las quiero ni ver. Como manzanas, uvas, guineos, melón, etc. Solo les pido a mis amigos que por favor cuando se acabe la caminata no me regalen una canasta de frutas.

Quizás mientras lees esta columna yo esté caminando muy concentrad­o. Estaré pensando en todos esos pacientes del Hospital Oncológico, en la unión del pueblo y a la misma vez disfrutarm­e el trayecto para olvidar el dolor pues necesito llegar con el dinero que tanta falta hace.

Acompáñame a dar vida pues todavía me quedan cinco días más... esto es solo el principio. Atrévete a vivir la experienci­a de caminar por los que no pueden, créanme nunca se te olvidará y si no me creen pregúntale a cualquier voluntario pues llevan caminando conmigo los siete años de esta caminata.

¡Bendición!

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