¿Libélulas o mariposas?
Una de mis seguidoras en Facebook me envió una noticia donde científicos aseguran que las libélulas se hacen las “muertas” cuando quieren evitar reproducirse.
De esta forma hacen que el “libélulo” desista de sus “carnales” intenciones.
Me preguntaba la amiga de Facebook si al igual que ella, no hacía yo lo mismo de vez en cuando, con mi marido.
Para irme a la segura y evitar auto in criminarme, decidí poner un post con la simpática pregunta en mi página de Facebook, para auscultar el sentir de mis seguidores.
De inmediato, mis amigas de Facebook comenzaron a levantar la mano y a reconocer su ocasional comportamiento “libelulístico”.
“No me queda de otra, para no decirle que no en la cara, procuro acostarme primero y cerrar los ojos con tanta fuerza que parezca que me falta el pulso”, escribió una.
“Estoy pensando tatuarme una libélula donde termina la espalda”, fue la expresión de otra.
La mayoría terminaba con el emoji de la carita sonriendo o escribía “jajaja” para que constara que estaban en ánimo de vacilón.
La mayoría de las expresiones fueron en la dirección de reconocer que, en ocasiones, las largas horas de trabajo hacen que el sueño sea más apetecible que cualquier otra oferta que pudiéramos recibir de los maridos.
En broma y en serio, estas conversaciones sirven de catarsis para que las mujeres trabajadoras, madres y esposas, con una carga enorme sobre los hombros, intercambiemos impresiones sobre el reto que representa armonizar los calendarios para que sobre tiempo de calidad y energía para todo.
En ese calendario no puede faltar ese compartir íntimo con nuestras parejas.
La rutina diaria y el pasar del tiempo pueden ser implacables con todo lo rutinario y convertir los momentos, que deberían siempre ser especiales, en un to do más.
Esto se tiene que evitar a toda costa, pues poquito a poquito, sin que nos demos cuenta, se va socavando la relación.
Para evitar que el comportamiento de libélula se convierta en costumbre, tenemos que desarrollar la mejor de las comunicaciones con nuestra pareja.
Perder el miedo a decirnos las cosas como son y no subestimar la importancia de la intimidad, no importa cuánto tiempo llevemos durmiendo en la misma cama.
Tener la confianza de hablar sin tapujos con nuestras parejas es fundamental para poder disfrutar a cabalidad el matrimonio.
Balancear las cargas, darle importancia al tiempo en pareja, a ese compartir que tanto disfrutábamos cuando éramos novios y que necesitamos siga teniendo un lugar prominente en nuestro calendario.
Salir a ver una peliculita, una obra de teatro, cenar a media luz en nuestra propia casa sin prisa ni distracciones y sin que falte el más dulce de todos los postres, el amor.
Así que déjense de estar haciéndose las libélulas. Si están cansadas díganlo con cariño, y ya verán que lejos de molestarse le cuidarán el sueño.
Eso sí, en vez de esperar que te pidan el rain check, asegúrate de ser tú quien cree las condiciones propicias para darle ese cariñito pendiente.
Para disfrutar la vida en pareja, comunicación al máximo es la mejor de las recetas. De esta forma te sobrará el tiempo y la energía para, como dijo una amiga de Facebook; “en vez de imitar a la libélula, aletear como mariposa para darle a tu pareja el cariño y el amor que tanto se merece”.
“Balancear las cargas, darle importancia al tiempo en pareja, a ese compartir que tanto disfrutábamos cuando éramos novios y que necesitamos siga teniendo un lugar prominente en nuestro calendario”