EL MAL HÁBITO DE LOS QUE PROTESTAN
Normando Valentín considera que fue exitoso el Paro Nacional, pero censura el uso de capuchas en una protesta legítima y justificada.
Durante los pasados días, el tema público que ha dominado los medios de comunicación ha sido la actividad del 1 de mayo, Día Internacional de los Trabajadores, y el triste desenlace de confrontación que se dio entre un grupo pequeño de manifestantes y la Policía asignada al lugar.
Las redes han enloquecido con comentarios de todo tipo y lanzando improperios desde las trincheras del espectro político boricua en ambas direcciones, de extrema derecha hasta la extrema izquierda.
Se lanzaron hasta teorías de los tiempos de guerra fría para minar la credibilidad de dirigentes sindicales, así como de la alcaldesa de San Juan.
No faltó el que desarrolló la idea de que el Gobierno infiltró encubiertos para justificar los actos vandálicos que ciertamente mancharon el éxito de la marcha. Hay establecer varias cosas.
La primera de ellas es reconocer que la protesta convocada superó muchas expectativas. La primera fue en asistencia. Muy pocos, incluyendo a los organizadores, pensaron que las personas acudirían a esa convocatoria y en efecto, lo hicieron. No se ponga con el juego de números. Eso no es importante. Lo que es un dato irrefutable es que había gente. Se lanzaron a la calle personas de todas las corrientes ideológicas de la Isla. Estoy seguro que estaba el PNP josco expresando su malestar, por lo que nos tocó vivir. Así que ese es el primer triunfo.
Segundo triunfo fue que los pocos políticos que fueron al acto se comportaron. Claro, los manifestantes de los distintos gremios se han encargado de poner en cintura al político que viene con el descaro de sacar millaje y politiquear un ratito. El mejor ejemplo fue el caso de Luis Vega Ramos, quien salió a pavonearse en una protesta en el Capitolio y salió con el rabo entre las piernas, luego de una "prendía" verbal que le hicieron muchos obreros al recodarle las leyes que perjudicaron a los trabajadores durante el gobierno de Alejandro García Padilla. Así que, los que fueron se quedaron en su lugar y no fuera de sitio.
Los organizadores tienen que tener claro el gran reto que tienen ante ellos. Ese reto es el mensaje. La Junta debe ser siempre la tarjeta. Los que fueron allí tenían razones diversas. Estaba el pensionado que sabe que su dinero está en juego, el obrero que recibió un sablazo con el Proyecto 938 que se convirtió en Ley despojando de beneficios, están los que piden la auditoría de la deuda y los estudiantes, que ven cómo la UPR está en riesgo.
Son mensajes distintos bajo una sola sombrilla: la Junta de Control Fiscal. El Gobierno en este asunto está ni pa' pool ni pa' banca. Este es de trámite y ya sabemos que en el 2020, vendrán otros.
La única nota disonante de los actos, así como de manifestaciones previas, es el asunto de taparse la cara cuando se protesta. No estoy de acuerdo con esa práctica ni las razones para justificar su uso.
El 99.9% son jóvenes responsables y serios que sustentan sus reclamos con base y han presentado sus alternativas. Así que no puedo justificar el que tapen sus rostros. Entiendo que no es válido el argumento de las represalias, pues si las mismas ocurrieran, se puede hacer una denuncia pública y los medios responderían.
Claro, ahora no falta quien lance lodo a la labor periodística. Esta mala práctica comenzó hace algunos años con ciertos elementos ligados a los partidos y ahora, no falta quien se haga eco de los mismos. Eso será tema para otro día.
Lo cierto es que cubiertos por el manto del anonimato unos pocos dieron al traste con un esfuerzo grande y mayúsculo. Eso no se debe repetir.
Según se pide que todo agente del orden público tenga su placa al descubierto, aun no teniendo uniforme, los jóvenes deben tener su cara al sol.
La razón está del lado de su causa y no permitan que unos pocos la roben.
¡Fuera las capuchas!
“La única nota disonante de los actos, así como de manifestaciones previas, es el asunto de taparse la cara cuando se protesta. No estoy de acuerdo con esa práctica ni las razones para justificar su uso”