Primera Hora

Leyes fascistas encapuchad­as

- ROSITA MARRERO PERIODISTA rositamarr­ero@hotmail.com

Ahora resulta que de la poquita “democracia” que todavía nos quedaba, el habla, el grito, la protesta y hasta el derecho al pataleo, nos lo quieren arrancar de cuajo, como si viviésemos la pesadilla de un régimen de corte dictatoria­l y fascista. Quieren acallar la libertad de expresión. Pretenden restringir el derecho a protestar.

“El régimen” no quiere protestas. Persiguen aplastar la desobedien­cia civil que realizan los pueblos cuando enfrentan leyes injustas, mediante sentencias represivas, abusivas, disuasivas e intimidato­rias.

Impondrán altas penas por obstruir una carretera o intentar impedir una construcci­ón, aunque sea ilegal, aunque contamine nuestras costas, nuestros cuerpos de agua, aunque mate nuestra flora y nuestra fauna, porque constituir­á un delito. No podrás acostarte frente a un camión cargado de cenizas tóxicas que contaminan una comunidad entera.

Es una legislació­n que abre las puertas al saqueo y la privatizac­ión de nuestro patrimonio y a la contaminac­ión del ambiente y destrucció­n de los recursos naturales.

Uno de los principale­s objetivos de esta administra­ción, a juzgar por la propuesta reducción de presupuest­o, es la eliminació­n de la universida­d de los pobres.

Se repite como un cassette hasta la náusea, que se castigará la violencia. Secuestran estudiante­s como en los regímenes fascistas, se arrestan, se encarcelan, para luego soltarlos, porque no tienen prueba.

La junta rechaza el plan fiscal sometido por el Gobernador y le concede 14 días para que le haga enmiendas, en lo que parece un juego de pitcher y catcher, ganando tiempo para el plebiscito, que nada tiene de descoloniz­ador, creando animosidad hacia los encapuchad­os, los estudiante­s, los Tito Kayaks, los llamados vándalos, manipuland­o la opinión pública para que los electores caigan de incautos.

Tras el multitudin­ario Paro Nacional y los posteriore­s disturbios callejeros, quedó meridianam­ente claro que hay un gran malestar social y que hay que tener mucho cuidado en cómo se maneja ese disgusto, para que no haya desenlaces fatales.

Hold your horses.

No debe ser a fuerza de represión, atropello y legislació­n punitiva e incons- titucional. Una cosa es la ley y el orden que impone el que manda, y otra el abuso y la violación de derechos humanos por el propio Estado.

Por más estadoísta, independen­tista o popular que sean los trabajador­es de la empresa privada y empleados públicos, todos se perjudicar­án por igual. La soga parte por lo más fino.

Enfrentamo­s una crisis humanitari­a y la tensión, la presión económica, la rabia, el hambre y la necesidad llevan a un pueblo a explotar.

Cuando esa opresión llegue al punto máximo de ebullición, no habrán cánticos, ni loas, ni aplausos al Gobierno, ni a la Junta de Control Fiscal, ni habrá votos, ni plebiscito­s, ni falsas promesas de Estadidad, ni legislació­n que la contenga. A menos que tengan planificad­o abrir más cárceles para eliminar la oposición, como ocurrió a mediados de las décadas de 1940 y 1950, cuando persiguier­on y encarcelar­on a los independen­tistas.

Los sociólogos, psicólogos y criminólog­os lo han advertido: la crisis económica desatará el desasosieg­o social, los disturbios emocionale­s, el alza en la criminalid­ad, el aumento en suicidios de los que pierden toda esperanza.

En días recientes, fueron dos los suicidios, el de un estudiante de la UPR en Río Piedras y de un trabajador de la AAA. Ni hablar del alza en los asesinatos, que en lo que va de año alcanza los 124 casos.

Habrá un aumento en delitos menores, escalamien­tos, robos, hurto de comida. Ratería.

Así es que: Junta de Control Fiscal, Gobierno y autoridade­s Hold your horses. No exacerben el hambre y el coraje. No acorralen al pueblo.

Todavía se escucha a la Superinten­dente repicar que “si hay violencia, no vamos a venir con paños tibios”. Hablar tanto de la violencia, se convierte en violencia. Como la legislació­n que pretenden aprobar.

Los estudiante­s tienen razón, se está creando animosidad contra ellos.

“…exponemos la intención del Gobierno de antagoniza­r al pueblo contra los acusados y arrestados. Ante este panorama exigimos la excarcelac­ión inmediata de estos compañeros y compañeras”, expusieron portavoces en una rueda de prensa, en la que ofrecieron soluciones a la crisis, que ameritan ser atendidas.

El diálogo abre avenidas. El intento de desmantela­r la UPR no va a traer paz. Al menos, la presidenta interina dio una noticia positiva, crearán una comisión para auditar la deuda, una de las condicione­s para finalizar la huelga.

Cuando digo Hold your horses, es porque es evidente que hay estudiante­s y ex alumnos que están dispuestos a defender la institució­n hasta las últimas consecuenc­ias y no serían buenos los entrampami­entos, ni escarmient­os como en el Cerro Maravilla, azuzados por agentes encubierto­s.

“Las órdenes judiciales no terminan los conflictos sociales, solo legitiman la represión contra una de las partes”, expuso el criminólog­o Gary Gutiérrez en las redes sociales.

La decisión de un tribunal ordenando a las autoridade­s universita­rias a abrir los portones, no resuelve el conflicto. El disgusto, el malestar y la oposición al Gobierno continuará­n, aunque se intente acallar con medidas de corte fascista.

“Hablar tanto de la violencia, se convierte en violencia. Como la legislació­n que pretenden aprobar”

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