Norma Candal: La señora de la alegría
Definitivamente si en los años setenta nuestra comedia era sana, sin inuendos, simple, y la risa era provocada por la situación misma y no por las burlas, los estereotipos, la mofa y el chiste pesado de un humor gráfico e hiriente, se le debe a libretistas conocedores del sentir pueblerino y a histriones como la señora Norma Candal.
Norma fue la segunda criada malcriada que tuvo el espacio producido por Tommy Muñiz y que quedó en el aire con la salida de Velda González y su singular “Azucena del Campo y Castillo”. Cuando todos creían que el segmento cómico del Show del mediodía sería cosa del pasado, surgió el personaje de “Petunia Pérez” la criada de “Don Tato” (Yoyo Boing), y “Doña Tata” (Gloria María Negrón) el nuevo matrimonio a la que esta empleada doméstica daría su chispa, sus ocurrencias y hasta sus canciones al estilo plena puertorriqueña. Pero, ¿quién era esta actriz que con su histrionismo, picardía y gracia natural se convertía en la segunda criada más famosa del mediodía?
Norma Candal Penedo nació en Fajardo donde cursó sus estudios primarios. Cuando llegó al sexto grado entró al Colegio del Sagrado Corazón donde estudio hasta obtener un Bachillerato en Artes. Fue tan disciplinada y buena estudiante que el Gobierno de Puerto Rico le otorgó una beca para realizar una maestría en la Universidad Católica de América en Washington. Cuando regresó a su Isla comenzó a dar clases de literatura y teatro en el Colegio Universitario del Sagrado Corazón. Fue fundadora junto a René Marqués, Carlos Marichal y Emilio S. Belaval, entre otros, del Teatro Experimental del Ateneo Puertorriqueño donde protagonizó obras como El oso, La casa sin reloj y varias producciones comerciales. Fue directora y en
ese teatro experimental conoció al director y actor Andrés Quiñones Vizcarrondo con quien se casó el mismo año que comenzó la televisión en Puerto Rico.
Se retiró un tiempo para dedicarse a sus dos hijos, Norma y Andrés, y luego siguió con su pasión actoral en festivales del Instituto de Cultura Puertorriqueña en obras como La carreta, O casi el alma, El
retablo y guiñol, y algunas otras. En 1965 comienza a laborar en WIPR como anfitriona del programa En alas de la imaginación y libretista de La hora del niño. Es ahí cuando el actor y productor Paco Cabañas se la recomienda a Don Tommy para ser la sustituta de la criada que interpretaba Velda. Mientras “Petunia” ganaba fama televisiva, Norma Candal se consagraba en el teatro, casi siempre dirigida por su esposo Andrés, demostrando que para un buen histrión no hay diferencia entre la comedia o el drama cuando la entrega es total.
Fue una mujer dedicada al arte, a cultivarse personal y profesionalmente, selectiva con los trabajos que realizaba, pero segura de que entregaría su alma en cada parlamento. A Norma Candal se le deben muchos momentos de gloria en el teatro boricua. Cuando surgió la huelga de actores en Producciones Tommy Muñiz, fundó la compañía ASTRA junto a Jacobo Morales, Awilda Carbia, Samuel Molina, Adrián García, Otilio Warrington y Paco Zamora. Allí se realizó un estilo de comedia alternativa y los programas Ahí va eso, Sin
ton ni son y Guachafita criolla fueron ejemplo de una nueva forma de hacer reír. Posteriormente, participó junto a Yoyo Boing y William Agosto en las comedias del Show de Carmita Jiménez en la Telecadena Pérez Perry y hasta llegó a protagonizar su propio espacio de comedia, junto a Freddy Beras Goico, llamado Norma y Freddy.
Su próximo gran logro actoral lo sería la serie La pensión de Doña Tere producida por Paquito Cordero y escrita por Felipe San Pedro. Participó en la película de Jacobo Morales Dios los cría y como siempre brilló su excelencia. Luego regresaría Petunia al mediodía en El show de las 12 y finalmente volvería a WIPR para realizar su última actuación en la película Pa’ eso
estamos, dirigida por su eterno amigo
Jacobo.
Norma fue ejemplo de bondad, solidaridad, seriedad y entrega. Estudiar su legado es aprender a ser mejor en cada una de las facetas de la vida. Te recordamos siempre, amiga y señora de la alegría.
“Fue una mujer dedicada al arte, a cultivarse personal y profesionalmente, selectiva con los trabajos que realizaba, pero segura de que entregaría su alma en cada parlamento”