El problema de “Henry”
La película “The Book of Henry”, que estrena hoy en la Isla, no consigue mantener su foco, a pesar del buen trabajo histriónico de Naomi Watts
Clasificar la película The Book of Henry puede ser un asunto un poco truculento.
La película encabezada por Naomi Watts es un drama doméstico, un thriller, una exploración de la crianza moderna, una película de venganza, una llamada a la acción social, una meditación sobre el dolor y una película sobre un genio en ciernes. Como no dedica suficiente tiempo a ninguno de esos temas es frustrante intentar clasificarla.
La cinta inicia como la historia de “Henry”, un niño excepcional 11 años de edad, que trata de navegar en un mundo brutal y nada excepcional. Juntos en el viaje lo acompañan su hermano y su abrumada y ligeramente infantil madre soltera (Watts).
Henry (el excelente Jaeden Lieberher) es el adulto de facto en la familia: paga las facturas, se encarga de la compra, da tutorías de computadora, supervisa la casa y protege a su hermano menor.
Su madre, de otro lado, es camarera en un restaurante, bebe demasiado vino y se la pasa entretenida con sus videojuegos de armas de fuego.
“Henry” es una especie de genio peculiar. Usa teléfonos públicos en lugar de celulares, microcasetes en vez de grabadoras digitales, construye sus propios walkie-talkies, usa una cámara Polaroid y gafas de la I Guerra Mundial. La película parece querer inclinarse hacia la fantasía, pero entra en lucha con el tono sobrio establecido por el inicio del invierno en los suburbios de Nueva York.
Tan pronto como nos acomodamos para lo que parece ser un drama doméstico sobre el paso a la mayoría de edad, las cosas toman un giro primero hacia horror cuando “Henry” sospecha que la vecinita de al lado está en peligro y luego otro cuando un problema de tipo médico llega inesperadamente. En última instancia se convierte en una película de suspenso antes de añadir algunos elevés mentos de farsa, colapsando en su propia ridiculez.
La cinta se eleva hacia interesantes posibilidades dramáticas, que abandona rápidamente para tornarse algo alocada, con la madre de “Henry” corriendo por el bosque con un rifle de francotirador de alta tecnología.
Y de pronto los clichés comienzan a amontonarse: un médico apuesto se convierte en una historia de amor, el jefe de la policía con algo que esconder es protegido por las autoridades políticas del pueblito, una niña que intenta comunicar su dolor a tra- de la danza. Entonces nos damos cuenta que estamos sujetos a diversos montajes malos de personas que planifican cuidadosamente elaboradas misiones.
El guión deja a buenos actores totalmente abandonados. En el caso de Watts es difícil saber si simplemente este no era un papel para ella o si cualquier otra actriz hubiera estado igualmente condenada en el rol. Hay momentos en que toma la película por el cuello y lo da todo: amor incondicional como madre, la angustia del dolor, etc. Pero este es un filme que ella no puede salvar.