Primera Hora

Carmita Jiménez: “La Dama de la Canción”

- EDGARDO HUERTAS CANTANTE Y PRODUCTOR edgarh@hotmail.es

Cuando recuerdo a Carmen Lydia Jiménez, una niña que a los 15 años comenzó a cantar en la televisión, que creció en ella y llegó a convertirs­e en una de las figuras más importante­s de la canción, aprendo la primera lección: hay que soñar en grande, hay que atreverse a luchar por los sueños y trabajar sin descanso por aquello que queremos ser.

Así era Carmita. Soñadora, decidida, exigente, puntual y una extraordin­aria amiga.

Fue buena como artista, como productora, y poseía esa conciencia de que el artista es el retrato de un pueblo. Cantaba, actuaba, bailaba y siempre mantuvo ese calor boricua y el orgullo de ser jíbara.

Desde que debutó poseía un estilo único, dramático y sentido que no era común para los jóvenes de entonces. Tenía el dominio de un veterano y la frescura de un principian­te, la mejor combinació­n. Al verla, el productor Gaspar Pumarejo la reclutó para su equipo y en 1961 la lleva al Perú.

Por eso, mientras en la Isla “la nueva ola” arrasaba, ella enamoraba a los peruanos. Y lo digo literalmen­te, pues allí se enamoró y se casó con uno de los productore­s más importante­s de la tierra de los incas, David Odría, padre de su única hija María del Carmen, quien heredó todos los talentos de sus progenitor­es y hoy día está radicada en Italia, donde es una excelente cantautora.

Grabó su primer disco con la orquesta de Enrique Lynch y fue reina de todas las encuestas de popularida­d, proclamada en más de siete ocasiones como la cantante más popular del país. En su voz comenzaron a hacerse famosas las canciones de Armando Manzanero y Palito Ortega. Canciones como Adoro, No, Papeles, Lo mismo que a usted y decenas de valses y boleros se conocieron en América Latina por esta singular cancionera que se mantuvo hasta 1969 en el Perú.

Regresó a Puerto Rico y fue una de las estrellas de Produccion­es Tommy Muñiz. Mantuvo su programa cada martes dentro del Show del mediodía, donde compartía su espacio con figuras profesiona­les y aficionado­s con ansias de triunfar. Siempre dio la mano y consejo a quienes veía talentosos.

Cuando la Telecadena Pérez Perry la contrata para realizar un espectácul­o semanal, Carmita se convirtió en la reina del canal once. Cada semana su buen gusto, su profesiona­lismo y su chispa daban a los televident­es un repertorio musical variado, una comedia fina acompañada de Luis Antonio Rivera (Yoyo Boing), William Agosto, Norma Candal, Lillian Hurst, Machuchal y todas las figuras importante­s de la comedia boricua, y el glamour en el vestuario y sus cortes y peinados realizados por Carmen Ayala y posteriorm­ente por Jaime Zequeira.

Es Carmita la que comenzó transmisio­nes en directo desde las plazas importante­s de la Isla con el concepto creado por Carmen Junco y Pérez Perry llamado “Carmita al corazón del pueblo”, que acercaba a la estrella y mantenía ese contacto tan necesario de artista y pueblo. En cada uno de sus espectácul­os, sin importar las melodías que se cantaran, no podía faltar una danza, una décima y una canción a la patria.

Fue una boricua de primera. Era tan organizada que hasta cuando enfermo dejó escrito todo lo que quería que se hiciera para cuando faltara. Su sonrisa siempre estará grabada en mi memoria como su voz, sus canciones y su cariño.

Su última presentaci­ón en público la hizo en el cumpleaños que se le produjo a Ruth Fernández en Bellas Artes. Ella no estaba bien, no debía hacer esfuerzos pues sus huesos estaban frágiles y debía evitar caídas o tropiezos.

Entró a escena acompañada por dos bailarines y comenzó a cantar sentada. Al minuto de estar interpreta­ndo canciones de Bobby Capó, ante la mirada atónita de todos nosotros, Carmita bailaba El negro bembón, se movía y se olvidaba de su condición y de su diagnóstic­o médico. Se despidió de su público como toda la dama de la canción que siempre fue. De ahí ya no volvió a pisar un escenario y prácticame­nte estuvo encamada.

Gracias Carmita por ser quien fuiste, por el amor a tu pueblo, a la música y a tus compañeros. En agosto naciste y partiste. Será por eso que ya empiezo a recordarte tanto. ¡Qué falta nos hace tu delicadeza y clase en la farándula actual!

“En cada uno de sus espectácul­os, sin importar las melodías que se cantaran, no podía faltar una danza, una décima y una canción a la patria”

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