Primera Hora

HACEN MILAGROS CON PIEZAS DE ROPA

Rosa María Betancourt y su hija Nancy Ruiz dan nueva vida a las telas como sastres

- MICHELLE ESTRADA TORRES mestrada@primerahor­a.com

PONCE. En un pequeño local ubicado en la plaza Juan Ponce de León del centro urbano, Rosa María Betancourt Torres “hace milagros” diariament­e con la ropa que sus clientes le llevan para que la entalle, le coja ruedo o le cambie la moda.

Casi siempre, los pedidos son “para ayer”, así que Betancourt Torres y su hija Nancy Ruiz Betancourt tienen la presión consvá, tante de cumplir en el tiempo estipulado, pero principalm­ente de lograr que la ropa quede tal como la quiere el cliente.

Betancourt Torres es una de las pocas sastre con que cuenta la ciudad y aunque califica esta profesión como una de mucho sacrificio, su amor por este trabajo la impulsa a continuar.

“Esta es mi pasión, yo digo que nací cosiendo. A mis hijas les hacía los trajes a mano, siempre me gustó la costura. Una vez estaba un poquito cha- la situación económica no estaba muy buena y empecé a buscar qué hacer”, relató.

Corría la década del 80 cuando decidió estudiar en el Colegio Técnico Vocacional a través de una propuesta del municipio de Ponce y desde entonces no ha dejado la sastrería.

“Yo cambio mucho la moda, por aquí eso no lo hace nadie. Por ejemplo, coger un gabán de caballero y virarlo completo, desmontarl­o y hacerlo”, destacó.

“A los trajes de gala me piden

que les haga mangas. Yo hago un milagro y con la estola le hago la manga y queda mejor que de fábrica. También le ponemos perlas, manguillos, reducimos faldas”, agregó la sastre.

Betancourt Torres aclaró que todavía quedan varias costureras y algunas operarias de máquinas de coser, pero sastre muy pocos.

Este trabajo no es para hacerse rica, pero sí ha sido su sustento por 34 años, 21 de los cuales los ha pasado en la llamada Plaza de los Perros, señaló.

“Nosotras siempre tenemos trabajo. Gracias a Dios, nos llegan clientes todos los días. Aquí viene gente con cosas tan difíciles que en ningún sitio se las quieren hacer. Viene mucha gente de otros pueblos como Yauco, Peñuelas, Adjuntas y Coamo”, expresó.

Ahora bien, a Betancourt Torres le preocupa que el conocimien­to de la sastrería no se esté transmitie­ndo a las nuevas generacion­es.

“Estamos en peligro de extinción. Son muy pocas las personas que quieren dedicarse a esto. Tiene que gustarte. Hay veces que te das con piezas y trabajos que no te salen y hay que tener paciencia. Yo entiendo que va en decadencia porque no hay motivación. Este es un trabajo bien sacrificad­o”, expuso.

Sin embargo, en lo que a ella respecta, seguirá mientras tenga salud porque es algo que lleva arraigado.

“No ha sido una cosa para hacerte rico, pero te da para vivir y una satisfacci­ón bien buena...” ROSA MARÍA BETANCOURT TORRES SASTRE

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CAMBIOS. Rosa María asegura que la mayor parte de su clientela son personas mayores que van buscando desde un entalle, hasta un ruedo, entre otras alteracion­es textiles.

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