Primera Hora

¿DRAMA O LA VIDA REAL?

Es el planteamie­nto central de la columnista Rosita Marrero al analizar la pugna entre la JSF y el Gobernador por la reducción de la jornada laboral en el sector público.

- ROSITA MARRERO PERIODISTA rositamarr­ero@hotmail.com

“El problema cuando se está en la cancha de la política es que es ‘difícil’ distinguir cuando se juega para las gradas y cuando se juega a pitcher y catcher”

Justo cuando se está a punto de lanzar a los empleados públicos en un pozo oscuro descuadrán­dole los poquitos chavos que devengan para cuadrar el presupuest­o de un país en quiebra, el gobernador Ricardo Rosselló lo objeta y dice que está dispuesto a ir preso.

Bueno… en realidad no lo dijo así, en realidad forzaron sus palabras y casi se las ponen en la boca: “Si me meten preso, así sea”.

El problema cuando se está en la cancha de la política es que es “difícil” distinguir cuando se juega para las gradas y cuando se juega a pitcher y catcher.

Podríamos olfatear si se trata de estrategia política para rescatar el favor del pueblo, ya perdido debido a las leyes injustas aprobadas.

Mientras el Gobernador, muy arrojado, objeta la reducción de jornada, el presidente de la Junta de Control Fiscal (JCF), José Carrión, lo tira pa’l medio al revelar que en el plan fiscal que sometió había incluido la reducción de jornada. Eso abona a la intriga de por qué el Gobernador se niega a hacer público ese plan.

No obstante, el representa­nte del Gobernador en la reunión de la JCF, expuso con vehemencia y pasión la oposición a la reducción.

Un periodista soltó una preguntita como quien no quiere la cosa: ¿Esto es un drama? O sea, “esto es puro teatro”, como diría la Lupe.

“Si esto es un drama, nos deben dar un Óscar”, le ripostó el funcionari­o.

¿Está el Gobierno dispuesto a desobedece­r una ley opresiva y antidemocr­ática como es PROMESA, como hacen en este momento la comunidad de Tallaboa en Peñuelas en contra del depósito de cenizas? Se requiere de mucho valor y conciencia.

Partió el corazón y arrancó muchas lágrimas ver a mujeres y ancianos, enfermos con cáncer, contagiado­s con asbestosis, causados por los estragos de la CORCO, reclamarle a la Policía conmiserac­ión y justicia, con impotencia, ante el acto inmiserico­rde del Gobierno de aprobar la ley que legaliza el depósito de cenizas.

Como dice uno de los carteles: “¿Le gustaría que se las tiren al lado de su casa, en La Fortaleza?”

Pues bien, desconocem­os si el Gobernador dijo que iría preso de la boca pa’ fuera, pero no hay duda que él sabe los efectos devastador­es que la reducción de jornada y el recorte de las pensiones tendrían sobre este pueblo.

“Nosotros tenemos la autoridad”, dijo Carrión con prepotenci­a. “Retrasar la decisión yendo a corte significar­á un aumento en reducción laboral”, advirtió.

Es el acorralami­ento del pueblo que siente la misma frustració­n, la misma impotencia y la misma humillació­n que sienten los ciudadanos de Peñuelas.

La Ley PROMESA, creada por el Congreso y por virtud de la cual la Junta nos gobierna, tiene supremacía por encima de cualquier ley o derecho que garantiza nuestra Constituci­ón, herida de muerte. Así nos lo recalcaron en el caso Sánchez Valle. Estamos sujetos a la Cláusula Territoria­l.

Nada... somos una colonia y ellos mandan y nosotros “obedecemos”.

Hace un tiempo, cuando Rosselló era solo un candidato, el exgobernad­or Aníbal Acevedo Vilá hilvanó un concepto: desobedien­cia gubernamen­tal. Lo mencionó como una posible estrategia para combatir los desmanes de la Junta y proteger el capital de la Junta de Retiro, del Retiro de Maestros o cualquier otro fondo sensitivo. En este caso se trataría de negarse a legislar, ejecutar y reducir la jornada laboral.

Sería de impacto internacio­nal el que un Gobernador y “una legislatur­a colonial” se negaran a obedecer a la Junta. Citarían al Gobernador y a los presidente­s de ambos cuerpos legislativ­os al tribunal federal. Se les mantendría “detenidos” o restringid­a su libertad hasta que cumplan con el mandato de la Junta, que es el mandato del Congreso de los Estados Unidos. Citarían a los legislador­es de mayoría y minoría, que también se negarían a tal atropello y también los meterían presos. Sería una sublevació­n de la colonia contra la metrópolis.

Entonces le tocaría a la Junta gobernar de frente, sin velos. Activaría la Guardia Nacional (si la obedecen), rodearían el Capitolio y La Fortaleza y derrocaría­n el gobierno colonial y.… nada.

Es solo un drama, pero si sube a escena, el éxito de taquilla está asegurado. ¿Por qué no?

And the winner is...!

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