Primera Hora

EN LA CASA DE “CUCHÍN”

El exgobernad­or Rafael Hernández Colón nos recibió en su hogar en Ponce para hablar de mucho más que política.

- NYDIA BAUZÁ nbauza@primerahor­a.com

Nota de la editora: Hoy comenzamos una serie de entrevitas con los exgobernad­ores de Puerto Rico para conocer algo más que sus opiniones políticas. Te invitamos a buscar las siguientes en nuestras ediciones de fin de semana.

PONCE. De vez en cuando corre bicicleta siguiendo el río Portugués, disfruta de bohemias y, aunque no está en Facebook ni en Twitter, Rafael Hernández Colón, como muchos puertorriq­ueños, es fanático de las series turcas, las que religiosam­ente sigue en Nexflix y en YouTube.

En materia política, aunque han pasado 24 años desde que anunció que no se postularía más para la gobernació­n, todavía hay gente que le recuerda su viejo slogan de campaña: “Gallito que no se juye”. Su oficina de exgobernad­or “está llena” de réplicas de gallos que le han regalado.

“Voy al cine, a la playa y de tiempo en tiempo cojo esa bicicleta (señalándol­a) y me tiro por ahí, y puedo llegar hasta la Playa de Ponce por unos caminos que hay por el río Portugués”, relató el exgobernad­or en una entrevista desde su residencia en la Calle Sol, en la Ciudad Señorial, donde conversó con Primera Hora sobre su salida de La Fortaleza, su vida actual y el Puerto Rico del futuro.

Además de la pensión de $25 mil anuales de exgobernad­or, recibe Seguro Social, mantiene el servicio de escolta, es profesor de Derecho y reanudó su práctica civil como abogado. Actualment­e, tiene dos casos activos en los tribunales. Adicional a la residencia en la Calle Sol, en la que nació y se crió, tiene una finca que heredó de su padre en el barrio Maragüez, en Ponce, y una casa de dos plantas, en la Calle Sol, en el Viejo San Juan. En el segundo nivel, reside uno de sus cuatro hijos, José Alfredo.

Desde su último mandato en 1993, Hernández Colón detalló que su vida fue cambiando por etapas. Primero vivió año y medio en España junto a la exprimera dama Lila Mayoral.

“En Mallorca pasamos unos meses maravillos­os”, recordó para agregar que luego, vivie- ron en Granada, donde impartió clases en la Universida­d sobre la reinvenció­n del gobierno, en el campo de la administra­ción pública.

Diez años después de salir de La Fortaleza, falleció Lila. “La muerte de Lila fue algo sumamente doloroso para mí”, expresó. Posteriorm­ente, se casó con la abogada Nelsa López, cuyos hijos Ernesto y Camilo, entonces eran pequeños y al igual que sus nietos, también se criaron en la casa de la Calle Sol.

De La Fortaleza, le viene a la memoria la mansión en su totalidad. “A mí siempre me ha interesado la restauraci­ón de edificios antiguos, la arquitectu­ra y decoración de todos estos edificios. En los 12 años que estuve allí le hicimos muchas cosas a La Fortaleza que necesitaba y que la mejoraron”, narró.

¿Qué anécdota no olvida del Palacio de Santa Catalina?

“(Ríe). Este es un cuento de alguien que está allí todavía… Estaba encargado del tercer piso, donde reside la familia. Yo acostumbro a tomar siestas, una costumbre que tengo de toda mi vida. Él estaba encargado de atender el cuarto y como no se salió a tiempo, se metió debajo de la cama y después salió. Él se lo contó a otras personas y esas personas me lo contaron a mí”.

Si pudiera dar marcha atrás

“Cuando salgo y me encuentro con gente que quiere tomarse un retrato y compartir, no tengo problemas. El 95% de las veces no lo evito, pero hay ocasiones en que me veo obligado a evitarlo. Por ejemplo, en la fiesta de San Sebastián. Quisiera ir ahí y disfrutar, escuchar las orquestas y ver los artesanos, pero realmente no puedo porque me agarran, me agarran de un lado y del otro”

RAFAEL HERNÁNDEZ COLÓN / EXGOBERNAD­OR

a una decisión, el exgobernad­or dijo que sólo lo haría con el referendum del Sí y No de 1991. “Lo hice por malas razones. Se dio una oposición de los propios populares a que se llevaran a cabo las enmiendas constituci­onales, con dos terceras partes de los votos… Fue un error, el pueblo vota, pero no se enmendaba la Constituci­ón. Lo hice por la presión del partido”, expresó.

El Puerto Rico de los próximos 20 años cree que se está definiendo con el proceso que se inició con la Junta de Supervisió­n Fiscal. “Va a ser un proceso doloroso porque el Gobierno tiene una dimensión que necesariam­ente se va a recortar. Si se hace bien debe resultar en un gobierno más pequeño y efectivo”, indicó.

Pese a que reconoce que algunas costumbres norteameri­canas se han enraizado en la Isla, Hernández Colón dijo que no han impactado la identidad puertorriq­ueña.

“Creo que cada día nos afirmamos más, incluyendo a los estadistas que tienen ciertos enredos de espíritu, que entienden que las cosas pueden seguir igual si somos estado, lo que no es así, porque ser estado requiere ser parte del pueblo americano y el pueblo de Puerto Rico se tendría que disolver en el pueblo norteameri­cano”, añadió.

Le sigue gustando la bohemia

En torno a su vida social, narró que siempre disfruta las bohemias, aunque “ahora con menos gente” que cuando estaba en la vida pública. “Nelsa canta, y canta bien bonito. Ella fue del Coro de la Universida­d de Puerto Rico. Tiene una voz preciosa”, dijo.

Cuando de salsa se trata, le viene a la memoria el también ponceño Héctor Lavoe. “Está enterrado aquí en Ponce, muy cerquita de la tumba de mis padres. Héctor fue un buen amigo, yo lo quería mucho”, dijo para contar que lo conoció cuando el salsero ya era famoso y vivía en Nueva York.

“Él era de Machuelo, iba a Bélgica y allí era que se daba la bohemia, en la calle 5 donde él empezó a cantar”, recordó.

Su canción favorita de Héctor Lavoe, es “Periódico de ayer”, de Tite Curet Alonso.

¿Por qué?

No porque me traiga ninguna memoria, es por la creativida­d, y el sentimient­o que comunica y la manera en que lo comunica en las relaciones humanas. Es una manera de ver la vida y de romper con una relación que es muy especial, es una manera muy particular de decir: ‘pues, ya te olvidé’.

Tiene siete nietos. Biznietos todavía no hay, pero dijo que “Nelsa está loca porque lleguen”.

No lleva dieta, pero se cuida. Come vegetales, pescado y se ejercita en una bicicleta estacionar­ia. Sigue padeciendo de la espalda, aunque, en general goza de buena salud.

Han pasado años de su salida de La Fortaleza y todavía asegura que no tiene privacidad.

“Cuando salgo y me encuentro con gente que quiere tomarse un retrato y compartir, no tengo problemas. El 95% de las veces no lo evito, pero hay ocasiones en que me veo obligado a evitarlo. Por ejemplo, en la fiesta de San Sebastián. Quisiera ir ahí y disfrutar, escuchar las orquestas y ver los artesanos, pero realmente no puedo porque me agarran, me agarran de un lado y del otro”, relató.

Al dejar la vida pública dijo también que aumentó su fe espiritual. “Me hice el propósito de concentrar­me más en lo que es más importante de la vida, que es la unión con Dios”, afirmó.

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DE RUTINA
Entre la práctica privada de la abogacía, el exgobernad­or saca tiempo para ir al cine, a la playa, correr bicicleta y jugar con su perrita Sara.
CAMBIO DE RUTINA Entre la práctica privada de la abogacía, el exgobernad­or saca tiempo para ir al cine, a la playa, correr bicicleta y jugar con su perrita Sara.
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