HURACÁN IRMA NO ES PARA BROMAS
Aunque no debe perderse el sentido del humor, Alexandra Fuentes nos recuerda la importancia de la ayuda familiar y de los vecinos cuando hay tragedias causadas por el clima.
Como era de esperarse, la amenaza del huracán Irma/Irene es motivo de vacilones y creatividad.
Me imagino que a muchos de ustedes les llegó por WhatsApp un vídeo del inigualable Álvarez Guedes en donde cuenta su experiencia en Puerto Rico durante el período previo a un huracán.
Es para morirse de la risa. Desde la preparación del tradicional sopón hasta la celebración por la caída de un palo de aguacate en Guaynabo.
Dice Álvarez Guedes, en su estilo muy particular, que él entraba a los sitios y la gente se veía contenta, gozosa, esperando la tormenta.
Que igual veía tristeza y desilusión, como si nos hubieran engañado cuando el huracán se desviaba y se alejaba de Puerto Rico.
Inevitable no identificarnos con los cuentos del humorista, pues de una forma u otra todos hemos sido parte de ese “folclor ceremonial” pre y pos huracán.
Sin embargo, debo hacer una observación. No sé si la comparten conmigo, pero noto que esta vez la amenaza de Irma no les ha dado gracia a los puertorriqueños, lo que por un lado es bueno, pues me imagino que se traducirá en una mejor preparación para el evento.
Pienso que esta vez estamos conscientes de la fragilidad del sistema eléctrico, la falta de recursos gubernamentales, y tenemos muy frescos en la memoria los estragos causados en Texas por el huracán Harvey.
Acudí al pequeño supermercado cercano a donde resido a comprar agua y las conversaciones no eran de sopones ni de dominó, como narraba el cómico cubano sobre el huracán David en 1979.
La gente apenas hablaba y sus rostros eran de preocupación real. No es para menos, los tiempos son duros y de retos para todo el mundo y lo menos que necesita Puerto Rico es tener que enfrentarse a un fenómeno como este.
Pero hay cosas que no podemos evitar. Si la naturaleza se antoja de que Irma haga una parada en nuestra Isla, tendremos que enfrentar esa realidad de la mejor forma posible. Mantenernos informados, adoptar todas las medidas de precaución y siempre tocar base con los vecinos para colaborar con cualquier asunto de la comunidad.
Dios quiera y se aleje el temporal, pero si llegara a impactarnos tenemos que darle el frente, protegiendo la vida por encima de cualquier consideración.
Terminado el evento, a trabajar en comunidad para superar cualquier dificultad y levantarnos.
No debemos perder tampoco esa chispa que siempre nos ha permitido poner “a mal tiempo buena cara”, eso que le llamó la atención a Álvarez Guedes sirviéndole de musa para uno de sus famosos cuentos.
Sin que eso signifique bajar la guardia, nada malo tiene sazonar con buen humor los momentos difíciles.
“Pienso que esta vez estamos conscientes de la fragilidad del sistema eléctrico, la falta de recursos gubernamentales, y tenemos muy frescos en la memoria los estragos causados en Texas por el huracán Harvey”