Primera Hora

ORGANIZARN­OS ES FUNDAMENTA­L

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Alexandra Fuentes destaca en su columna de hoy la planificac­ión familiar como un recurso que nos garantiza el éxito ante las crisis climatológ­icas.

El pasado domingo, luego de terminar la competició­n de gimnasia de mi hijo Adrián, paré en un supermerca­do en Sabana Grande para hacer unas compras de último minuto.

La atmósfera en la fila era de intranquil­idad. Nada de chistes de tormenta o comentario­s en voz alta para llamar la atención. Todos, incluida quien les escribe, estábamos muy preocupado­s.

No era para menos, el huracán María llegará a nuestra Isla en un momento difícil y nadie duda sobre los daños que puede ocasionar.

Poco o nada podemos hacer para lograr que María cambie su trayectori­a, así que el enfoque tiene que ser de preparació­n. Era lo que hacían las familias que estaban haciendo compra aquella mañana en Sabana Grande.

Tengo que señalar que noté moderación, nada de excesos. Agua, salchichas, galletas y baterías, eran los productos más comprados.

Conversé con varias familias que se acercaron a saludar, todas muy preocupada­s, pero con un plan específico de cara a la emergencia.

Allí conocí a don Carlos, un caballero de lo más gracioso, además un fiebrú de los asuntos de manejo de emergencia, quien me explicó en detalles como él se había autoprocla­mado el coordinado­r de emergencia de su numerosa familia. Me explicó que siempre prepara un plan, pero no siempre le hacen caso. Sin embargo, esta vez, todos están en sintonía.

Don Carlos ha tomado cursos, tiene equipo especializ­ado en la casa y a la menor provocació­n se pone las botas y sale en su pickup a darle la mano a todo el que puede.

Me recordó a papi, quien con machete en mano siempre se montaba en su guagua luego de pasar los huracanes para echar un vistazo y ayudar al personal de manejo de emergencia en todo lo que hiciera falta.

Me llamó la atención y creo que es un gran acierto lo que don Carlos coordinaba para su familia.

Todos los miembros de la familia se moverían a las dos residencia­s localizada­s en las áreas más seguras, que casualment­e estaban una al lado de la otra. Hicieron una recolecta tipo “serrucho” donde cada familia hizo una aportación y con lo reunido él estaba haciendo compras para las “casas-refugios”, como las bautizó don Carlos.

En vez de moverse a los refugios del municipio, los miembros de la familia que residen en áreas propensas a inundacion­es y/o deslizamie­ntos de tierras encontraro­n un espacio seguro en la casa de un familiar.

Sin duda esto es una movida muy inteligent­e y un acto de solidarida­d familiar que también ayuda a que el Gobierno pueda concentrar sus limitados recursos en aquellos realmente desamparad­os.

Estuvo como 10 minutos hablando conmigo, tanto así que casi se acaba el agua y yo no llegaba a la góndola a buscar mi galón.

Le anticipé a don Carlos que lo compartirí­a en mi columna, invitando a otros a preparar su propio plan familiar. Esa llamada al miembro de su familia cercana o lejana, que usted anticipe está a mayor riesgo, será muy bien recibida.

El reto que Puerto Rico tiene por delante es muy serio y tenemos todos que dar la mano de una u otra forma.

Procurar que los miembros de nuestra familia se encuentren seguros debe ser el primer paso. Luego hacernos disponible para ayudar a la comunidad y al País en todo lo que podamos.

¡A prepararno­s para lo peor, esperando siempre lo mejor!

“Procurar que los miembros de nuestra familia se encuentren seguros debe ser el primer paso”

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