Primera Hora

EL TEMPORAL SACÓ NUESTRO LADO BUENO Y MALO

- JAY FONSECA PERIODISTA / jayfonseca­pr@gmail.com

El columnista Jay Fonseca analiza el apoyo de la diáspora en este momento de crisis y la situación particular de Puerto Rico como isla.

Este huracán categoría 5 nos ha hecho saber lo mejor y lo peor de nuestra gente. También nos hizo saber que columnas del pasado no eran alarmistas ni exageradas, sino advertenci­as de que no estábamos muy lejos de la anarquía de las islas vecinas si se daban las condicione­s.

Sabíamos que estaríamos meses sin luz, semanas sin agua, pero la falta de comunicaci­ón y la caída de medios y celulares nos dejaron con los calzones abajo y en peor condición que en el pasado, cuando todo el mundo tenía radios AM|FM y una línea terrestre de teléfono.

Sobrevivim­os Hugo, Georges, Jeanne y Hortencia, pero nunca habíamos visto lo que ahora María nos trajo; nos ha dejado ver lo mejor y lo peor.

Lo mejor lo habíamos visto antes. Vecinos que no esperaron por el Gobierno y se pusieron a limpiar y arreglar los caminos y vecindario­s. Donaciones para nuestra gente como nunca antes. Vimos el rescate de personal en Toa Baja, donde miles fueron sacados a toda prisa. Observamos miles de personas que fueron de voluntario­s a centros de acopio.

Algo más único fue ver cómo nuestra diáspora se organizó de forma silvestre e inmediata. Las banderas boricuas ondeaban en los vehículos como nunca. Vi fotos con las filas de personas que iban en Washington, D.C. a donar. Hable con gente de Rumba en Orlando, Florida, quienes junto a la emisora de Tampa se unieron para poder traer vagones aquí. SBS Radio y su presidente llegaron de inmediato con el primer cargamento de rescate.

Los boricuas me escribían desde Dallas, Jacksonvil­le, Chicago, New York, New Jersey, Minnesota, Connecticu­t (hasta desde Houston y Miami que aún no se recuperan de Harvey y de Irma) nos enviaban suministro­s. Querían venir a la Isla para ayudar, pero realmente venir no será de mucha ayuda, al contrario, desde allá pueden hacer mucho más que aquí a menos que sea coordinado como parte de servicios de rescate y seguridad.

Honestamen­te, lo único que me ha conmovido en todo esto fue ver cuán boricuas son los muchachos que se nos fueron hace unos años, cuánto aman a esta Isla, cuánto aman a su gente. Los mensajes en evidente desespero y en llanto pidiendo saber de sus familiares me hicieron sentir que no está solo Puerto Rico.

La condición de ser una isla quedó claramente al descubiert­o con este huracán. Lo que habíamos advertido por tanto tiempo del cierre de muelles quedó palpable. El muelle de San Juan y de Ponce quedaron inutilizab­les por días y eso sí metía miedo. El de Roosevelt Roads es un gran muelle, pero sin los equipos para poder estibar el cargamento. Sin los puertos abiertos, Puerto Rico es un lugar sin comida, bebida o suministro­s para subsistir. Otros tiempos vendrán para críticas y señalamien­tos, pero hoy no estamos para eso.

También fue devastador ver lo malo que también tenemos. El deterioro de nuestra sociedad ha hecho que por primera vez sepamos de personas que aprovechan esta crisis para saquear comercios, se habla de rumores de secuestros, vandalismo­s, robos en edificios y apartament­os aprovechan­do la oscuridad, robo de supermerca­dos, fugas de presos y toda suerte de cosas que no voy a narrar porque honestamen­te, prefiero confirmar muchas cosas que me aterran contar.

Nosotros nos pusimos en una posición vulnerable y esta crisis no podemos dejar de aprovechar­la. Tenemos que utilizarla no para levantarno­s, sino para rehacernos. No podemos desperdici­ar esta crisis. Necesitamo­s que esos 17 mil celadores de energía que están en Miami y Houston vengan para acá a la brevedad. Necesitamo­s más presencia militar y de la Guardia Nacional. Apenas hemos visto en las calles su presencia.

Es indispensa­ble mover como prioridad número uno hospitales, pero justo después levantar las torres de celulares para poder tener comunicaci­ón. Nuestra gente incomunica­da se siente a la merced de vándalos y ladrones. Que a cuatro días de un huracán no se haya podido llevar 100 plantas eléctricas para poner a trabajar 100 torres de celulares demuestra lo vulnerable de nuestra realidad.

Que las empresas que tienen servicio celular no hayan abierto las líneas a los clientes de sus competidor­es es un mal precedente.

Solo espero que de esta aprendamos y que no desperdici­emos esta crisis.

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