SOLIDARIOS LOS BORICUAS EN PLENA ADVERSIDAD
Se las ingenian para darse una mano y turnarse para cocinar entre los vecinos
Vine hasta aquí para cargar mis cosas y de una vez traje estas extensiones. Y pues como ves, la gente se unió”
DIRELY DE OSORIA
RESIDENTE EN LUIS LLORENS TORRES
Han pasado seis días desde el paso del huracán María por la Isla. Sin embargo, un recorrido por algunos comercios en Santurce fue suficiente para comprobar la solidaridad y el buen humor que mantienen los puertorriqueños. Claro, nunca faltan las largas filas y el desespero que genera la espera debajo del candente sol.
Sam’s Club en la avenida Kennedy
Los clientes entraban de 20 en 20 para hacer sus compras. Estaban en la búsqueda de agua, baterías y comidas en lata. El hielo brillaba por su ausencia y la venta de artículos de primera necesidad estuvo limitada.
“Aunque hay comida como para un mes, estamos limitando la mercancía para que dure. Estaremos recibiendo más mercancía a medida que vayan llegando los camiones. De los artículos de primera necesidad las personas pueden comprar solo un artículo. Por ejemplo, un paquete de arroz, uno de salchicha. Para las personas que tienen negocios es un poco más”, explicó Leonardo Ayala, empleado de Sam’s Club.
En los alrededores del estacionamiento habían sobre 15 guardias de seguridad armados y una fila larguísima de carros en espera.
Wanda Torres llegó hasta Sam’s de la Kennedy en busca de repelentes de mosquitos. No necesitaba nada más. Tenía suficiente comida como para pa- sar una semana completa. Además de que su comunidad en Santurce decidió juntar las provisiones y dividirse los quehaceres de la cocina. Entre ocho vecinos de la calle Hoare se turnan para preparar alimentos tres veces al día.
Lo mismo pasa con la comunidad de Caimito Bajo. A pesar de los deslizamientos de terreno y las pérdidas tras las inundaciones en la zona, a Minerva Villegas, quien perdió su hogar, le había tocado cocinar temprano en la mañana para sus 50 vecinos. Preparó arroz, habichuelas y carnes de lata. Hacía una línea en Sam’s junto a su hermana y esposo para tener más suministros.
Bianca Robles, de Puerto Nuevo, tampoco necesitó comprar mucho más para su familia de ocho integrantes. En el carrito de compra tenía papel toalla, arroz, comida para perro y pocas latas de comida. Lo suficiente para comer hasta el 3 de octubre, día en que parte para Texas sin pasaje de regreso. Aunque compró el boleto hace meses, “le doy gracias al Señor que me voy, porque de verdad que aquí está difícil la cosa”.
Walmart en Santurce
Los clientes tenían 10 minutos para hacer sus compras en el Waltmart de la parada 18. A eso de la 1:00 de la tarde ya habían llegado sobre 500 personas y el calor los traía algo abrumados.
“En casa somos ocho y no tenemos nada que comer. Todo está dañado. Los muebles se mojaron. El televisor se rompió. Se inundó la sala, la cocina y el cuarto. Son cuatro niños que tienen de dos añitos para abajo. No tenemos nada y solo tenemos 10 minutos para comprar”, confesó Jomarie García, quien llegó a San Mateo de Cangrejos desde el residencial Villas de Magó en Guaynabo.
Por su parte, una residente del residencial Nemesio Canales, que prefirió hablar bajo anonimato, estaba desesperada porque su nevera estaba vacía y ni pañales para la nena tenía.
“No pensé que esto fuera a ser así. Está todo cerrado. En ningún lado hay agua. Las cosas de la nevera ya se perdieron porque si no consigues hielo, ¿cómo te va a durar la compra? Mi cuarto se inundó. Estamos durmiendo en un
matress moja’o”.
Para apaciguar la tensión, Direly de Osoria llegó desde el residencial Llorens Torres con extensiones para conectarlas al receptor exterior de Walmart. Enchufó varios cargadores y la gente comenzó a acercársele. De un momento a otro, habían más de 10 celulares y iPads cargándose.
“Vine hasta aquí para cargar mis cosas y de una vez traje estas extensiones. Y pues como ves, la gente se unió”, concluyó Direly.