HOY VIEQUES NO ES UN PARAÍSO
La destrucción que dejó el ciclón ha transformado el paisaje de la Isla Nena y la desolación invade a los residentes porque no llega la ayuda
VIEQUES. José A. Silva se acercó ayer lentamente al negocio del que se ha sustentado su familia desde que su padre lo inauguró en 1972 y, al ver la devastación que se desnudaba ante sus ojos, las palabras como que se le caían en contra de su voluntad: “Ay, ay, ay… yo no sé ni por dónde empezar”.
El negocio se llama “La Nasa” y es un clásico en Vieques. Ubicado en el malecón del sector La Esperanza, allí se bebía y se comía y era parada obligada de todo el que que visitara la Isla Nena.
“Esto es lo que le daba el espíritu a Vieques. Aquí era donde venía todo el mundo a ‘janguear’ y disfrutar. Aquí era donde venían los que luchaban contra la Marina de Guerra de Estados Unidos a celebrar y a hacer su jolgorio. Esto es histórico”, decía Silva, conocido en Vieques simplemente como “José, el de la Nasa”, tras ver los escombros en los que el huracán María convirtió a su negocio.
La Nasa fue antes símbolo de la alegría y la vitalidad de Vieques y, así mismo, es hoy el principal símbolo del ruinoso efecto que tuvo el ciclón en esta isla municipio de 9,300 habitantes. A una semana del paso del huracán, Vieques, como casi todo Puerto Rico, no ha superado el trauma de María, la recuperación no ha empezado, la población da signos de desesperación y la poca ayuda que ha llegado, tramitada por grupos privados, no ha sido suficiente.
La destrucción de María en Vieques fue casi total. Pasear por el pueblo es pasear por un paisaje de completa desolación. Hasta el martes, no había gasolina ni diésel, pero llegó y volvió a agotarse velozmente.
La mayoría de los comercios estuvieron cerrados hasta los primeros días de esta semana. A una semana de la tormenta, los gobiernos de Puerto Rico y Estados Unidos no han llegado hasta aquí, según un portavoz municipal. El alcalde, Víctor Emeric, viajó ayer a San Juan, para lo que sería su primer contacto con el gobierno central.
El pueblo se quedó sin agua cuando la planta que la suministraba fue vandalizada por desconocidos para robarle el diésel. El aeropuerto resultó severamente averiado, incluida la oficina del director, y sigue cerrado, salvo para vuelos fletados.
Innumerables familias perdieron sus residencias. Negocios fueron destruidos. El hotel W, uno de los principales patronos aquí con cerca de 150 empleados directos, y que resultó destruido en un 80%, le informó ayer a sus trabajadores que no abrirá hasta nuevo aviso. Les pagó, sin embargo, el salario completo de la semana pasada.
“Sabemos que la isla completa está devastada. Sabemos que la situación es crítica en todos lados. Pero los que están en Fajardo pueden correr para Mayagüez. En Vieques no tenemos esa opción. Aquí estamos encerrados”, dijo Edgar Reyes, jefe de operaciones de Radio Vieques, la única emisora de la isla municipio, que está fuera del aire desde que el huracán le tumbó su única antena. “Cuando la ayuda llega, llega por filtración”, agregó.
Haronid Cruz, director de Cultura y Turismo del Municipio, el único miembro de la administración municipal que ayer estaba en la alcaldía, dijo que al pueblo le urgen gasolina, diésel y gas propano, que llegaron el martes por primera vez desde el huracán, pero ya se agotaron.
Cruz dijo que el 90% de las hospederías en Vieques sufrió daños de diversa consideración, por lo que el turismo, una de los principales motores de la economía aquí, está detenido.
Algunas organizaciones privadas han llevado agua y otros víveres, pero se agotan
velozmente. El único banco en Vieques abrió ayer, pero el colapso de la comunicaciones, que impide las transacciones electrónicas en los comercios, ha dejado sin opciones para comprar víveres a los beneficiarios de la Tarjeta de la Familia, que constituyen el 42% de las familias en esta isla municipio, según estadísticas del Departamento de la Familia (DF).
Hay mucho temor también, como en otros municipios, con los pacientes de diálisis que no han podido llegar a sus citas.
Regreso al pasado
“El sector privado se ha movido. Pero la Guardia Nacional hasta el sol de hoy por aquí no ha venido", dijo Cruz.
Vieques, de alguna manera, ha regresado al pasado en la resaca de María.
El alcalde Emeric hace sus anuncios en un carro con altoparlante que recorre a diario los barrios del municipio, si es que hay gasolina. Todos los días, a las 2:00 de la tarde, hay asamblea de pueblo en la plaza, en español e inglés por consideración a los muchos estadounidenses que viven aquí, donde se discuten los problemas del pueblo y se hacen los anuncios más importantes.
La organización no gubernamental Vieques Love puso a disposición del municipio seis teléfonos satelitales ubicados en diferentes puntos de la isla, a través de los cuales los cerca de 9,800 viequenses pueden hacer llamadas, de un minuto cada uno, a sus seres queridos.
Una de las que llamó ayer fue Ana María Alonso, una española de Bilbao que vive en Vieques hace veinte años. “He perdido todo, todo, pero eso es lo menos importante. Lo que quiero es que se acabe ya esta pesadilla. No tengo donde estar. Me paso todo el día en la calle, dijo, ahogada en llanto.
En ningún sitio, la devastación es más evidente que en el malecón de La Esperanza, que tiene el aspecto de las ciudades que han sido bombardeadas.
La estructura del malecón desapareció. Las hospededrías y restaurantes que quedan en la zona están casi todos totalmente destruidos.
“José, el de la Nasa”, sabe que la reconstrucción será ardua, pero no se amilana. “Ya tengo un croquis de lo que quiero hacer. Voy a empezar con algo pequeño, como empezó mi papá, y por ahí a seguir creciendo”.
He perdido todo, todo, pero eso es lo menos importante. Lo que quiero es que se acabe ya esta pesadilla. No tengo dónde estar. Me paso todo el día en la calle”
ANA MARÍA ALONSO
ESPAÑOLA RESIDENTE EN VIEQUES