INSTALACIONES DESTROZADAS
El desarrollo deportivo de Puerto Rico y la economía que este genera sufrió el impacto multimillonario del huracán María, que dañó gran parte de su infraestructura física tanto en las comunidades como en los grandes complejos.
Un recorrido por escenarios emblemáticos como el Albergue Olímpico de Puerto Rico, en Salinas; el Coliseo Héctor Solá Bezares, en Caguas; el Estadio Jesús María Freire, en Ci- dra, y el Estadio Pedro Montañez, en Cayey, sirvió para evidenciar que, aunque tomará tiempo cuantificar el costo de los destrozos, será alto.
En el Albergue Olímpico la destrucción saltaba a la vista en varias instalaciones como la piscina olímpica, pero el área más afectada era el Club de Gimnasia. Allí estaba el miércoles Jesús Barcia, director, junto a su esposa y directora técnica femenina, Yaritza Zamora, intentando limpiar un poco antes de que dieran las 5:00 p.m. pues debían regresar a su hogar en San Juan antes de que iniciara el toque de queda.
“El domingo, tan pronto se aclaró la cosa, vinimos a ver cómo estaba la situación. Tuvimos que subir a pie (desde la entrada principal del Albergue) ¡y cuando llegamos…!”, recordó. “Y la Federación (cuyo centro de entrenamiento y acuartelamiento de los equipos nacionales está en Carolina) está en unas condiciones también horribles”, indicó.
En los estadios de béisbol el panorama era similar: torres de alumbrado derribadas, verjas y vallas de amortiguamiento destruidas, techos y vigas de graderías colapsadas, áreas de calentamiento y prácticas inexistentes, y terrenos inundados o con los efectos de la inundación.
En Caguas, el caso que más consternación causó fue la inundación del Coliseo Héctor Solá Bezares, “la casa de Las Criollas”. Allí parte del techo se desprendió, dejando el tabloncillo y todas las áreas del sótano a merced de la torrencial lluvia de María.