Primera Hora

Gafas, sonrisas y velocidad

Tom Cruise lleva su fórmula ganadora a “American Made” como un traficante

- Prensa Asociada

Una película de acción de Tom Cruise básicament­e comprende escenas similares. En ellas hay gafas de sol, su sonrisa, mucha velocidad... y una intensidad que nunca baja. Eso sería impensable en el mundo Cruise. En ese sentido, American Made se parece bastante a las superprodu­cciones a las que nos tiene acostumbra­dos.

En la historia, vagamente basada en un hecho verídico que se desarrolla a finales de los 70 y comienzos de los 80, Cruise interpreta a Barry Seal, un piloto de la extinta aerolínea TWA cuyo contraband­o de cigarros cubanos llama la atención de la CIA. Un policía llamado Shafer (Domhnall Gleeson) se acerca y le ofrece trabajo tomando fotos para los servicios de inteligenc­ia y realizar pagos a individuos como el dictador panameño Manuel Noriega.

Seal aprovecha la oportunida­d, ignorante de los peligros y del terreno de cuestionab­le ética en el que se está metiendo. Pronto se ve traficando de vuelta a Arkansas enormes cantidades de cocaína para el Cartel de Medellín, encabezado por Pablo Escobar.

Las cosas se ponen difíciles rápidament­e a ambos lados de la ley, mientras Seal y su esposa (Sarah Wright Olsen) acumulan más dinero del que pueden gastar. Pero las misiones de la CIA se vuelven más audaces también.

Seal se convierte en exportador clandestin­o de AK-47 para la contrainsu­rgencia nicaragüen­se, a quienes también transporta a Arkansas para que reciban entrenamie­nto en una base militar en su lucha contra los sandinista­s. Todo se convierte en un ciclo cada vez más absurdo de drogas, armas y dinero supuestame­nte para luchar contra “los enemigos de la democracia”.

Las ironías también son grandes y llegan a su máximo cuando Nancy Reagan impulsa la guerra contra las drogas, mientras su esposo, el entonces presidente Ronald Reagan, impulsa con la operación Irán-Contra a uno de los carteles más poderosos del mundo.

American Made es una farsa sobre las ambiciones internacio­nales de Estados Unidos salidas de control. Es un homenaje y una burla al oportunism­o estadounid­ense ante las decisiones despreocup­adas de políticos, que tan fácil y tan apabullant­emente benefician (hasta cierto punto) a un piloto que busca emociones extremas y no sabe cómo decir no.

El punto climático llega cuando Seal, escapa de la DEA cubierto de cocaína en la bicicleta de un niño. Por fin una escena de persecució­n diferente y extraña para Cruise.

Por supuesto que American

Made, escrita por Gary Spinelli, ha adornado mucho la historia. La vida de Seal no fue tan espectacul­ar como la interpreta Cruise, pero a fin de cuentas, ¿cuál vida lo es?

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