Un oasis para dar calidad de vida
Hace más de 21 días Celia Garay duerme en un refugio porque su casa, en la comunidad de Puente Blanco en Cataño, quedó “destrozada” tras el huracán María.
Con su bebé de 6 meses en brazos, ayer intentaba despejarse un poco viendo a un personaje animado orientar a varias madres, padres y niños sobre la importancia del uso de repelente para mosquitos para evitar el contagio de varias enfermedades.
A su lado, Yarimar Rosado, madre de dos pequeños de 2 y 8 años también escuchaba la orientación.
Igual que Celia, ya llenó la solicitud de ayuda de FEMA y aguarda por un techo seguro para su familia.
“Venimos a veces por el día y nos entretenemos. Otras veces vamos a limpiar la casa y a botar todo lo que no sirve porque se dañó con la inundación”, dijo Celia con tristeza porque “quisiera estar en mi casa, no en un refugio”.
Las dos madres se encontraban en el centro Emergency Stop & Go en las antiguas instalaciones de Bacardí en el sector Palo Seco.
Allí la empresa, en alianza con la iniciativa Unidos por Puerto Rico de la Oficina de la Primera Dama, habilitó un espacio de 20,000 pies cuadrados para ofrecer a los 125 refugiados de Cataño y municipios vecinos almuerzo, refrigerios, servicios médicos y entretenimiento.
“El propósito de estos centros es dar calidad de vida... que sirvan de oasis”, afirmó la primera dama Beatríz Rosselló, quien visitó el lugar junto al alcalde de Cataño, Félix “El Cano” Delgado, del Partido Nuevo Progresista (PNP).
Hasta el momento, hay 14 centros abiertos en diferentes pueblos: Aguadilla, Cataño, Culebra, Guánica, Manatí, Naranjito, Rincón, Río Piedras, Salinas, San Juan, San Sebastián del Pepino, Santa Isabel, Utuado y Yauco.
Hilda Rodríguez, gerente de distribución de Bacardí, sostuvo que, además de los centros que ha apadrinado la empresa, también inició el domingo en Morovis, una serie de diez caravanas a distintos pueblos donde ofrecen agua potable, alimento y servicios médicos.