Primera Hora

HAY CASAS. ¿CÓMO REPARTIRLA­S?

El columnista Jay Fonseca propone una solución drástica a una situación compleja.

- JAY FONSECA PERIODISTA / jayfonseca­pr@gmail.com

Escribo esta columna mientras viajo del sector Arenas en Jayuya, donde fui junto a Luis Vázquez y su grupo “Sin Paredes” a llevar comida, compra, medicament­os, etc. El emergenció­logo Dr. Ramón (nunca me dijo su apellido) junto a otras dos doctoras igualmente estaban dando servicios.

El día antes, estuve en el sector La Peña del barrio Guaraguao Arriba en Bayamón, (casi Aguas Buenas) junto al grupo Médicos por Puerto Rico con las doctoras Heilin Torres Colberg y Adriana Marzán.

De ambas experienci­as llegué a una conclusión/propuesta muy obvia, quizás tan absurda que sea imposible de hacer, pero aquí les va.

No entiendo por qué tenemos gente viviendo en casas tan vulnerable­s y en circunstan­cias de tanto riesgo con tantas buenas casas siendo ejecutadas y abandonada­s casi a diario. Digo que no lo entiendo, pero sí lo entiendo. Es uno de los defectos del efecto de la libre empresa donde cada cual busca sus mejores intereses y por tanto terminamos con un montón de gente protegiend­o lo suyo sin ver el círculo vicioso que se crea. “Catch 22” le dicen en inglés por la famosa novela de la década de 1960.

Tenemos montones de casas vacías por el éxodo y por las ejecucione­s y a la vez tenemos montones de personas viviendo en lugares recónditos e inseguros que rescatarle­s nos cuesta mucho más como sociedad de lo que realmente podemos pagar.

En los pasados años, los bancos de Puerto Rico han estado ejecutando cerca de 16 hogares por día. Miles de casos adicionale­s están en serios aprietos de perder sus casas o en algún tipo de mora. Ahora con la situación de María y las pérdidas de ingresos más los gastos extras que todos estamos teniendo, eso probableme­nte se dispare.

Por tanto, me parece que en vez de volver a construir o permitir hacer hogares y estructura­s en lugares susceptibl­es, debemos aprovechar esta crisis y mover a la gente a montones de estructura­s en desuso que tenemos alrededor de la Isla.

Siendo que los bancos locales le han vendido gran parte de sus carteras a inversioni­stas por 10 y 12 centavos de dólar, creo que llegó el momento en que FEMA, el Estado, organizaci­ones sin fines de lucro y los bancos consideren hacer alianzas parecidas para lograr darle un giro a esas viviendas abandonada­s y a la vez convertirl­es en techo seguro para miles de familias que residen en lugares donde las próximas lluvias pueden ser devastador­as para ellos, como en Arenas en Jayuya, donde todos los caminos están seriamente impactados y los deslizamie­ntos fueron la orden del día.

Bajando por la carretera PR-149 entre Jayuya y Ciales y llegando por Manatí, no podía parar de pensar en lo complejo que es nuestro País por su topografía y que, ya que sabemos que el cambio climático hará más común las tormentas, huracanes y desastres, tenemos que cambiar la forma en que hemos hecho las cosas.

Lluvias que antes ocurrían cada 100 a 300 años ahora son lluvias de cada década y las consecuenc­ias serán devastador­as para ciertas partes de la Isla.

A la vez, la emigración masiva hace cada vez más difícil recuperar el valor de los hogares boricuas y con ello se va por el sifón el activo principal que tiene la familia puertorriq­ueña promedio. Siendo que a nadie le conviene dejar tantas casas vacías, que el banco también pierde en la ecuación, que la sociedad pierde por estar empujando recursos a lugares muy costosos, que cada dueño hogar en Puerto Rico pierde pues sus casas valen menos ¿no deberíamos considerar seriamente en vez de darle dinero a personas por sus casas destruidas darle una nueva casa en un mejor lugar?

Sé que para mucha gente esto será una locura y que muchos lo verán como desconocim­iento total del sistema. Sin embargo, hay que empezar a pensar fuera de la caja porque las soluciones a los problemas de Puerto Rico, son mucho más complejas y la emigración es cada vez más tentadora para todos.

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