DOS CARAS EN MAYAGÜEZ
A más de un mes del huracán María, el área urbana se recupera, pero varios sectores sufren la devastación como el primer día
MAYAGÜEZ. Los semáforos de la carretera PR-2 funcionan y el tapón es el de siempre, el centro comercial está abierto, los restaurantes y negocios de servicios lucen concurridos, y a simple vista no se observan daños estructurales mayores a consecuencia del huracán María en esta ciudad.
Sin embargo, detrás de ese avance en la normalización del diario vivir de los mayagüezanos y de su población flotante, se esconde la dura realidad de miles de damnificados. Ellos están en la periferia, viven en la costa o en la montaña, allá donde Mayagüez se funde con Maricao y Las Marías; en fin, a donde no es posible mirar desde la carretera principal.
“34 días después del huracán, hay muchos problemas por resolver en Mayagüez, mayormente en la zona rural”, afirmó el vicealcalde de Mayagüez, Heriberto Acevedo Ruiz.
Al momento, el censo municipal ha arrojado cinco mil casas con daños, de las cuales tres mil tuvieron pérdida parcial o total del techo.
María hizo estragos en las comunidades Quemado, Bateyes, Quebrada Grande y Leguísamo, donde se reportaron múltiples deslizamientos de terreno. De acuerdo con Acevedo Ruiz, también se encuentran en deterioro las carreteras 105, 108, 348, 349, 351, 352, 353, 354, 355 y 356, mientras en la 106 se hundieron dos casas de cemento.
Una de ellas pertenecía a la empleada municipal Nélida García Andújar, quien labora en la oficina de Acevedo Ruiz. El día del huracán, ella se quedó con sus padres en la urbanización Buenaventura y su esposo buscó refugio con un vecino de la carretera 106.
“Ellos sintieron como un estruendo porque en la casa de
No quería irme, pero después vi que si me quedaba me hubiera pasado algo. En la casa se pasearon todos los muebles” (por la gran cantidad de agua acumulada) MILAGROS MATOS VECINA DE EL MANÍ
La casa de nuestro vecino de la derecha explotó el cemento y el agua se metió por debajo de nuestra casa socavando todo el terreno y ahí la casa se hundió. La casa del lado izquierdo, que era de madera y zinc, desapareció” NÉLIDA GARCÍA ANDÚJAR VECINA DE MAYAGÜEZ
“La actividad económica ha bajado, sin duda alguna. Hay unos restaurantes y tiendas que abren, pero uno percibe escasez de productos” HERIBERTO ACEVEDO RUIZ VICEALCALDE DE MAYAGÜEZ
nuestro vecino de la derecha explotó el cemento y el agua se metió por debajo de nuestra casa socavando todo el terreno y ahí la casa se hundió. La casa del lado izquierdo, que era de madera y zinc, desapareció”, relató García Andújar.
La vivienda tenía 15 años de comprada y la habían remodelado el año pasado. Actualmente, el techo está al nivel de la carretera.
“La Policía mandó a sacar a mi esposo porque la casa era un riesgo para cualquiera. Ya FEMA fue a verla y certificaron la casa pérdida total. Le pusieron un sello y no se puede ni entrar”, sostuvo.
El matrimonio pudo salvar su ropa, un juego de muebles, el juego de cuarto, la nevera, la estufa, la lavadora y la secadora, lo que sacaron valiéndose de rampas. Ya alquilaron un lugar para volver a empezar.
Esperan puente
Por otra parte, el puente de la carretera 354 en el barrio Río Cañas se desplomó y el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos todavía no ha dicho cuándo instalará uno provisional, dijo Acevedo Ruiz. A otros tres puentes se les socavaron los cimientos en la carretera 352, la urbanización Ponce de León y el barrio Limón.
Bien afectado El Maní
En la costa tampoco ha llegado la normalidad. Los residentes de Santa Rosa de Lima, Brisas del Mar y El Maní recibieron el embate del Río Añasco y la marejada ciclónica, y hoy tienen que lidiar con las pérdidas materiales por la inundación.
Dos casas de madera ubicadas al lado de la Pescadería El Maní, en la carretera 64, se hundieron al romperse el suelo de cemento. Con ellas se fueron dos vehículos y un bote de pescar. Casi al final de la misma calle, un tramo de pavimento se rompió, hizo ceder la mitad de una casa de cemento y rompió un poste.
Milagros Matos, de 73 años y residente en la calle principal de El Maní, fue desalojada forzosamente y llevada al Palacio de Recreación y Deportes, el único refugio de Mayagüez.
“Yo no quería salir y me mandó a sacar obligada Guillito (José Guillermo Rodríguez, el alcalde), como él me conoce. Yo les dije que no iba a pasar nada, no quería irme, pero después vi que si me quedaba me hubiera pasado algo. En la casa se pasearon todos los muebles (por la gran cantidad de agua acumulada)”, manifestó la mujer, quien ha recibido comida preparada de parte del ayuntamiento.
Matos perdió los muebles, la nevera, el juego de cuarto y la cama, y todavía tiene los escombros delante de su casa, como muchos otros vecinos.
En la misma calle, Juan R. Lorenzo también tuvo que poner a secar los muebles en un intento por salvarlos. Los cuatro pies con tres pulgadas de agua que se acumularon en su vivienda le dañaron las camas y otras pertenencias.
“Me quedé a pasar el huracán aquí. Fue demasiado fuerte. Al principio, tumbaba los palos y eso, pero en la esquinita donde yo estaba no se sentía ningún viento. Me mantuve ahí, pendiente a si rompía la casita de atrás. En eso se cayó algo por ahí, los perros salieron corriendo y cuando vine a la marquesina venía el golpe de agua”, recordó el hombre de 66 años, cuya esposa se refugió en otro lugar.
“Cogí por ahí mismo, me enganché en el carro y me fui a las Villas Centroamericanas, que es el sitio más alto. Todo se movía, los postes y todo, pero tenía que salir de aquí. Solo pensaba si me caía un poste encima de la capota. Cuando llegué a las Villas me metí dentro de dos carros porque no me iba a exponer”, prosiguió.
Al regresar a su hogar, Lorenzo se topó con la carretera inundada. Dejó el carro lo más cerca que pudo y llegó a pie a su casa, donde permaneció tres días en lo que bajaba la inundación. Durante ese tiempo, no supo de su esposa.
“Fue un sustito”, comentó Lorenzo entre risas.
El panorama un mes después
De otro lado, en la carretera 102, que bordea el mar hacia el sur, hay decenas de postes y cables caídos; el Club Náutico perdió el techo, hay casas con ventanas y puertas rotas en la urbanización San José, y el Parque Infantil también tuvo daños en su infraestructura.
El litoral, entretanto, todavía tiene mucho material vegetativo acumulado. El restaurante Costa se inundó y permanece cerrado por reparaciones.
En el estadio Isidoro “Cholo” García, se desprendieron planchas de zinc del techo, la pizarra y la verja en el jardín central resultaron dañadas. Sin embargo, lo más llamativo es que la estatua de Cholo García ubicada en la entrada se despegó de sus cimientos y quedó inclinada hacia la izquierda.
El vicealcalde estimó que el 85% de la ciudad cuenta con agua potable, pero no supo decir cuántos abonados tienen energía eléctrica. Solo indicó que el casco urbano tiene luz de forma limitada y en los barrios no hay servicio.
Hasta el martes quedaban 40 refugiados de los 930 que hubo el día del temporal. Las comunidades afectadas han recibido alimentos a través de ocho centros operados por el municipio, donde se reparte comida preparada.
“Los suministros fueron lentos y las cantidades no satisfacían la demanda. Ha ido mejorando”, dijo Acevedo Ruiz, al puntualizar que solo han recibido agua y comida militar, no enlatada.
Al momento, esperan 12 generadores eléctricos que solicitaron cuando pasó el huracán Irma, los tres mil toldos que le pidieron a FEMA y que el Estado recoja los escombros en las carreteras estatales.
El Centro Médico y los otros cuatro hospitales de la ciudad están funcionando. La zona libre de comercio reinició su actividad, así como el puerto. Además, el Mayagüez Mall opera en horario especial de 9 a.m. a 5 p.m. Este medio lo recorrió y observó 85 tiendas abiertas, más los quioscos de los pasillos.