Primera Hora

CUIDADO CON LO QUE PIDE

- NORMANDO VALENTÍN PERIODISTA / normandova­lentin@gmail.com

Normando Valentín, en su columna de hoy, pronuncia un alerta relacionad­a al interés de algunos en la privatizac­ión de la Autoridad de Energía Eléctrica.

Cuando la Isla entra a su día 36 sin el servicio de electricid­ad, se aviva el debate en torno a si es momento para privatizar la Autoridad de Energía Eléctrica. El enojo de tantos días sin “ver la luz al final del túnel” provoca que muchos disparen de la vaqueta dando su bendición a esta idea. La emergencia de María también trajo el escándalo de la empresa Whitefish con su jugoso contrato echándole sal a la herida local, mientras los medios estadounid­enses y allegados demócratas levantan detalles insultante­s a la retina para meterle un dedo en el ojo a los republican­os, llevándose por medio la deteriorad­a imagen de la AEE.

Todo esto le pone casi una lápida a esa entidad pública. Podemos estipular que dicha agencia fue mal administra­da por los distintos partidos de turno. Es increíble cómo se quebró un monopolio. Pero el buscar un administra­dor privado puede que no sea la mejor solución.

Fue para el 1941, cuando nació aquí lo que se conoció como la Autoridad de Fuentes Fluviales, cuya misión fue propiciar el cambio de una economía agrícola a una industrial y llevar el servicio a cada rincón de la Isla.

Esta visión “socialista” impulsada por el gobernador norteameri­cano Tugwell, propició que todas las familias pudieran contar con luz, aunque su casa quedara en las praderas de jurutungo. Había que retar la geografía, pero se hacía con esmero. A veces, se instalaba una línea absurda de postes parar tirar un cable para energizar una sola casa. Era la democratiz­ación de un sistema que aspiraba dejar atrás la pobreza. En ese momento, el fin no era el lucro, sino la calidad de vida.

A mediados de la década de 1970, se proclamó que la Isla estaba totalmente energizada y todos conectados al sistema público. Más o menos para esos años explotó la primera crisis mundial de petróleo y de ahí en adelante todo fue cuesta abajo. La Isla experiment­ó la alternanci­a de poder y con ella, el cambia cambia administra­tivo. Ahora, cuando se habla de privatizac­ión, pregunto: ¿la o las empresas que vengan tendrán el compromiso de llevar y mantener el servicio en cada rincón de la Isla por lejano que sea? Déjeme ayudarle en la contestaci­ón. No.

Una muestra asomó su cabeza hace unas semanas. El director ejecutivo de la AEE, Ricardo Ramos, dijo que el 5% del cual no se hablaba después del 15 de diciembre, fecha meta donde se espera tener un 95% alumbrado, se quedaría sin la estructura que ofrece la entidad porque no era COSTO EFECTIVO. Para esos sectores buscarían otras formas de darle electricid­ad. Si esa es la mentalidad, vaya usted a imaginar lo que hará un ente privado que lo que le importa es el cashin, cashin del lucro. Lo increíble es que lo antes mencionado es la filosofía de la instrument­alidad desde hace tiempo.

Primera Hora reportó ayer el caso de don Edison Rivera, un agricultor de Maricao, quien desde 1998 se quedó sin luz tras el paso de Georges. El huracán le tumbó el poste que llevaba la línea de luz a su casa. Desde entonces vive en la oscuridad y las promesas de resolverle quedaron en “bla, bla, bla”. Le mencionaro­n que para ponerle el servicio tenía que PAGAR 8 postes para poder tirar el cable y poner el servicio que hace 19 años lo hacía solo uno.

En mi pueblo dicen que para muestra un botón basta. Si el símbolo de dólar se hace más importante que el servicio público, la democratiz­ación que les hablé se irá al demonio y con ella, nuestra noble gente humilde. Así que mucho cuidado con lo que se desee.

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