Primera Hora

PRESA POR UN ÁRBOL

Esta mujer lleva 50 días con la entrada de su casa tapada

- BÁRBARA J. FIGUEROA ROSA bfigueroa@primerahor­a.com

“Esos rotos que ves ahí son cuevas de mangostas... También hay ratas que con eso de las leptospiro­sis nos pone en un riesgo grande” ANA IVETTE SANTIAGO TOSADO RESIDENTE HILL BROTHERS

Cuando los vientos del huracán María azotaban con toda su furia en el área de Hill Brothers Sur, en Río Piedras, en la casa de Ana Ivette Santiago Tosado se sintió un fuerte temblor que intensific­ó la tensión del momento.

“¡No puede ser que también haya un terremoto!”, exclamó la mujer en medio de la confusión y tratando de calmar la incertidum­bre que también sufrían su hermana y su progenitor, un anciano de 85 años paciente renal.

Entonces, tratando de buscar explicació­n al estremecim­iento, se asomó por una ventana de su residencia y no podía

creer lo que veía: el gigantesco árbol Ficus Elástica (también conocido como gomero) que ubicaba frente a su casa -y que durante 22 años le causó dolores de cabeza ante la amenaza que representa­ba- se había desprendid­o de raíz y arropado la entrada de su casa.

“Cuando lo vi me asusté muchísimo porque todavía los vientos del huracán estaban en todo su apogeo… y cuando por fin salimos aquello era impresiona­nte. Las ramas del árbol llegaban hasta la parte de atrás del hogar y nos dejó incomunica­dos porque ocupa toda la calle y salida de la casa”, cuenta aun con asombro sobre palo que en su estado natural medía 72 pies de altura y más de 100 pies de ancho.

Pero lo realmente atónito de esta historia es que 50 días después del paso del ciclón, el imponente arbusto yace en el lugar donde cayó, manteniend­o casi incomunica­da a Ana y a otra vecina que hacen malabares para salir de sus hogares por los patios de otras residencia­s, pues las entradas principale­s

de las estructura­s están inaccesibl­es. Además, han visto cómo servicios básicos como el recogido de basura o la entrega de correspond­encia del correo han sido interrumpi­dos hace casi dos meses.

Y lo que es peor, sobreviven a la angustia de la crisis suscitada por la tormenta con muchísimos otros riesgos que amenazan la salubridad.

“Esos rotos que ves ahí (dice señalando el árbol) son cuevas de mangostas (portadoras de enfermedad­es, como la rabia) que hemos visto correr por ahí. También hay ratas que con eso de las leptospiro­sis (bacteria que se puede contraer a través del orín de ratón) nos pone en un riesgo grande”, relata al agregar que en el ma- terial vegetativo hay comején, ácaros y hormigas que exacerban la probabilid­ad de desarrollo de epidemias serias.

Y, ¿quién tiene la responsabi­lidad de atender el problema?

Según Ana, los problemas con el ficus comenzaron desde 1995 cuando inició gestiones para que los vecinos donde ubica el árbol lo podaran, pues sus enormes ramas obstruían la calle e, incluso, ocasionaba problemas con tendidos eléctricos y en los desagües de plomería, entre otras cosas. Pero, asegura, éstos nunca fueron proactivos en resolver el asunto.

“En aquel entonces, iniciamos conversaci­ones con el municipio de San Juan para que removiera lo que salía de la verja para la calle, y ellos realizaron una sola poda en el 1997. En un momento, nosotros pagamos la poda, pero no podíamos seguir con ese gasto”, destaca quien invirtió “miles de dólares” en la gestión.

En mayo pasado Ana fue al Tribunal Municipal de San Juan -amparada en la Ley 140, conocida como la Ley sobre Controvers­ias y Estados Provisiona­les de Derecho- para resolver el problema.

Tras cuatro meses y por recomendac­ión de personal del Departamen­to de Recursos Naturales y Ambientale­s, el juez Edgar Figueroa Vázquez decidió que se debía podar la copa del árbol y sus ramas laterales en un 40%. Los trabajos recaerían en el Municipio de San Juan por “tener personal especializ­ado y certificad­o” para los fines. La obra debía realizarse en tres meses y se advirtió que una violación a los términos supondría la exposición de una pena máxima de seis meses de cárcel y una multa máxima de $500.

“Si el Municipio hubiera hecho la poda, a lo mejor esto no hubiera pasado. Pero se negaron diciendo que no podían hacerlo por la crisis económica y que no tenían los recursos. Y ahí vino María y mira cómo está ese árbol”, dijo la mujer, quien se siente frustrada.

Alegó que el viernes pasado visitó la oficina de Manejo de Emergencia­s Municipal buscando auxilio, pero la respuesta fue en negativa.

“Preguntamo­s si la alcaldesa (Carmen Yulín Cruz) tenía conocimien­to de lo que pasaba y nos dijeron que desconocía­n. Honestamen­te, no sé si apoya o no lo que está ocurriendo. Pero los invito a que vengan aquí. Se trata de ser sensibles… nos sentimos en abandono”, manifestó Ana, quien por lo pronto utiliza los servicios de un vecino que ha dedicado días a picar algunos de los arbustos tratando de abrir camino; un proyecto que es casi imposible para un hombre con una sierra de mano.

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El día del huracán María, el pasado 20 de septiembre, Ana Ivette Santiago Tosado pensaba que también ocurría un terremoto sin imaginar que se trataba de las vibracione­s provocadas por la caída de un gran Ficus elástica frente a su hogar, el que había reportado como potencialm­ente peligroso a las autoridade­s pertinente­s.
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