Primera Hora

El “mágico” trineo de papabuelo

- ALEXANDRA FUENTES PRESENTADO­RA DE TV / alefuentes­ph@gmail.com

Cuando se trata de consentir, nadie como los abuelos. Aunque en ocasiones se les puede pasar la mano... La semana pasada estuve pensando cómo papi se las arreglaría para cumplir la promesa que le hizo a sus nietos de darles unas vueltitas en un trineo.

Así como lo leen, en un trineo. Me quería morir cuando lo escuché decirlo, porque conozco a mis hijos y sabía que estarían toda la semana hablando de eso y esperando el momento, en que su abuelo, cumpliría su promesa. “¿Mamá y cómo es el trineo de abuelo?”, “¿Tiene venados?”, “¿Tú te imaginas que vuele?”, eran algunas de las expresione­s de los nenes.

El abuelo, por su parte, estaba sudando frío. Se metió en ese problema con los nietos para animarlos a ir a su ya tradiciona­l chicharron­ada, uno de los eventos más esperados en la familia. Papi es un gran anfitrión, cocina brutal y es un entertaine­r natural; canta, baila, anima, improvisa y hace todo lo necesario por agradar a sus invitados. Eso incluye a sus nietos, de ahí sale el invento del supuesto trineo.

Bueno, llego el día de la chicharron­ada y todo parecía estar bajo control; la carne de cerdo, las viandas, el arroz con gandules de titi Zulma, el karaoke y la “lágrima de monte”, como papi le dice al pitorro. Pero nada se escuchaba sobre el trineo. Arranqué para Cidra preocupada, pues de alguna forma el abuelo tendría que entendérse­las con sus nietos cuando le reclamaran por el trineo prometido. “Bendición abuelo, ¿dónde está el trineo?”, lanzaron a la yugular mis hijos. El abuelo de inmediato les contestó con una pregunta: “¿Cuándo abuelo les ha fallado? Vengan por acá para que vean el trineo”.

Y allí estaba el trineo. Un Suzuki 4x4 viejo con un pedazo de cajón amarrado atrás, nada de venados ni de cascabeles. La reacción de los nenes no se hizo esperar: “¿En serio papabuelo?”. Pero el abuelo no dio oportunida­d a la desilusión y rápido los montó, tomando las debidas precaucion­es, y comenzó las trillitas que tanto disfrutaro­n sus nietos.

“¿Quieren que lo haga volar?”, les preguntaba a los nenes, quienes no paraban de reír con las ocurrencia­s de su abuelo.

De esto es que se trata la Navidad, de compartir en familia. De aprovechar cualquier ocasión para pasarla bien. No hacen falta grandes fiestas, ni venados, ni trineos a todo lujo, solo buena actitud y el corazón abierto para dar y recibir cariño. Mi papá se salió con las suyas sacando un conejo del sombrero a última hora. Me confesó que estuvo toda la semana preocupado y que no vuelve a prometer sin antes tener el “trineo” o lo que sea que le prometa a los nietos. Pero lo conozco, esta vez fue el trineo, ya vendrá con unos camellos o algún otro invento. ¡Que lo haga, que cará, ya estoy acostumbra­da! La magia de la Navidad permite resolver casi todo.

“De esto es que se trata la Navidad, de compartir en familia. De aprovechar cualquier ocasión para pasarla bien”

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