El mejor regalo: una Navidad más solidaria
En los pasados días acogimos con gran entusiasmo la invitación que nos hiciera la Parroquia San Francisco Javier, del Barrio Navarro en Gurabo, dirigida por el Padre Pedro Ortiz. Esta comunidad eclesial determinó dedicar las Misas de Gallo, conocidas también como Misas de Aguinaldo, a varios distritos de Puerto Rico, donde los pasados huracanes Irma y María azotaron con más fuerza.
Como alcaldesa, representé a mi pueblo de Loíza y al distrito de Carolina y tuve la oportunidad de dialogar con los presentes las experiencias que vivimos como pueblo y sobre todo, lo que juntos estamos haciendo para salir adelante. Sentí de los gurabeños la solidaridad que nace de la empatía, porque todos vivimos estos huracanes en mayor o menos grado y tenemos una historia interesante que contar. Aprendí que en lo alto de las montañas, envueltas en la fría bruma de la madrugada, sienten las mismas necesidades de los que estamos en la costa: la necesidad de contar lo sucedido, cómo paso a la aceptación de nuestra realidad como pueblo y también como una búsqueda de soluciones, de conocer cómo los demás pueblos han estado trabajando la recuperación.
De ahí nace el valor de la solidaridad y ese es el mejor regalo que podemos dar en Navidad: movernos a otras comunidades, visitar a los olvidados o a los que solo contactamos por teléfono o las redes sociales. Ese abrazo, ese tiempo dedicado al hermano y a la hermana, es hoy más importante que nunca. Tenemos una gran oportunidad: decretar que esta es la Navidad de la solidaridad.
Como parte de la celebración litúrgica, recibimos con gran alegría las magníficas voces de la Camerata Coral de Puerto Rico, dirigida por la Profesora Amarilis Pagán Vilá. De nuestra parte, aportamos a la Misa la música del Grupo Belelé, un energético junte de niños y adolescentes que practica nuestro centenario baile de bomba, dirigidos magistralmente por la Profesora Lesvia Hernández Meléndez. Había que ver cómo el retumbe de los tambores fue parte de la celebración comunitaria y cómo los presentes celebraron el arte de sus hermanos de la costa y cómo recibimos con deleite las piezas musicales de la Camerata Coral.
Personalmente, observé con gran curiosidad cómo la Corona de Adviento en el altar era mucho más que una parte de la tradición que nos prepara para la llegada del Niño Dios. Era una obra de arte compuesta de troncos secos, de los metales arrancados por los vientos, pero todo coronado con las velas que simbolizan la esperanza y nos van alumbrando el camino para llegar a la Nochebuena. Esa esperanza, que no es meramente el esperar que llegue lo bueno o lo ideal, tiene que ser una esperanza robusta basada en el trabajo y la solidaridad, que nos van a llevar sin duda alguna a un País mucho más consciente en la importancia de planificar sabiamente, en ser cuidadosos con los recursos, en ser celosos con al educación de nuestros niños y compasivos con nuestros mayores.
Esa Misa de Aguinaldo, inspirada en la palabra de Dios y complementada con nuestras vivencias como pueblo, es parte de nuestra cultura que debemos de atesorar. A mis hemanos gurabeños, al Padre Pedro Ortiz y a los parroquianos del Barrio Navarro, gracias por acogernos y sepan que tienen en Loíza, capital de la tradición, a sus hermanos en la fe, hermanos en la cultura y sobre todo, hermanos en la solidaridad que en estos días es más pertinente que nunca. ¡Que tengan todos ustedes una feliz y solidaria Navidad y un próspero 2018!