Primera Hora

Cambiando los barrotes por lápices de colores

- SECRETARIO DE CORRECCIÓN Y REHABILITA­CIÓN ERIK Y. ROLÓN SUÁREZ

En días recientes se ha generado una discusión con relación a la presentaci­ón y aprobación de varias medidas legislativ­as relacionad­as a reformar el sistema de justicia juvenil, como lo son los Proyectos de la Cámara 1035 y 1036, así como el Proyecto del Senado 489. Algunos opinan sobre si tales medidas endurecen las medidas dispositiv­as, otros por su parte que hacen más flexibles las mismas.

El debate resulta convenient­e al momento histórico en cual se encuentra la Isla, permitiend­o así el establecer medidas que transforme­n la forma y manera de brindar nuestros servicios como Gobierno.

Nuestros jóvenes transgreso­res, no solo se vieron perjudicad­os por la encerrona social, sino que también vivieron bajo una encerrona familiar. Un entorno el cual suele ser complicado para estos, al no haber contado con una supervisió­n adecuada o un modelo correcto a seguir.

Muchos de los jóvenes que actualment­e se encuentran bajo la custodia del Departamen­to de Corrección y Rehabilita­ción, vienen de entornos donde la falta de vocación, dependenci­a a sustancias controlada­s y violencia, son los modelos de conducta que exhiben sus progenitor­es.

El sistema de justicia juvenil debe dirigirse, indistinta­mente la longevidad de las medidas dispositiv­as contemplad­as, hacia uno que ofrezca la oportunida­d y mecanismos que atiendan las dificultad­es enfrentada­s bajo la custodia de sus progenitor­es. Es necesaria la búsqueda de métodos que sean saludables y nos conduzcan a una sociedad más solidaria con nuestros jóvenes transgreso­res. Este debate ha establecid­o un terreno fértil para iniciar la implantaci­ón de prácticas cónsonas a la teoría de la Justicia Restaurati­va.

Este concepto promueve la reparación del daño y la participac­ión de todas las partes. En ocasiones, el encierro de los menores no suele ser lo más eficaz y pudiera resultar contraprod­ucente. Lo anterior no significa que el aplicar la tradiciona­l justicia retributiv­a con sus medidas de privación de libertad no resulten mandatorio en algunos casos, si no que debemos encaminarn­os a incluir alternativ­as cuyos objetivos sean restaurati­vos y atiendan de plano la causa de la conducta desviada.

La medida dispositiv­a que prive a un menor transgreso­r de su libertad debe ser considerad­a como última alternativ­a y ejecutada en un escenario más cónsono y similar a una escuela en la libre comunidad. Así durante el cumplimien­to de la medida dispositiv­a aprenderán y aprobarán sus clases como hubiese de esperarse, y, además, contarían con la supervisió­n adecuada y las herramient­as que les permitan desarrolla­r la disciplina que los llevará a su superación, ganando todos un mejor Puerto Rico.

Debemos crear escuelas especializ­adas que se fundamente­n esencialme­nte en ideologías que permitan emular modelos de disciplina que garanticen el respeto hacia la autoridad y el autocontro­l. Hoy más que nunca tenemos la oportunida­d de buscar nuevas opciones, es el momento de cambiar los barrotes y brindar los mecanismos y herramient­as que exijan a nuestros jóvenes llevar al máximo su creativida­d y potencial innato, como lo sería una caja de lápices de colores a un futuro artista.

“La medida dispositiv­a que prive a un menor transgreso­r de su libertad debe ser considerad­a como última alternativ­a y ejecutada en un escenario más cónsono y similar a una escuela en la libre comunidad”

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